Qué Pena des, para un pacto de caballeros

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Por Ricardo Pose

Las denuncias que pesan sobre el senador Gustavo Penadés por al menos explotación sexual de menores, mueve los cimientos del sistema político en su conjunto.

Penadés no es un político ni legislador cualquiera.

Si alguien debía poner un ejemplo de un político tradicional del sistema político uruguayo y del Partido Nacional, sin dudas su nombre estaría entre los mencionados.

Militante del herrerismo desde 1982, edil en los 90 y legislador desde que fue electo como diputado en 1994, su nombre se asocia a esa categoría que el vulgo denomina, “los políticos”.

En diciembre del año pasado se proyectó regionalmente al ser electo Presidente del Parlamento del Mercosur, y pocos escapaba su condición de hombre fuerte de la vieja lista 71 del Herrerismo.

Sus opositores políticos destacan su capacidad de diálogo y su firme defensa de sus convicciones sin denigrar al adversario.

Era además en el ámbito legislativo, reconocido por propios y ajenos como un trabajador en términos parlamentarios.

Su postura corporal era acorde al recinto parlamentario; vestido de impecable traje, deambulaba por el palacio tal cuál un caballero dueño del sentido y el orgullo de ser representante de  un sector de la sociedad.

Poseía como otra cualidad destacada por tirios y troyanos, un agudo pensamiento e inteligencia.

Para el conjunto del sistema político, este incidente por el momento, es el gran escándalo político en la historia del Uruguay, con la  misma contundencia de las primeras denuncias contra los Curas Pedófilos; al igual que la institución Iglesia en aquellos acontecimientos, esta denuncia golpea a la Institución Política uruguaya.

Orientaciones

A pocos escapaba  sin embargo su dualidad de personalidad al estilo del doctor Jekyll y el señor Hyde, no como una persona que se desdobla entre el bueno y el malo, sino en la de su imagen política pública y el de su intimidad.

Intimidad que a veces ha dejado expuesta con torpes acontecimientos como el insuceso con un funcionario policial en Maldonado.

Es cierto que una de las pocas virtudes de la política uruguaya es no hacer cuestión ni utilización de la orientación sexual de los políticos.

No está en el ADN cultural de la política y por ahora, del manejo de los medios de comunicación.

Por poner solo dos ejemplos: el ex vicepresidente nacionalista Gonzalo Aguirre vivió su homosexualidad restringido a los círculos más íntimos y exclusivos de los boliches gay, y mucho más acá en el tiempo, cuando alguna prensa intentó amplificar el uso político de los rumores de la condición homosexual del ex vice presidente Raúl Sendic, no le fue nada bien.

Es cierto que su orientación ha tenido algunos costos Para Penadés; en el sistema político varios daban por sentado que Penadés sería el próximo Ministro de Defensa del gobierno de Luis Lacalle, dado su conocimiento en el tema y en los aportes que había realizado a la Ley Orgánica de Defensa, pero su orientación sexual era un hueso duro de tragar para los militares, por lo que finalmente fue nombrado Javier García.

Aunque le cueste

La primera denuncia realizada en forma pública la realizó Romina Celeste, una conflictiva militante trans nacionalista, cuyo mensaje que manejó muy bien en su terreno de las redes, parecía ser el producto de un lejano rencor, y de una chicana política ante el ninguneo del Presidente del Herrerismo, pero no demoraron mucho en abrirse las puertas del infierno para el distinguido senador.

Estas denuncias más allá de que logren comprobarse o no, exponen una realidad invisibilizada como es la prostitución y el abuso sexual masculino, que tal vez por su condición masculina en una sociedad patriarcal, parezcan sus víctimas menos vulnerables, agregando que por esa misma visión, el homosexualismo masculino es visto como un estigma de la sociedad.

Complejizando un poco más el asunto; cuando la sociedad tiene como referentes aceptados del mundo gay a prestigiosos cocineros y del mundo de la comunicación o a senadores de la república, poco se atiende a los gurises que viven en los barrios marginales, en un mundo marginal, abusados y cuya salida al mundo de la prostitución es menos visible que la población trans.

Según ha deslizado Penadés en su entorno, estaba siendo extorsionado (silencio pago con dinero) por quienes habían sido testigos de sus predilecciones sexuales.

Eso podría explicar porque Romina Celeste después de haber militado durante tanto tiempo con el abusador de su adolescencia, se tomó tanto tiempo en denunciarlo.

Pacto de caballeros

Las reacciones del sistema político posiblemente fueran las esperadas ante tamaña denuncia por fuera (y por encima) de los escándalos ocasionados por el gobierno.

La denuncia contra Penadés (nada menos que contra Penadés) es muchísimo más grave que el pasaporte al narcotraficante uruguayo Sebastián Marset o lo de Astesiano.

Yerros varios que en cualquier denuncia por abuso sexual que no fuera contra un senador de la republica son imperdonables, y además inexistentes.

El primer imperdonable gesto fue el del Ministro del Interior Luis Alberto Heber yendo al despacho de Penades a brindarle su apoyo moral, aunque sabemos que además fue a ver como se reorganizaban las autoridades herreristas a partir de éste nuevo escándalo.

El segundo y en consonancia fueron el del secretario de presidencia Álvaro Delgado y el Presidente Luis Lacalle, declarando públicamente que confiaban en la inocencia de Penadés, algo así como cuando una madre ante la primera denuncia de abuso de su hija, reacciona tratándola de mentirosa.

Pedido el desafuero y teniendo arriba de la mesa el posible apartamiento del partido nacional, las fuerzas que integran el oficialismo hablan de un “pacto de caballeros” para evitar el tema sea debatido y se vote sin pasar por la comisión correspondiente y el plenario de la Cámara.

La oposición no la ha tenido fácil; superada la perplejidad algunos referentes pesados como el matrimonio Mujica Topolansky han hablado de “pena” sobre lo de Penadés, aunque suene como un juego de palabras.

Para otros dirigentes frenteamplistas (algunos tentados) pero la mayoría evitando “entrar en el barro”, lo de Penadés permite volver a poner en el debate parlamentario las leyes que protegen pero no alcanzan, a los niños y adolescentes uruguayos.

Todavía sobrevuela las limitaciones de la actuación judicial en la Operación Océano.

El sistema político debería en su conjunto actuar con energía condenando tales prácticas sin individualizar responsabilidades que deberá determinar la justicia, pero se teme el antecedente, el antecedente de que todo sea una farsa, un maquiavélico plan de chantaje, y a todo eso ayuda más allá de su voluntad, la figura y el discurso de Romina Celeste.

Pero Romina Celeste es la mordida del perro de quienes ahora hacen un pacto de caballeros pero toleraron su presencia con su discurso y práctica anticomunista en las calles y en las redes.

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