Por Lucía Sigales Noguera (*)
“Nos es imperativo desplegar el espíritu de lucha. Debemos rechazar todos los actos de la política de la fuerza y de matonería, y defender decididamente los intereses del país y la dignidad de la nación”. Xi Jinping en Conferencia Central sobre el Trabajo de Asuntos Exteriores ‘Pronuncia’ (2023)
China tiene para ofrecernos la posibilidad de otro mundo, otras relaciones, otras distribuciones. Su filosofía occidental, su cosmovisión y sus intelectuales han producido grandes reflexiones, estrategias y tácticas que sus atentos políticos han puesto en marcha. Las teorías de la postmodernidad han sido utilizadas para comprender los retos y las consecuencias de la modernidad china y la teoría de la Dependencia ha sido utilizada por los académicos chinos para poder entender la dualidad entre Centro y Periferia en la economía mundial.
Hablamos de cosmovisiones distintas y podemos acercarnos a esta diferencia con las palabras del intelectual chino Wang Hui, a quien occidente tilda como de ‘Nueva izquierda’: «de hecho, personas como yo siempre nos hemos mostrado reacias a aceptar esta etiqueta, impuesta por nuestros adversarios. En parte, esto se debe a que no deseamos que se nos asocie con la Revolución Cultural ni, en realidad, con lo que podría llamarse la «vieja izquierda» del Partido Comunista Chino de la era reformista. Pero también se debe a que el término «nueva izquierda» es occidental, con connotaciones muy específicas —generacionales y políticas— en Europa y Estados Unidos. Nuestro contexto histórico es chino, no occidental, y es dudoso que una categoría importada tan explícitamente de Occidente pueda ser útil en la China actual”. Apenas una idea de lo que podríamos descubrir más adelante, en otros artículos, si decidimos profundizar en la transición del gigante asiático, desde la época de los Imperios hasta la conformación de su Estado-Nación.
Poder militar, Inteligencia Artificial (IA) y guerra comercial
China ha experimentado un aumento sostenido en su presupuesto y capacidades militares durante las últimas dos décadas, multiplicando su gasto de defensa por 12 desde el año 2000, en línea con la evolución de su PBI. Se le reconoce liderazgo en ciberguerra, IA e industria de 4ta y 5ta generación para la defensa, apostando fuerte -también- en la mejora de misiles hipersónicos y liderando la carrera por los cazas de 6ta generación con el J-36, un avión furtivo y equipado con IA.
Desde 2020 el Ejército Popular de Liberación ha financiado múltiples proyectos de IA con diversas aplicaciones, incluido el aprendizaje automático para recomendaciones estratégicas y tácticas, con el propósito de liderar las tecnologías claves, sistemas autónomos, computación cuántica, ciencias de la información, biotecnología y materiales de fabricación avanzados.
La tensión entre Occidente y China por la hegemonía mundial no es nueva, pero ha adquirido en los últimos años características más relevantes, en particular por el fortalecimiento de los BRICS. Estamos en una guerra comercial, que empezó muchísimo antes que las disparatadas medidas arancelarias de Trump, y que se extiende al plano tecnológico, financiero, militar, diplomático, etc.
La disputa es total y global, podemos observarla en nuestros países americanos ejemplos de la reorientación de las intervenciones en desarrollo hacia nuestra región, en las que Oriente se ve como protagonista. Situación que podemos catalogar como provechosa, porque nos aleja del eje EEUU-Gran Bretaña-UE (por lo tanto, también de la OTAN) y porque fortalece el multipolarismo, siempre bienvenidos para hacer frente a cualquier tipo de hegemonía imperial.
Todo esto son ejemplos de una guerra de nuevo tipo, híbrida, en la que los Estados Unidos y su alianza occidental recurren a terceros países e incluso a mercenarios para generar conflictos militares, convencionales y no convencionales, financieros, culturales, comunicacionales, con el objetivo de desestabilizar a los enemigos y retener su hegemonía. Una hegemonía, cada vez más, puesta en discusión.
Unas de las cosas que me ha llamado poderosamente la atención son los discursos del Ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, cuando se refiere al conflicto en Medio Oriente. En varias entrevistas no nombra a Israel, se da el lujo -a sabiendas de lo que implica su posicionamiento- de no mencionar a la entidad sionista. Este “gesto” muestra tanto el poderío de China en el escenario global como la nobleza de su posicionamiento en defensa de la humanidad, particularmente la defensa de la autodeterminación de Palestina y la urgencia de que acabe el genocidio al que está siendo sometido -justamente- por el innombrado, por el innombrable. Wang Yi señala que “Gaza pertenece al pueblo palestino. Es parte inseparable del territorio palestino. Cambiar su estatus por la fuerza no traerá la paz, sino solo un nuevo caos. Apoyamos el plan para restablecer la paz en Gaza iniciado por Egipto y otros países árabes. No se debe desafiar la voluntad del pueblo ni abandonar el principio de justicia. Si el país principal realmente se preocupa por la población de Gaza, debe promover un alto el fuego integral y duradero, intensificar la asistencia humanitaria, respetar el principio de que los palestinos gobiernen Palestina y contribuir a la reconstrucción de Gaza”.
Impactante.
A pesar de lo antedicho, su política internacional -que cualquiera puede encontrar en las publicaciones de la Embajada de China en Uruguay- tiene un fuerte enfoque holístico. Significa abordar los problemas internacionales de una manera integral, considerando no solo los aspectos económicos y políticos sino también los sociales, culturales y ambientales.
Promueven relaciones con todas las naciones, incluso con todas las partes dentro de un mismo país, en un esfuerzo por crear y fomentar relaciones de coexistencia pacífica, estabilidad general y desarrollo equilibrado entre grandes países y en nuestro sur global.
Mercado y Democracia
China ya es superior en metamodos de producción socialista. A nivel económico, ha desarrollado mega empresas productivas estatales porque ha mantenido en la conducción de su gobierno a políticos comprometidos con la causa china, que es la redistribución de la riqueza que les brindan sus mega empresas. Nadie se queja de los impuestos y las problemáticas materiales concretas se resuelven.
China tiene producción a gran escala, pero las decisiones políticas siguen siendo redistributivas, los políticos chinos no permiten que las empresas privadas estén o decidan en su gobierno. El 68% del Producto Bruto Interno de China en 2023 fue creado por empresas estatales, conjugando éxito comercial con redistribución social y ascenso nacional en el plano mundial. El beneficio de estas empresas se ve reflejado directamente en la calidad de vida de la clase trabajadora. Reinvierten todo en infraestructura, lo que a su vez genera más trabajo y calidad de vida.
Recientemente se conoció el llamado Índice de Percepción de la Democracia (publicado por Alliance of Democracies) del año 2025 y por primera vez la imagen positiva de China en el mundo supera a la de EEUU. Una realidad que dista demasiado del relato occidental que coloca a la “Dictadura” china, “comunista”, por fuera de los ideales de libertad y prosperidad. Me permito traer a colación el hecho de que Rusia también está cerca de superar a Estados Unidos en el índice anteriormente mencionado.
La República Popular de China tiene un sistema de mercado socialista bajo la gobernanza del Partido Comunista Chino. En 2018, se eliminó el límite de dos mandatos para la presidencia, permitiendo que Xi Jinping continúe en el poder indefinidamente. Esto significa que Xi Jinping puede ser reelecto como presidente sin restricciones de mandato. El presidente de la República Popular China es elegido por el Congreso Nacional del Pueblo (la asamblea legislativa de China).
China y el sur global
Al eje occidental lo desvela el aumento sistemático de las relaciones comerciales, económicas, financieras y productivas entre la potencia asiática y la mayoría de los Estados latinoamericanos y caribeños.
Estamos presenciando una alianza inédita entre China y Rusia, que viene a acompañar el proceso de fortalecimiento de las relaciones entre los países de los BRICS, con un incremento de los intercambios comerciales, desdolarización del comercio entre las partes y la coordinación de políticas de cooperación entre dichos países.
China tiene muchos más amigos que Estados Unidos en el mundo hoy. Y ya no se trata solo de relaciones comerciales sino que estamos visualizando un acercamiento de dos civilizaciones (Latinoamérica y China) que comparten riqueza cultural, abundancia de recursos naturales y formas de ver el mundo que son únicas, distintas.
En el medio rural en julio de 2022, la serie documental “Nuestro campo”: Jóvenes latinoamericanos en la China rural, concluyó con éxito en la aldea de Tianba después de más de medio mes de filmación. “Nuestro campo”, dicen los noticieros chinos, promueve de manera creativa la difusión de la experiencia y práctica de la revitalización rural de China a través de una serie documental en donde se muestran casos específicos del desarrollo rural en China en la nueva era, y se promueve la difusión precisa del conocimiento para el desarrollo chino en la región latinoamericana y caribeña.
Es necesario, también, recordar que el año pasado Cuba autorizó visado a ciudadanos chinos con pasaporte ordinario, en el marco de la 42ª Feria Internacional del Turismo (FIT) que concluyó en La Habana: “Se ha decidido eximir del requisito de visado a los ciudadanos chinos titulares de pasaportes ordinarios que deseen ingresar, transitar, salir o permanecer en el territorio de la República de Cuba”. La Cancillería cubana indicó que el objetivo de la medida es fomentar el turismo y facilitar el flujo de viajeros. En estos últimos días, el subdirector del Ministro de Relaciones Exteriores de China, Lin Jian, anunció que se otorgarán visas a los siguientes países latinoamericanos: Uruguay, Argentina, Perú y Brasil, fomentando el turismo y el conocimiento.
Conclusión
Es tiempo de mirar a China más allá de las posibilidades comerciales, es necesario comprender su devenir y su accionar, en ellos podríamos encontrar las respuestas al retroceso en el proceso de integración regional de nuestra Latinoamérica.
Incluso, y todavía más, con la situación actual Argentina. Un país clave en la geopolítica del Atlántico Sur, inserto en el bloque reaccionario del occidente colectivo, con la influencia total de Estados Unidos, el Reino Unido e Israel.
Sin dudas que esto representa nuevos conflictos, trabas, grandes desafíos para América Latina. Pero esto también ha sucedido en otros momentos de nuestra historia, la situación actual puede también ser una oportunidad para los pueblos del Sur, aprovechando las fisuras y tensiones del sistema mundial para avanzar en un camino de mayor soberanía y autonomía, con una mirada estratégica o, aunque sea curiosa, hacia Oriente.
(*) Lucía Sigales Noguera es Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de la República.
Nota: Información obtenida del Instituto Tricontinental de Investigación Social que es una institución promovida por los movimientos, dedicada a estimular el debate intelectual al servicio de las aspiraciones del pueblo. Disponible en https://www.academia.edu/81756252/Ascenso_de_china_y_contradicciones_sist%C3%A9micas y también por FLASCO Argentina https://www.flacso.org.ar/formacion-academica/geopolitica-y-guerra-mundial-hibrida-en-el-siglo-xxi/