Cuando decimos que la lucha es continental

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Por Colectivo Mate Amargo (*)

Seguramente fue igual o parecido en tiempos de Artigas, cuando no existían las fronteras que nos impusieron luego. En realidad, corrían los años 60, 70 y hasta principio de los 80 del siglo XX. Era América Latina, era Uruguay que siempre los poderosos quisieron convencer de que estaba fuera del continente, no sé, en la estratósfera de un continente lejano, aunque su pueblo siempre tuvo ese porfiado sentido de pertenencia a la Patria Grande. En realidad, eran los pobres del mundo y la “Continentalidad de la lucha” era mucho más que una consigna repetida en congresos y convenciones, estaba interiorizada a flor de piel, de coraje.

El mundo vivía tiempos de profundas transformaciones en aquellos años de la década de 1960. La juventud, particularmente estudiantes de todos los rincones del planeta, entraron en escena como la primera generación posterior a la Segunda Guerra Mundial y querían descubrir su papel en el mundo, liberarse, poner fin a las guerras y la opresión. Se estaba desarrollando la guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, la muerte del Che Guevara y el auge de las guerrillas en Latinoamérica, los levantamientos de París…” destaca Roberto Gicello Bastos en el prefacio “Calabozo. Plato del día: Rebelión con Utopía” (en el libro “Calabozo”, 2016), y en el medio de este convulsionado mundo Brasil. El golpe de Estado de 1964 pareció antesala de otros golpes. En Río de Janeiro, el cierre de un restaurante, “Calabozo”, frecuentado por estudiantes de donde surgiera “El Frente Unido de Estudiantes del Calabozo” (FUEC), manifestaba los tenebrosos años de la dictadura. Muerte, cárcel, tortura, exilio era el común.

Esas fueron las primeras batallas del compañero Geraldo Jorge Sardinha, que tuvo que pasar a la clandestinidad y luego exiliarse en Uruguay, después de llevar junto a otros estudiantes, el cadáver de su compañero asesinado por la policía militar de Río de Janeiro frente al parlamento. Pero antes, había pasado por Paraguay.

De familia campesina, nacido en una pequeña ciudad del interior de Bahía, trabajador rural desde chico junto a su padre, a los 16 años se traslada a San Salvador de Bahía y luego a Río de Janeiro donde trabajó en los puertos. Allí tuvo sus primeros pasos en las luchas populares y cayó preso en 1964. Al restaurante “Calabozo” iba a comer, no a estudiar. Habiendo conseguido otro trabajo, se encontró con compañeros comunistas que le dieron libros, dejando atrás sus días de semi analfabetismo. “Ese compañero me alfabetizó” recalcaba Sardinha en conversación con Mate Amargo, conversación y entrevista que no quiso que se grabase por modestia. “No soy intelectual, solo un trabajador” nos decía, tal vez sin pensar demasiado en quienes fueron los verdaderos protagonistas de aquellas gestas heroicas en el continente (y el mundo). Además de su enriquecedora conversación, nos regaló un libro escrito por él mismo (“Calabozo. Rebelión de los estudiantes contra la dictadura cívico-militar en 1968”).

Cuando vuelve a caer preso en Uruguay en 1971 en la marina, ya se había sumado al MLN-Tupamaros. La Continentalidad de la Lucha era lo corriente para estos y estas jóvenes. Dónde se estuviera se peleaba… el capital y la riqueza eran lo mismo en uno u otro lado…la pobreza y la opresión también, el imperialismo y su sistema colonial se sabía (y sufría) único. Al caer prisionero, su compañera (uruguaya) estaba embarazada. La lucha sigue es el mensaje, y una vez liberado pasa por Argentina y en 1977 puede regresar a Brasil.

A Geraldo Jorge Sardinhai, el tupamaro siempre, lo podemos encontrar hoy en https://osirredentosblog.wordpress.com/ o el canal youtube de la Liga de los irredentos, o en otras redes impulsando este multimedio y dando batalla como el primer día.

Pero acá en Uruguay y por aquellos años. La memoria trajo a la conversación a otros compañeros de la Patria Grande que abrazaron nuestra bandera. De igual manera recordamos a las y los que siguieron peleando acá, en Argentina, Chile, Colombia, Nicaragua, El Salvador, Argelia, dando la batalla en el epicentro continental de la guerra fría (la Cuba heroica y siempre resistente). Porque el MLN-Tupamaros no solo resistió en las cárceles de este país, o en sus calles. Después de 1972, 73 y hasta hoy hay mucha historia no contada o poco conocida. Habrá que ir hilando poco a poco, y Mate Amargo se suma a la tarea.

(*) Colectivo Mate Amargo es un Colectivo integrado por las y los compañeros que construimos a diario este medio de comunicación popular y alternativo. 

i Traducción Mate Amargo contratapa del libro de Geraldo Jorge Sardinha “Calabouco. Rebeliao dos estudantes contra a dictadura civil-militar em 1968”, la contratapa es autoría de Aldair Goncalves:

La acción de un compañero fue decisiva en la construcción de este marco histórico. Sardinha, su apellido, no recuerdo su nombre. Era de nuestra base del PCBR (Partido Comunista de Brasil), en el restaurante “Calabozo”, donde era secretario de organización en aquel entonces. Me escuchaba mucho y me preocupé mucho por él, pues era muy voluntarioso, pero un excelente compañero y un gran apoyo. Fue él quien, presente en la resistencia, durante la invasión planeada del restaurante, en la noche de aquel trágico día, lideró a un pequeño grupo de estudiantes y cargó el cuerpo de Esson Luis (de Lima Souto) en brazos hasta la Asamblea Legislativa.

Cuando llegué al restaurante, la policía ya se estaba retirando del lugar. Al enterarme de lo sucedido y de que Sardinha estaba a cargo de esta heroica acción, corrí a la Asamblea, donde empezaban a llegar más estudiantes.

Escuché el relato del compañero. Empezamos a movilizar a más estudiantes del “Calabozo” y, al mismo tiempo, compañeros de la UME, la UNE y la UBES también empezaron a movilizar estudiantes de escuelas y universidades.

Otro acto de grandeza de Sardinha tuvo lugar frente a un famoso abogado que nos había defendido y nos había liberado de un arresto ocurrido tras una manifestación. Este abogado llegó a la asamblea con la propuesta de entregar el cuerpo a la dictadura. La reacción de Sardinha fue inmediata: el cuerpo solo saldría de allí a no ser por encima del suyo propio. El cuerpo permaneció allí. Su postura prevaleció y se interrumpió una posible negociación entre líderes estudiantiles que podría haber resultado en la entrega del cuerpo a la policía de la dictadura”.

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