Por Lucía Sigales Noguera(*)
El Eternauta se nos metió por todo el cuerpo a todos los rioplatenses, latinoamericanos y -por lo que dice la plataforma Netflix- a todo el mundo.
Se trata de una serie basada en la historieta creada por el argentino Héctor Germán Oesterheld secuestrado por las Fuerzas Armadas argentina durante la última dictadura cívico-militar, a quien la dictadura ya antes le había secuestrado y asesinado a sus cuatro hijas Diana (24), Beatriz (19), Estela (25) y Marina (18). Héctor forma parte de la lista de detenidos desaparecidos víctimas del terrorismo de Estado, del Plan Cóndor, víctima de militares pero también de civiles de a pie y políticos fascistas.
Oesterheld siempre tuvo su compromiso político contra el capitalismo, contra el imperialismo y el colonialismo. Escribió también, junto a Alberto y Enrique Breccia, una biografía en historieta sobre el Che Guevara “Vida del Che” publicada en 1968.
El formato historieta además me resulta muy interesante, cuando éramos chicos en los 90` leíamos muchas historietas: Fontanarrosa, Mafalda, Juceca, y cada vez que había un diario los niños mirábamos esas historietas. O sea que la historieta llegaba a todo el mundo porque era fácil de entender y si no entendías bien, o tal vez habían más mensajes subyacentes, por lo menos mirabas los dibujos con relleno de pequeños puntitos.
Cuando me pongo a pensar ¿qué es lo que nos hace sentir la película? es valentía, valentía de su director Bruno Stagnaro, sus actores y sus productores, justo en un contexto de gobierno argentino de violencia, de culpar a todos de todo, menos de pensarse en dónde estamos parados. Se insulta a todo el mundo, al pobre, al inmigrante, al trabajador público, ahora también a los periodistas, le pegan a los jubilados. Los jóvenes, algunos de esos que votaron a Milei y les preguntan “¿por qué lo votaron?” y no saben qué responder.
El Eternauta viene a bañar a todas las generaciones de la región, de viejos a jóvenes, que no saben lo que votan, porque los boomers que dicen que fueron kirchneristas cuando Néstor, ahora también dicen que votaron por Milei porque querían un cambio. A esos boomers les toca el Eternauta. A los millenials, que estamos acostumbrados ya a leer y reconocer las historias de dictadura reciente en la región, nos mueve todo el esqueleto.
La introducción del personaje que luchó contra los ingleses en Malvinas y que aun padece síndromes post traumáticos, es el portal que nos lleva a poder atravesar lo combativo, a sentir lo que es enfrentar a un enemigo, en este caso dos veces: en Malvinas y en la actualidad.
Nos damos cuenta con El Eternauta, que no se necesita ninguna invasión alienígena como para reflexionar acerca de lo que es necesariamente tener un enemigo interno y otro externo. Las formas de organización de la gente común y corriente, pensantes, atentos, eufóricos frente a tanta violencia y destrucción, y no paran, se juntan, charlan en clandestino, conocen a sus propios vecinos que veían todos los días y ahora los ven con otra mirada, con la mirada de captura. Como pasaba en dictadura “mira la vecina viejita que me saludada todos los días, es la que me entregó”, “mirá mi compañero de estudio que era simpático, ahora se juntó con la JUP y nos señaló”. Estos pensamientos se me vienen a la cabeza con el Eternauta, colmada de mensaje políticos, salvadores, crítico al sistema, pero con la historieta de personajes muy bien organizada.
La debilidad natural frente a la violencia extraña nos hace caer a todos, pero aquellos que en la mirada se puede ver detenida como la interpretación de Darín con Juan y del uruguayo Troncoso con El Tano, forman un dúo de resistencia brutal: el primero sabe todo, con esa mirada sabe todo lo que pasa, conoce de traiciones y, por supuesto, porque estuvo en Malvinas, sabe disparar y muy bien. El segundo, El Tano, también de mirada franca y desconfiada, pero su habilidad manual e ingeniosidad pasa a ser una herramienta fundamental, necesaria ya cuando se necesitan viejos dispositivos y estrategias. El papel de la inmigrante venezolana, Inga, mujer joven, inteligente, valiente y combativa, nos deja impresionados porque incluyen al género y a nuestra generación, muy activa, que mientras duela a su hermano lucha con sus compañeros por y para la resistencia, de una forma distinta por supuesto a las esposas de Juan y de El Tano.
A todo el equipo que está realizando semejante serie, en un país que más que nunca necesita verla, pienso en nuestros hermanos argentinos y pienso en nosotros todos como región, cuán necesaria es ver esas miradas francas y compañeras de gente que lucha por resistir al enemigo, una monja que no es monja y que es una indigente y organiza una iglesia para salvaguardar a los más desdichados mientras suena el tema Credo interpretado por Mercedes Sosa (del disco Misa Criolla).
La serie y Oesterheld nos han dado una caricia de amor revolucionario, de solidaridad combativa y de fe para resistir al momento más crítico del postcapitalismo y tecnofeudalismo que impera, que nos deja más solo que nunca a pesar de la híper pero vacía interconexión. Esto es motor de cultura y cultura como motor, esto deja huella y brinda homenaje a un Montonero, a sus 4 hijas asesinadas y a sus dos nietos aun desaparecidos.
La serie El Eternauta es una gran grito de ¡PRESENTE!
(*) Lucía Sigales Noguera es Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de la República y Técnica en Gerencia Turística por la Universidad ORT