Elecciones intermedias en México: AMLO gana fuerza a nivel nacional pero pierde la Ciudad de México

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@mateamargouy

Carlos Fazio

Los mexicanos ratificaron su respaldo a la coalición electoral liderada por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las elecciones intermedias del pasado 6 de junio, y asestaron un duro golpe a una oposición que, pese a una alianza histórica de tres partidos (PRI, PAN y PRD) articulada y patrocinada por la plutocracia local y Estados Unidos, no logró su principal objetivo: hacerse del control de la Cámara de Diputados para controlar el presupuesto federal.

La coalición “Juntos Haremos Historia” −conformada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y los partidos del Trabajo (PT) y Verde Ecologista (PVEM)−, retuvo la mayoría simple de la Cámara Baja (251 de 500 parlamentarios), suficiente para aprobar leyes y el presupuesto, pero no obtuvo la mayoría calificada (334 curules, equivalentes a dos terceras partes de votación) necesaria para impulsar reformas estructurales y cambios a la Constitución, que tampoco había logrado en los comicios de 2018.

Las estimaciones indican que Morena obtendrá de 190 a 203 diputados (por debajo de los 523 que tiene actualmente), a los que se sumarán a partir de la próxima legislatura que comienza el 1 de septiembre, los 40 a 48 diputados del Partido Verde y otros 35 a 41 del Partido del Trabajo.

Esos números indican que para sacar leyes o reformas constitucionales que requieran mayoría calificada, Morena y sus aliados tendrán que negociar con la oposición; necesitarían al menos el voto de 50 diputados opositores. Con la nueva integración de las fuerzas políticas en la Cámara de Diputados, el PRI, con 76 legisladores, estaría encaminado a ser el partido “bisagra” para que Morena alcance la deseada mayoría.

No obstante, en sus tres últimos años de gestión, AMLO podrá tener un margen de gobernabilidad que no tuvieron varios de sus antecesores en la presidencia de la República, y garantizados los recursos públicos para los programas sociales (las pensiones de los adultos mayores, niñas y niños con discapacidad y para 11 millones de estudiantes de familias pobres).

Por otra parte, a seis años de su creación en 2015, el partido Morena extendió su control político territorial a nivel nacional al ganar 11 de las 15 gubernaturas en disputa, que se suman a las seis que había logrado hace tres años. Con lo que de las 32 entidades federativas, Morena gobernará 17. Se trata de un salto cualitativo muy importante, que en cuanto al número de población significa gobernar a 58 millones de habitantes. Si se incluye a San Luis Potosí, ganada por la alianza PT-PVEM, la coalición “Juntos Haremos Historia” gobernará a 61 millones de mexicanos.

El gran derrotado en cuanto a las gubernaturas fue el PRI, ya que perdió en los ocho estados en disputa. Tenía 12 gobernadores y era el mayor partido con mandatarios estatales. Ahora se quedará sólo con cuatro gobernadores, lo que significa un retroceso donde la otrora aplanadora priísta tenía bajo su control. Sólo se queda con el Estado de México, Coahuila, Hidalgo y Oaxaca, sus bastiones, que pronto tendrán elecciones. De hecho en Hidalgo y Oaxaca, donde en 2022 habrá comicios para gobernadores, Morena y sus aliados tuvieron buenos resultados a nivel Congreso local y municipal.

A su vez, de los estados en contienda, el PAN gobernaba (solo o con aliados) en cuatro. Ratificó dos (Querétaro y Chihuahua) y perdió dos (Nayarit y Baja California Sur).

Sin embargo, Morena sufrió una catastrófica derrota en la Ciudad de México, bastión de las fuerzas progresistas desde 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas ganó la regencia de la ciudad capital, clave para los triunfos electorales de los últimos 25 años. Desde entonces, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) liderado por Cárdenas y López Obrador, y Morena desde 2015, habían dominado la estratégica megaurbe capitalina.

A partir de 2018, 14 de las 16 alcaldías estaban gobernadas por Morena, y tras la elección del 6 de junio último la cifra bajará a siete.

La pérdida de la capital

La derrota de Morena en la Ciudad de México fue la gran sorpresa de estos comicios. Según los especialistas, sectores de clase media y alta, con un sesgo de escolaridad y niveles socioeconómicos aceptables, habrían emitido un voto de castigo antiAMLO −más que en contra de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum−, y la Ciudad de México quedó dividida en dos partes diferenciadas por sus niveles de ingresos: la mitad oriental (nueve alcaldías), caracterizada por un nivel de ingreso económico más alto, será controlada por el PAN y sus aliados de la coalición “Va por México”. La otra mitad, donde se encuentra las populosas alcaldías de Iztapalapa, Venustiano Carranza y Tláhuac, reúne mayorías con bajos ingresos.

Aunque todavía no existen datos fehacientes para el análisis, y faltan por definir 33 escaños de representación proporcional, el cambio radical del mapa político de la capital podría ser reflejo de un creciente desencanto de clases medias e incluso sectores de clases medias bajas con el Presidente, lo que López Obrador y Sheinbaum atribuyeron a la campaña negativa (o de contraste) de la oposición –“guerra sucia” mediática y de “odio clasista” la llamaron−, con mensajes apocalípticos con énfasis en el presunto carácter “autocrático” y “dictatorial” (sic) de AMLO, la violencia criminal y la explotación de los 230 mil fallecidos en el marco de la pandemia del Covid 19 y del desplome de la línea 12 del Metro, el pasado 3 de mayo, con saldo de 26 fallecidos, incluida la difusión en redes sociales del “prototipo” según el cual los ricos y la clase media subsidian a los pobres de la capital. En esa perspectiva, pudo ser un “voto útil” de castigo pintado de clase y de tez, del centro medio del espectro político y a la derecha.

Podría especularse, asimismo, que, al menos en parte, la derrota en la capital sería resultado de los desencuentros de López Obrador con sectores vinculados a la cultura, la academia, la ciencia, las agendas feministas, el universo de las ONG y de defensores de derechos humanos, ambientalistas y movimientos territoriales de oposición a los megaproyectos extractivistas del sur-sureste del país (Tren Maya y Corredor del Istmo de Tehuantepec), causas apreciadas por clases medias y sectores progresistas modernos que hasta ahora habían apoyado a AMLO, pero con los que el mandatario “no conectó” esta vez y le cobraron la factura.

Entre otros factores, la derrota pudo deberse a la imposición de algunos personajes impresentables para cargos de elección popular en las alcaldías capitalinas, pero también a las gubernaturas y municipios a nivel federal. En ese sentido, se ha señalado el pragmatismo y la apología presidencial a ultranza a favor de Félix Salgado Macedonio, acusado de violador sexual, como candidato a gobernador por el estado de Guerrero, quien fue repudiado en un par de nutridas marchas en la capital por grupos de feministas y fue bajado de la contienda por la autoridad electoral por una falta administrativa, pero que fue remplazado por su hija Evelin, quien a la postre resultó ganadora de la contienda. No obstante, AMLO podría haber recibido un voto de castigo feminista por ese hecho; lo que un analista definió como que grupos de mujeres empoderadas de la capital pudieron haber votado contra Salgado Macedonio en “la urna equivocada”.

A todo lo anterior podría sumarse el “fuego amigo” de grupos internos del oficialismo, de cara a la selección del candidato de Morena para los comicios presidenciales de 2024. Antes de la contienda del 6 de junio, Claudia Sheinbaum aparecía como la favorita de López Obrador, apoyada por senadores como Martí Batres y Dolores Padierna, lo que contravenía las aspiraciones presidenciales del actual canciller, Marcelo Ebrard y del senador Ricardo Monreal, ambos cercanos a sectores del gran capital. Se ha señalado a Monreal como el causante de la pérdida de Padierna en la alcaldía Cuauhtémoc, donde ambos fueron jefes de gobierno. El propio López Obrador habló de “traidores”, sin dar nombres.

A raíz del accidente en la línea 12 del Metro, actualmente sujeto a investigación, Marcelo Ebrard tendría una gran responsabilidad política, según la alianza opositora, que le adjudica fallas en la obra construida durante su mandato como regente de la capital. A su vez, Claudia Sheinbaum es señalada por los medios hegemónicos que impulsaron a la coalición conformada por el PRI, el PAN y el PRD, como la gran derrotada, y tras los comicios, como una “títere” controlada desde Palacio Nacional por AMLO.

Otro factor podría ser que los candidatos de Morena en la capital no hicieron campaña y se confiaron en las prédicas mañaneras semanales de López Obrador, quien, a diferencia de las elecciones de 2018, no llamó a una movilización popular en procura de votos y confió sólo en su instinto político y en su discurso polarizador de “liberales” versus “conservadores”.

PAN, ¿avance o caída?

En contraste, y pese a la narrativa triunfalista de los líderes nacionales del PAN, el PRI y el PRD −gracias a los buenos resultados obtenidos en la capital−, la coalición “Va por México”, creada por el magnate Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, expresidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), con recursos de un grupo de magnates mexicanos y de la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos (USAID) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés), señaladas ambas como pantallas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), no logró su objetivo principal que era arrebatarle la mayoría legislativa a Morena y sus aliados.

Acción Nacional se consolidó como la primera fuerza política de oposición en la Cámara Baja, al subir de 79 a 113 diputados para la próxima legislatura. Pese a perder Baja California Sur y Nayarit (que ganó Morena), es el segundo partido con más gobiernos estatales, y según mediciones internas pasará a gobernar 35 a 46 millones de mexicanos.

Sin embargo, en una autocrítica desde las filas del PAN, el influyente senador Gustavo Madero señaló en un artículo que se viralizó en las redes sociales y generó polémica al interior de la coalición “Va por México”, que “aunque nos duela reconocerlo, Morena y sus aliados seguirán aprobando el presupuesto, todas las iniciativas y cambios legales que quieran, con sus propios votos (igual que ahora); y podrán modificar la constitución y los nombramientos si convencen a unos cuantos legisladores del PRI o del MC (Movimiento Ciudadano), igual que ahora”.

“Lo que no nos atrevemos a reconocer es que Morena y sus aliados mantienen la mayoría de las curules en la Cámara de Diputados, en el Senado y en las legislaturas locales. La alianza PAN+PRI+PRD sólo logró quitarle 34 de los 218 distritos que obtuvo Morena en 2018. Nuestro objetivo real: ‘Crear una nueva mayoría opositora’, no se logró. Morena sigue siendo mayoría y el partido con mayores preferencias a nivel nacional”, destacó quien fuera presidente nacional del PAN en el período 2010- 2015.

Según el legislador panista, Acción Nacional y sus aliados del PRI y el PRD están a “años luz” de ser una alternativa a Morena y “no hay que engañarse. No tenemos hoy la confianza, la credibilidad de los mexicanos a nivel nacional. Si tuvimos triunfos fuertísimos y muy fregones en la Ciudad de México, en el Estado de México, en Chihuahua, en Querétaro, en Aguascalientes, etcétera. Pero tuvimos derrotas estrepitosas, nos quitaron dos de los cuatro gobiernos que estaban disputándose del PAN, el PRI perdió los ocho. Pero el PAN estaba para crecer, no para defender y perder poquito, que es lo que hicimos”.

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