MARX Y LAS COMUNAS

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Prefacio a la edición uruguaya

Por Colectivo Mate Amargo1

Pedí el libro “Marx y las Comunas” en tu librería más cercana, o comunícate con nosotros, pero de ninguna manera te lo pierdas. Es un esfuerzo de Mate Amargo, con auspicio de la RedH y hecho posible desde Ediciones del Berretin. Su autor es nuestro periodista y colaborador cubano José Ernesto Nováez Guerrero.

En tiempos en que el capitalismo, en su fase hiper imperialista, apela al individualismo en su máxima expresión, donde las diferencias se subliman en el éxito o el fracaso personal, insistimos: ¡qué imprescindibles resultan las propuestas colectivas! No solo de sobrevivencia conjunta frente al desastre neoliberal, si no -y fundamentalmente- de futuro. Al “sálvese quien pueda” oponerle “ven, salvémonos juntos”, es un desafío colectivo, esperanzador. La Comuna es justamente eso, y mucho más. Es, en definitiva, una opción posible.

Para José Ernesto Novaez, este joven, audaz y revolucionario escritor cubano, la categoría de “incompleto” responde a la necesidad de seguir andando, responde al proceso de elaboración inacabado del hoy y del mañana, responde, en tal sentido, a la esencia dialéctica de Carlos Marx.

Aquí el Marx eurocéntrico explica, en parte, aquella afirmación suya de no autodenominarse “marxista”, recreado por corrientes en contraposición al Marx dinámico, contradictorio como la propia realidad, y en constante evolución. Este Marx toma la práctica como criterio de verdad y resurge en los análisis de las situaciones particulares que aquí se presentan, cobra sentido en la disputa actual.

Novaez nos presenta un Marx en desarrollo, madurando la teoría revolucionaria en el devenir histórico concreto, cultural y geográficamente referenciado, en las experiencias revolucionarias. En lo viejo de las comunas rusas y en lo nuevo de su existencia y potencialidades, en las cambiantes condiciones de un mundo o sistema global que se estaba forjando, siempre con la mirada en las enseñanzas claves para el hoy y el mañana.

El método en Marx, aquel aporte filosófico aún no superado, parece -en este estudio- nuevamente subyacer como causa endógena al sentido inacabado y de permanente enriquecimiento analítico en cada concreción histórica. Es que lo “concreto”, en Marx, es resultado del análisis, no punto de partida, aunque también lo sea y no por gusto, los escritos que aquí se analizan son de esa madurez que implica despejar la esencia del Todo: “Lo concreto es concreto, porque es la síntesis de muchas determinaciones, es decir, unidad de lo diverso” (Marx, 1966). Es, en definitiva, la dialéctica de la teoría como resultado de lo que sucede fuera de ella, en la objetividad de la historia.

Descansa, en la obra de Novaez que hoy traemos, también la crítica a “generalizar lo general”, a tomarlo como absoluto en desconocimiento de las partes que, de suyo, lo componen; costumbres tan poco útiles al análisis de nuestra región. Más específicamente, como planteaba Aricó: “Convertida… por el propio autor (Marx) en una obra abierta, múltiple de sentidos, El Capital sirvió, no obstante, en la lectura hecha por el movimiento socialista, como fundamentación teórica de una visión teleológica de la evolución de las sociedades, a partir de la cual cada una emergía de la anterior siguiendo un esquema unilineal que desembocaba en el triunfo inexorable del socialismo” (Aricó, 1982). Es que el concepto de Formación Económico Social de Marx resultó poco tenido en cuenta, o fue desdibujado su propio método, su sustento filosófico, sus análisis históricos y su práctica revolucionaria.

¿Cuánto más hubiera podido aportarnos José Carlos Mariátegui (1894-1930), a pesar de su temprana muerte, si hubiese tenido a su alcance toda esta obra de Marx inédita hacia 1930? ¿Cuánto más hubiera podido aportarnos el propio Vladimir Ilich Lenin (Uliánov)? Marx, partiendo del análisis concreto del mismo escenario -la historia y coyuntura de Rusia- unos años antes, adelantó mucho más que las bases para la teoría de la posibilidad del triunfo revolucionario en el eslabón más débil de la cadena imperialista, que Lenin luego sintetizó en los marcos de la dialéctica del todo. Mariátegui, enriqueció la teoría desde nuestra realidad concreta, aun sin conocer los aportes de Marx que aquí se destacan.

Asimismo, la experiencia de la Comuna de Paris y la necesidad de retomar sus enseñanzas, sumado al grito de “¡Comuna o nada!” por las ciudades y campos de Venezuela, nos provoca e interpela hoy más que nunca en esta América Latina nuestra.

¡Qué importante resulta para la Patria Grande retomar estas discusiones! Que, de alguna manera, siempre diferente, rozan no solo las contraposiciones en tiempos de Mariátegui y Mella, si no que se retoman en los 60´, también en tiempos del progresismo en su primera ola y hoy, porque disputa los tiempos de cambio en el corazón mismo de sus organizadas, inclusivas y divergentes masas populares.

Diferencias en la unidad de hoy, enmarcadas en la capacidad de centrarnos en las herramientas institucionales de clase o en colectivos que pudieran ser semilla de, al menos, algo diferente. ¿Son las formas colectivas de propiedad y producción factibles de transformarse en formas comunales? Tenemos en Nuestra América sustento histórico para pensarlo: aún persisten comunas a pesar del colonialismo destructivo de siglos y están en nuestras raíces. Todos son temas que trae este pequeño y gran libro, necesario a la revisión de cada una de las particularidades específicas, porque no es para nada menor, hoy por hoy, levantar las formas comunales como sustento de diferentes relaciones sociales, incluso de producción y por tanto de distribución, pero sobre todo de bienestar común o buen vivir.

Es que la historia de Marx es la historia del movimiento revolucionario de su época, que él mismo trasciende llegando al hoy con ímpetu renovado. Lecturas sesgadas y dificultades para el acceso acabado de su obra, entre otras razones, prefiguran la noción de un marxismo sin Marx. La irreverencia del pensamiento de Marx queda aquí, de la mano de José Ernesto, en evidencia. Puertas que parecen cerrarse, pero que se abren con fuerza una y otra vez.

¿Democracia Representativa o Democracia Directa? El Poder Popular ejercido de forma directa, las diferencias con los parlamentos u otras instituciones representativas, aparecen conviviendo, aunándose y contradiciéndose. Es el corazón de las formas comunales. Esta obra está lejos de pretender o buscar acuerdos a pie juntillas, todo lo contrario, es pensamiento vivo que -de manera ya desacostumbrada para las y los luchadores de siempre- nos acerca un Marx diferente y más actual que nunca.

¿Lo expuesto implica que la Comuna se presente en este libro como único Modelo? ¿La Comuna se presenta aquí como Modelo sustitutivo al Socialismo en Europa del Este, por ejemplo? ¿Modelo exclusivo? NO. La Comuna se presenta como una realidad tangible y particular, plausible de generalizar SI, pero desde la propia particularidad y hasta donde esa misma realidad lo admita, pero igualmente imprescindible. Si bien José Ernesto Novaez la excluye en su posibilidad esplendorosa para desarrollar toda su potencialidad en los marcos del sistema capitalista, no la niega ni como germen (basta observar sus expresiones en el análisis de la vieja comuna rural rusa), ni mucho menos en el papel que cumple en la construcción de la nueva sociedad (puntero en la sociedad venezolana de hoy). Tal vez con razonamiento similar al de Lenin cuando refería a las cooperativas2, entiende el desarrollo pleno de las mismas en los marcos revolucionarios propicios..

Tenemos mucho para trabajar, para aportar y este libro podrá ser, sin dudas, una contribución a ello, en el marco de la disputa de poder anticolonial y antisistémico que encierra.

1 Colectivo Mate Amargo es un Colectivo integrado por las y los compañeros que construimos a diario este medio de comunicación alternativo.

2 “Sobre la Cooperación” es una de las últimas obras de Vladimir Ilich Uliánov (Lenin) escrita en enero de 1923 y publicada en el periódico “Pravda” pocos meses después. Allí hace un análisis específico de estas formas de propiedad y producción “privadas” pero de propiedad colectiva y expresa “mucho de lo que parecía fantástico, incluso romántico y hasta trivial en los sueños de los viejos cooperadores, se convierte en una realidad sin artificios” ((Lenin), 1961), refiriéndose a los tiempos en que el cambio de sistema o “derrocamiento de los explotadores” en su expresión anterior, era un hecho en la Rusia de aquellos días.