Apuntes desde la otra orilla sobre el fallo que condena a Cristina Fernández de Kirchner
Por Andrés Correa (*)
En diciembre del 2022 escribíamos sobre la condena en primera instancia a Cristina Fernández de Kirchner. Casi emulando el estilo del actual del vocero presidencial, Manuel Adorni, la frase de cierre fué «Señora, señores éste juicio terminó», con esas palabras el presidente del Tribunal Oral Federal 2, Jorge Gorini, junto a los otros jueces, Rodrigo Giménez Uriburu (integrante del equipo de fútbol amateur, Liverpool, en la quinta de Mauricio Macri) y Andrés Basso, daban por concluida la lectura del veredicto que condenó a Cristina Fernández de Kirchner (CFK) a seis años de prisión e inhabilitación especial para ejercer cargos públicos por considerarla responsable de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública.
Ayer la Corte Suprema confirmó la condena a Cristina Kirchner (CFK) a prisión y no podrá ser candidata a diputada provincial. Esto se debe a que los tres magistrados rechazaron los recursos presentados por la ex presidenta.
Al quedar firme la sentencia de la causa Vialidad, Cristina (CFK) queda inhabilitada a perpetuidad para volver a ocupar un cargo público; tendrá cinco días hábiles para presentarse ante el tribunal y ser detenida.
Lo primero que hay que decir es que hay una sentencia definitiva. Un hecho. Frío, desnudo, despojado de la hojarasca de los discursos y las militancias.
Seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por el delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública.
Les pido particular atención a lo siguiente, la causa sería sencilla y fácil de presentar. Sin embargo, el raid mediático habla de generalidades, corrupción, porque no ponen claro sobre oscuro qué obras son las que se pagaron y no se hicieron.
¿por qué no está claro y repetido hasta el hartazgo como la generalidad de la corrupción kirchnerista o la causa vialidad sin que se mencione efectivamente qué puentes quedaron sin hacer o rutas inconclusas?
Se juzga un proyecto político y se busca adoctrinar al conjunto de la dirigencia en Argentina a no entrometerse con los poderes fácticos.
Se confirma que la causa estaba armada y qué la misma cumplió con exigencias del poder real para acelerar según lo requiera el calendario electoral en Argentina.
Para Uruguay, que mira a menudo a la Argentina como un espejo, a veces deformado, a veces brutalmente honesto, el fallo interpela. Habla de la salud de las democracias en nuestro continente, de la independencia de la (in) justicia, de la responsabilidad de quienes gobiernan. Habla de un murmullo que cruza el río, que advierte sobre la fragilidad de la cosa pública cuando los intereses privados se sientan en la cabecera de la mesa.
Guste o no, Cristina (CFK) ocupa la centralidad de la política en Argentina.
AEA que aglutina a los empresarios más poderosos de Argentina bajo el influjo de Magnetto (Grupo Clarín) tuvieron la decisión clara y precisa de encarcelar a CFK. El hecho político es ineludible.
Hay debates abiertos y gente en las calles
Argentina vive momentos alarmantes para el futuro de la democracia. Hay quienes sostienen que lo que se viene requerirá de respuestas colectivas, de amplios y valientes, debates. De acciones concretas. Sin embrago no se puede soslayar que son tiempos de cabeza fría y corazón caliente que convoque a la capacidad de recrear un movimiento con un proyecto que interpele a todas las personas que valoren las características democráticas y populares en el país.
(*) Andrés Correa, Periodista argentino-uruguayo, director y conductor principal del Programa Radial «De Fogón en Fogón», corresponsal de Mate Amargo en Buenos Aires, Argentina.