¿Qué se juega Cuba en el referendo popular del 25 de septiembre?

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Maribel Acosta Damas

Después de largos, complejos y enconados debates, el domingo 25 de septiembre será sometido a referendo el Código de las familias cubanas, luego que fuera certificado por el Parlamento de la isla. Sin embargo, solo con la aprobación popular, podrá entrar en vigor la ley que despierta grandes expectativas, tanto a título individual y colectivo como en activistas y minorías que ven en él un viejo sueño democrático a punto de cumplirse. Del mismo modo, sectores protagonizados fundamentalmente por la iglesia, han desplegado campañas feroces en contra del Código; y otros sectores, que representan a los llamados “valores tradicionales” han manifestado su desacuerdo contra el proyecto de ley.

¿Y qué recoge este proyecto?

Luego de más de veinte versiones a partir de las consultas populares en barrios, centros de trabajo y diferentes espacios, el código -en once títulos y más de cuatrocientos artículos- establece como ejes el afecto y la solidaridad y les otorga valor jurídico. Confiere tratamiento intencionado a la discriminación y a la violencia, protege a los sectores vulnerables y establece términos altamente revolucionarios como autonomía progresiva para las niñas, niños y adolescentes. A su vez también concede preeminencia a los lazos afectivos como fuente de filiación, posibilita la gestación solidaria, transforma la patria potestad en responsabilidad parental, consiente el derecho de todas las personas a contraer matrimonio y fundar familia; de modo que tantas parejas homoafectivas pueden por fin casarse. El nuevo código prohíbe además el matrimonio infantil y  protege a los adultos mayores. Asimismo refuerza el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y se reconoce a la familia como espacio socio afectivo, sin violencia ni sobrecargas para las mujeres.

¿Pero… qué significa el voto por el Código de las familias?

Si bien Cuba es pionera en muchas de las todavía grandes batallas de Latinoamérica como igualdades de todo tipo, el derecho al aborto, protecciones de la maternidad  y otras, este código representa lo que muchos expertos llaman, una revolución de los derechos. Y no nos engañemos: Cuba es una sociedad donde todavía hacen mella los lastres culturales del pasado. Y este código es una bala al patriracado en el centro del pecho, que no resolverá ni mucho menos los prejuicios pero sí convierte en ley el respeto, la dignidad y los derechos de todas las personas por igual; y protege especialmente a los más vulnerables, a los ancianos, a la niñez y la adolescencia y nada menos que a la mitad de la población: las mujeres.

Desde la perspectiva de género, el código refuerza la lucha por la igualdad.  La Federación de Mujeres Cubanas ha enumerado lo que considera de alto impacto para las mujeres de la isla:

  • Regula los derechos reconocidos en la Constitución de la República, con especial énfasis en el de toda persona a constituir una familia, a la vida familiar, a la dignidad humana y la igualdad plena.
  • Los derechos de todas las mujeres en su diversidad.
  • Regula explícitamente el deber de cuidado familiar y la distribución equitativa del tiempo destinado al trabajo doméstico y de cuidado, sin sobrecargas para alguno/a de sus miembros.
  • Se reafirma el respeto a los derechos sexuales y reproductivos de todas las personas en el ámbito familiar, al derecho de las parejas a decidir sobre su descendencia y en todo caso el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos.
  • Se excluye el binarismo y la mirada únicamente biologicista de los vínculos y relaciones familiares.
  • Fuerte protección frente a la violencia basada en género en el espacio familiar a lo largo de todo el Código en diferentes títulos y artículos con efectos concretos.
  • Posibilidad de que la pareja acuerde un orden de los apellidos diferente al tradicionalmente paterno al momento de la inscripción del hijo o hija.
  • Estrictos controles legales, médicos y judiciales para autorizar la gestación solidaria que solo tendrá lugar entre parientes consanguíneos y entre personas afectivamente cercanas, con prohibición expresa de obtener remuneración, dádiva o beneficio alguno.
  • Cambia la denominación de la patria potestad por responsabilidad parental.
  • Se refuerza la responsabilidad paterna desde la perspectiva de género con la corresponsabilidad parental a través de figuras como la guarda y cuidado compartida, los pactos para organizar las funciones de la guarda y cuidado ya sea unilateral o compartida, entre otras.
  • Derecho de todas las personas a contraer matrimonio/constituir una Unión de Hecho afectiva.
  • Refuerza el valor económico del trabajo en el hogar.
  • Elimina el matrimonio adolescente con la prohibición absoluta del matrimonio para menores de 18 años de edad, sin excepciones.
  • Posibilidad de pactar el régimen económico del matrimonio, pero reglas inviolables aplican a todos los regímenes para proteger a quienes se encuentren en situación de vulnerabilidad.
  • Refuerza la corresponsabilidad en el cuidado familiar y el valor económico del trabajo doméstico y de cuidado.
  • Posibilidad de pactar el régimen económico del matrimonio, pero reglas inviolables aplican a todos los regímenes para proteger a quienes se encuentren en situación de vulnerabilidad.
  • Perfecciona la figura de la pensión al ex-cónyuge vulnerable.
  • Compensación económica a quienes se han dedicado al trabajo doméstico y de cuidados.
  • Reglas de adjudicación preferente de determinados bienes; reglas de liquidación en presencia de una empresa familiar.
  • Protección ante asimetrías en la unión de hecho afectiva.

Entonces,  no es de extrañar que los adversarios de este código, hagan frente común para intentar socavarlo y que el sí no triunfe.  Son visibles en las redes y en distintos espacios de comunicación, las dos posturas que se enfrentarán en las urnas el día 25 de septiembre. Hasta ahora, las tendencias y sondeos apuntan a que será aprobado, tal vez no con el margen a que la sociedad cubana está acostumbrada a subscribir sus documentos programáticos. Pero se sabe que esta es una batalla dura, en un contexto difícil desde el punto de vista socioeconómico, y que ese filón está siendo aprovechado por la derecha mediática en la campaña en contra. Sin embargo, una vez Cuba tiene ante sí el desafío de defender su soberanía, abriéndose paso entre la maraña de dificultades e intentando garantizar futuro. Es otro derecho con mayúsculas que nos ganamos hace tiempo las cubanas y los cubanos.  Ahora tocará defenderlo como sabemos. El domingo lo veremos.

 

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