“…lejos del bullicio de las armas…”

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@mateamargouy

Colectivo Histórico “Las Chirusas”

En abril de 1813, del 5 al 20, se llevaba a cabo el Congreso de Tres Cruces, también conocido como el “Congreso de abril”. Se reunieron en asamblea los vecinos de la campaña, los habitantes de las afueras y los emigrados de Montevideo por su adhesión al sistema americano.

La última sesión, el día 20 de abril, se resolvió la creación de un gobierno municipal. El éxodo (1811-1812) había traído como consecuencia el despoblamiento, el empobrecimiento económico y el abandono de las fuentes de trabajo. Además, los enfrentamientos militares persistían y el ejército no se podía abocar a los asuntos económicos o a la reorganización social.

Así nacía el Gobierno económico de Canelones, asentado en la Villa “Nuestra Señora de Guadalupe de los Canelones”, lejos de un Montevideo que resistía la figura del Caudillo y lejos también de las batallas que seguían librándose en la búsqueda de una Provincia Oriental independiente de la conducción porteña.

La soberanía -pero también el momento- particular

De esta forma la Provincia Oriental ejercía su libertad e independencia, definiendo así su posición política. Los presentes juran que la provincia debe ser un Estado libre, soberano e independiente, debiendo reprobar toda adhesión, sujeción y obediencia al Rey, a cualquier figura del Gobierno español como a cualquier otro extranjero.

Los “…desórdenes, abusos y excesos que en ella (la campaña) se notaban con grave detrimento de la tranquilidad pública y equidad social…”(1), una campaña cansada de la guerra, desposeída de sus riquezas fruto de los saqueos y arreadas de ganado por parte de Portugal, el robo, el contrabando y la inseguridad, hacían de éste, el momento más oportuno para la creación de un gobierno económico de la Provincia Oriental.

Este organismo municipal tomó como modelo una institución de la administración colonial y si bien puede parecer contradictorio, “el Cabildo era el que más se ajustaba a nuestra realidad regional y del ‘pago chico’”(2). Los cabildos se alzan -y se justifican– en los pedidos e inquietudes populares, es donde los vecinos encuentran el espacio de representación. Por eso la idea de un Gobierno Provincial a imagen y semejanza de los Cabildos Populares.

Cometidos

Tendría como función administrar justicia y recomponer la economía al interior del país, para ello implementaría cabildos y jueces a través del voto popular que ayudarían a la organización político- administrativa.

Se buscaba la gratuidad de la administración de justicia y su desprendimiento de las competencias entre el fuero civil y militar, el abastecimiento de los ejércitos, la recaudación de tributos, el estímulo a la agricultura y recuperación de la ganadería para servir al bien de la provincia.

Sin duda que la preocupación mayor fue atender los asuntos económicos, preferentemente los referidos al medio rural y a la administración de los bienes.

Artigas, al momento de formular sus conceptos sobre la propiedad, tuvo a su alcance los modelos de la Revolución francesa y de la Constitución federal norteamericana. Pero su concepción trascendió la acción individual, considerando la propiedad en su función social, hecho por demás inédito para la historia de las ideas sociales en América: “la propiedad privada es determinada por las necesidades del movimiento emancipador, como forma de asegurar el triunfo definitivo de la causa americana”(3)

Las Proyecciones pasadas y la ceguera actual

Quizás la propuesta más ambiciosa fue la de un proyecto de constitución territorial para el cuerpo político de la Provincia oriental del Uruguay”, libre soberana e independiente.

Políticamente, pero también en términos productivos, por eso el 30 de octubre de 1815 se presenta el “Proyecto de Agricultura para la Villa de Guadalupe”. Se trataba de “…impedir la sangría que para la economía local significaba la compra en el exterior de los productos agrícolas”(4)

En publicaciones pasadas (pero recientes) de este medio, supimos de la existencia de un brote de viruela en tiempos artiguistas. Vimos cómo el mismo se combatió, sin que por ello se dejara de lado la lucha por soberanía y justicia social.

200 y pico de años más tarde, y ante un nuevo combate contra un virus, la actitud de los gobernantes difiere tanto o más como las posibilidades con las que se contó en un momento y en otro. ¿Hubiera Artigas dejado librado al azar a un territorio que, tanto ayer como hoy, cobija a una gran parte de la población total del país? ¿Se hubiera fijado Artigas en las opiniones políticas de sus conciudadanos más necesitados para decidir si se encargaba de los problemas o no, como hoy pareciera hacer la coalición derechista de gobierno?

¿Acaso no se parecen los comerciantes, barraqueros, navieros, saladeristas, montevideanos, de ayer, que se oponían al ideario de justicia artiguista…a los empresarios, montevideanos, de hoy, que sostienen y justifican este gobierno centralista e impopular?

La historia, como siempre, tiene algo para decir.

NOTAS

  1. Reyes Abadie, Washington; Bruscheta, Oscar H.; Melogno, Tabaré. El ciclo artiguista. Tomo 2; Universidad de la República, departamento de publicaciones; Montevideo; 1969; Pág. 129

  2. Coordinador Histórico. Vigencia del Artiguismo. Centro Artiguista por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Montevideo; 2007; Pág. 8

  3. Zubillaga, Carlos. Artigas y los derechos humanos. Comité Central Israelita del Uruguay, Comisión de Prensa y Difusión; Montevideo; 1966; Pág. 113

  4. Barrán, José P. y Nahum, Benjamín. Bases económicas de la revolución artiguista. Ediciones de la Banda Oriental; MOntevideo; 1986; Pág. 147

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