Celsa Puente
En declaraciones de prensa (diario La República, 28 de setiembre de 2019), el candidato a presidente por el Partido de la Gente, Edgardo Novick, recordó y lamentó que «sólo el 42% de los uruguayos termina Secundaria, en un mundo en que la tecnología está suprimiendo a los trabajos primarios.
En muchos países de Europa han preparado a sus jóvenes para encarar esos trabajos, pero Latinoamérica no y Uruguay menos». Más allá de que es preocupante el nivel de egreso de la educación media superior, y que es de justicia reconocer que es un desafío pendiente pues durante este período logramos un avance sin precedentes en la convocatoria y matriculación en el Ciclo Básico, es interesante señalar algunas cuestiones relacionadas con la mirada que los candidatos ponen en la educación:
La educación oficia de “botín de guerra”, particularmente la educación media, de la que todos hablan usando a su antojo datos e informaciones de modo caprichoso para justificar sus ideas siempre mágicas. Nunca como hasta ahora, se ha visto la aparición de “pedagogos”, pues todos los y las uruguayos/as, más allá de que tengan un título de grado afín o discordante o directamente no tengan título de ningún tipo, parecen tener ciertas condiciones “especiales” para el diseño y la aplicación de medidas educativas que por arte de algún hechizo mejorarán la vida de las instituciones y la formación de todos los ciudadanos en forma inmediata.
Es un tema políticamente tan rentable que la educación es un vocablo siempre presente en los discursos, sin embargo, es un significante con multisignificados del que no se hace una conceptualización clara. Así es como Novick, por ejemplo, lo utiliza desde su mirada empresarial como un proceso que asegurará a la sociedad unos trabajadores que le “rendirán” a juicio de sus necesidades, prestaciones con efectos lucrativos. Y en este sentido, aclaremos que no es el único.
Muchos candidatos sostienen ese afán lucrativo de fondo que desmerece la mirada que desde la izquierda propone una visión diferente desde el paradigma de los Derechos Humanos.
Por otra parte, hay una esencia con relación al concepto donde muchos “entreveran” la jugada para salir ilesos y cumplir sus objetivos. Así es que mientras que para los frenteamplistas la educación es emancipadora y forjadora de una oportunidad humanizante en términos de proyecto de vida, para los partidos de la oposición suele ser una forma de cristalizar los lugares sociales de origen asegurándose aquella organización inicial que siempre tuvo Secundaria como institución seleccionadora prevista solo para aquellos cuyas familias pensaban en un destino universitario para sus hijos y naturalmente tenían condiciones económicas, sociales y culturales como para ofrecérselos.
En el fondo, la gran contienda educativa se juega en relación a la sociedad que soñamos. Y mientras algunos soñamos con una educación como proceso de reconstrucción de vidas que permite que cada uno elabore su proyecto vital más allá de la familia de origen que le tocó en suerte, otros –los otros- creen en una educación que les permita asegurar que cada uno quedará fijo en su lugar social, unos sosteniendo y disfrutando los privilegios que la familia le puede ofrecer y otros trabajando sin descanso y sin derechos para que esos privilegiados puedan sostenerse. Eso sí, este es un discurso no dicho, disfrazado, montado en la lógica de la democracia discursiva que siempre rinde y rinde mucho. La génesis reside en la idea de la “bondad” en la que se abren dispositivos educativos para los “pobres” sostenidos por los buenos ricos a quienes los primeros les deberán la vida “in eternum”.
Por eso para Talvi, los 136 liceos al estilo del “Impulso” son la salvación ya que cumplen la doble función de hacer sentir poderosos a quienes tienen fondos para hacerlo –que además es una bondad económica sin costos porque está sostenida en la exoneración de impuestos, que da una imagen en la prensa para los prestadores muy beneficiosa- e ejercer la “bondad” de premiar a los mejores y a las mejores familias seleccionando a sus hijos para una “experiencia” singular, que de paso crea la fantasía discursiva de que es posible abrir puertas para los desfavorecidos destruyendo la idea de lo público como espacio de desarrollo.
En tanto, el Partido Nacional abandonó durante este período aquella idea de la transformación curricular en base a “anillos “o “círculos del saber” que había presentado sin éxito en las elecciones anteriores y tiene en su programa expresiones escasamente discutibles como por ejemplo el desarrollo de “una política educativa que privilegie la calidad de los aprendizajes, la igualdad de oportunidades”, un lugar común, que nadie se atrevería a discutir como incorrecto. El caso es que hay muy pocas pistas acerca de cómo lo lograrían, exceptuando la mención al discutido Promejora, un modelo de funcionamiento institucional que seleccionó en el período anterior, a centros educativos con gestiones fuertes para acompañarlos en una lógica de trabajo que ya existía, pero al que le daban vigor con formación y acompañamiento de un equipo técnico. ¿Realmente alguien puede dudar de que a partir de una decisión propia, cualquier escuela o liceo que cuente ya con un equipo de gestión dispuesto fortalecido por un equipo técnico externo, puede tener mejores resultados de los que ya tiene? Nuevamente además aparece en el discurso la mención engañosa a la singularidad como condición universalizable.
En nuestro caso, podríamos hacer una larga lista de centros educativos públicos que actualmente tienen excelentes resultados, generan ambientes de aprendizaje creativos, sostienen vínculos con la comunidad que son especialmente enriquecedores de su práctica, trabajan codo a codo con familias y esto no significa que podamos reproducir esas buenas experiencias en el chasquido de un par de dedos. La condición de lo escalable, no solo refiere al análisis de condiciones específicas de las comunidades en cuestión. Los centros educativos, habitados por personas en entornos particulares no son “clonables”, esa fantasía se da un golpe frontal con el propio discurso de la autonomía que algunos dicen sostener en su retórica y que daría para hablar largamente porque tampoco queda clara su conceptualización.
Por último, y sin intención de pretender un abordaje minucioso en lo que en pocas palabras es un esbozo de los discursos circulantes, me gustaría poner el foco en la participación, otra palabra “linda” que suelen usar nuestros políticos pero que ha estado ausente en los gobiernos de la oposición que hemos conocido, y aclaro, ausente no como palabra, sino como práctica. De cualquier modo, reconozcamos que al menos hay algún chispazo de sinceridad, porque la otra gran propuesta del Partido Nacional es erradicar la figura de los/las Consejeros/ as electos/as, que ya estaría previsto en la famosa ley de urgente diligenciamiento que de llegar al poder estaría presentando el Poder Ejecutivo en las primeras horas de mandato. Y es que ellos seguramente y como ya han demostrado muchas veces, dirigirán el país y con él la educación, como dice el famoso bolero, a “mi” manera.
Como frenteamplistas, es necesario poner foco en la mirada intersectorial. La educación debe trabajar coordinadamente con los otros organismos que atienden las infancias y las adolescencias, sin romanticismos, con eficacia para lograr que todos los y las jóvenes de cualquier estrato social logren su desarrollo potencial que les permita gestar su proyecto de vida. La mirada transversal es impostergable y el foco debe ser el centro educativo alrededor del que deben trabajar las otras unidades territoriales que tienen a su cargo el desarrollo de otras políticas sociales. Es una inversión con una tasa de retorno asegurada que fortalece lo público, que erradica los asistencialismos y hace del otro un sujeto de derechos y no un objeto de bondades.
Para enfrentarlo hay que comprender que el desafío sigue siendo grande, que la vida de la educación, de los centros educativos, de los niños, las niñas, adolescentes y jóvenes no se configura en compartimentos estancos, sino que nos necesita mirando en integralidad y multidimensionalidad. Allí no existen únicas recetas de éxito pero sí es importante saber que el camino ya está instalado, por lo que es necesario recorrerlo con fuerza, y no dar ni un paso atrás.
@PuenteCelsa