Por Lucía Sigales Noguera(*)
y Carlos Pereira das Neves(**)
Tiempos difíciles son los que estamos viviendo en el planeta, como siempre y a la vez como nunca, ya que existe la posibilidad creciente de que el conflicto de Oriente Medio escale a una guerra mundial y eso incluya el uso de armamento nuclear. Una situación que podremos ver cómo y quién la empieza pero no hasta dónde pueda llegar ni quién sea el último en apretar algún botón rojo. Sea regional o -en el peor de los casos- global, la vida del ser humano en la tierra no volverá a ser la misma, si es que al final todavía existen chances de que alguna forma de vida sobreviva.
Necesitamos ser tremendistas porque las posibilidades aumentan conforme Israel y -ahora- Estados Unidos continúan agregando tensión a una situación ya de por sí tensionada. Mucha gente pareciera haberse olvidado de que Israel no ha parado de bombardear naciones soberanas (Palestina, Líbano, Yemen, Irak, Siria, Irán) desde el 7 de octubre de 2023 y pareciera no vincular la actual agresión en curso a Irán con los bombardeos anteriormente mencionados.
Si no estamos todavía en un conflicto total es por la paciencia estratégica de la República Islámica de Irán que ha respondido de acuerdo a las agresiones recibidas y en estrecho cumplimiento de las leyes internacionales -en este caso- de autodefensa. Pero también de la paciencia de la Federación Rusa que viene sufriendo las provocaciones de la OTAN a través de Ucrania desde 2014, o las fallidas sanciones económicas; y la paciencia de la República Democrática de China con las provocaciones occidentales en el Mar Meridional, presiones comerciales, entre otras.
¿Quién gobierna a quién?
A la dificultad de los conflictos militares en curso, se le debe de sumar la dificultad de entenderlos, porque los medios de prensa alineados con la propaganda occidental se encargan de repetir los argumentos que les son dictados, entonces cuando se habla del conflicto en Medio Oriente escuchamos hablar de “terrorismo” o “bomba nuclear”.
Ahora también, y por el inocultable genocidio en Gaza a manos de la entidad israelí, pretenden entretenernos con sus análisis de que Estados Unidos es gobernado por Tel Aviv y de que Estados Unidos está siendo arrastrado a conflictos que no ha buscado. Argumentos que buscan generar un manto de dudas sobre los acontecimientos para que una de las verdades que se pueda instalar es que se trata de conflictos inter imperiales, llevando a los analistas -y a la gente en general- a buscar una neutralidad en un conflicto de “locos”.
Son pocas las voces, aunque en aumento, que se animan a decir que estamos asistiendo a la caída del imperio estadounidense, que la velocidad y ferocidad con la que se han desarrollado los acontecimientos, responden a un intento desesperado del país del norte por no perder su hegemonía mundial ante el ascenso de China, en materia económico-comercial (que se amplía con los BRICS) y el ascenso de Rusia en materia militar.
Es necesario recordar que, entre el inicio y mediados del siglo XIX, en Estados Unidos maduró la idea de un “Destino Manifiesto”, el presunto derecho divino a gobernar el continente americano. A través, del desarrollo del “Poder Naval” -según los postulados del geoestratega norteamericano Alfred Mahan- y con las ventajas geográficas: dos océanos como barreras de seguridad natural y alejados de los conflictos europeos o asiáticos, y el hecho de no tener enemigos ni conflictos militares de grandes dimensiones con ningún país americano, Estados Unidos fue construyendo su hegemonía. Para luego posicionarse como actor global eligiendo el momento para involucrarse en la I Guerra Mundial, y luego de la II Guerra Mundial, pero sobre todo con la caída de la URSS, terminó por erigirse como único gendarme planetario.
Estrategias de largo alcance
Allá por 1919, Halford John Mackinder, otro estratega y geopolítico, pero inglés, desarrolló la Teoría del Heartland o Área Pivote. Sostenía que: «Quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo.» El Heartland o “tierra corazón”, como lo dice su nombre, se refería al centro de la Isla-Mundial, compuesta por: África (sobre todo el Norte), Europa (sobre todo el Este) y Asia, una zona que concentraba más del 50% de los recursos económicos del mundo, según las estimaciones de Mackinder.
Ya por ese entonces se comprendía la importancia de esa vasta región que incluye los territorios en los que hoy se disputa algo más que cuestiones religiosas, de signos políticos u odios viscerales, como Ucrania y Medio Oriente. Pero que también incluyen otros territorios de conflictos latentes como: la península de Corea; las disputas limítrofes entre Pakistán e India; el Tibet y Taiwán; las tensiones en el Mar Caspio; los -poco comentados- acontecimientos en el Golfo de Adén y el Mar Rojo; Golfo de Omán y Golfo Pérsico; y hasta la solicitud de ingreso a la OTAN de un país como Finlandia.
Basta con agarrar un globo terráqueo, un planisferio o entrar a google maps para identificar que todos los territorios mencionados conforman un arco que rodea a Rusia y China, los gigantes que tienen una gran influencia (y en ascenso) en la Isla-Mundial que definía Mackinder.
Hablemos también de otro geoestratega, polaco-norteamericano, Zbigniew Brzezinski. Famoso por su obra “El gran tablero mundial: La supremacía estadounidense y sus imperativos geostratégicos” (1997), pero no por sus planes militares cuando ocupó el cargo de Consejero de Seguridad Nacional del Presidente Jimmy Carter (1977-1981). Él también entendía la importancia del ejercicio del poder en la masa continental euroasiática, en la que se concentra la mayor parte de la población mundial, de los recursos naturales y gran parte de la actividad económica del planeta. También entendía y promovía, como hoy lo sigue sosteniendo y accionando Estados Unidos, que la manera de atacar a Rusia y/o China era atacando a sus aliados en la región, generando conflictos proxy. En tal sentido, aconsejó al gobierno estadounidense a financiar muyahidines de Pakistán, Arabia Saudita, Argelia e Irán para desestabilizar el gobierno de Afganistán en 1979; y también aconsejó una intervención militar en Irán tras la caída del régimen dictatorial del Sah de Persia financiado por Occidente o presionar a Saddam Hussein para que Irak atacara a la revolución iraní liderada por el actual ayatolá Jomeini y apoyada por organizaciones islamistas, izquierdistas y estudiantiles.
Hemos citado a geoestrategas y geopolíticos de distintas épocas que coinciden en la importancia de una activa participación política y militar hegemónica de occidente en la región de Eurasia. Pero basta con mirar la lista de países bombardeados por Estados Unidos y cotejarla con la lista de países que sufrieron cambios de régimenes violentos, impuestos, que transformaron naciones soberanas en estados fallidos, fáciles de dominar y fáciles de convencer en la instalación de bases militares, para entender que esto no se trata de azar.
Veamos la lista de países bombardeados del 45’ a la fecha:
- Japón (1945)
- Corea y China (1950-1953)
- Indonesia (1958)
- Laos (1964-1973)
- Vietnam (1961-1973)
- Camboya (1969-1970)
- Granada (1983)
- Líbano y Siria (1983-1984)
- Libia (1986/2011/2015)
- Irán (1987/2025)
- Irak (1991-2015)
- Kuwait (1991)
- Somalia (1993/2007-2008/2011)
- Bosnia (1994-1995)
- Sudán (1998)
- Afganistán (1998/2001-2015)
- Yugoslavia (1999)
- Yemen (2002/2009/2011/2024-2025)
- Pakistán (2007-2015)
- Siria (2014-2015)
Conclusión
A esta altura del artículo debería quedar claro que Estados Unidos no está cumpliendo los designios de nadie más que de sí mismo, utilizando o no a Israel, que también tiene sus propias ambiciones pero sabe de quién o de quiénes depende para llevar a cabo dichas ambiciones o incluso resistir las respuestas enserio, que ya están recibiendo.
Nuestras miradas apuntan a Rusia y a China, con quienes Irán tiene asociaciones militares pero también comercio y proyecciones comerciales, que se saben objetivos últimos de esta escalada occidental como dice el periodista catalán Rafael Poch: “Gaza fue el anuncio, Ucrania el tanteo, Irán la escalada, pero Rusia y China son la traca y el objetivo final”. Pero que además desde hace un largo tiempo vienen delineando un viraje hacia un mundo multipolar en el que prime la cooperación y el respeto a las todas civilizaciones.
En contraposición a un occidente en decadencia, con una Europa que renunció a tener incluso una voz propia y se anima a decir en palabras del canciller alemán Friedrich Merz: “Israel está haciendo el trabajo sucio por todos nosotros”, completamente alineados a la estrategia estadounidense. El imperio, que pasó de ser conducido por un presidente senil a ser conducido por un sociópata narcisista “dispuesto a quemar el mundo para salvar su trono” en palabras del comentarista vietnamita Sony Thang.
La paciencia estratégica con la que Irán ha respondido a las provocaciones estadounidenses e israelíes, que vienen desde el propio inicio de la revolución iraní y en estos últimos años desde el asesinato en Irak del General Qasem Soleimani (2020), y la prudencia en las declaraciones de las autoridades rusas y chinas, parecen ser la esperanza de que la caída del imperio norteamericano pueda venir acompañada por un reordenamiento de las leyes y organismos internacionales que pongan la mirada en Oriente y -¿por qué no?- también en el Sur global.
Porque entendamos bien, la paciencia estratégica iraní, rusa o china, no es una paciencia pasiva, no es un soportar cualquier tipo de provocación porque sí nomás. Hay una planificación, hay objetivos a largo plazo que no están siendo apresurados por la presión de algún revés militar coyuntural, hay un análisis constante del terreno, de los medios, de las opiniones, de las capacidades. Naciones milenarias, de culturas que aún se conservan y se defienden sin la necesidad de ser exportadas como productos acabados de las últimas aspiraciones del ser humano.
(*) Lucía Sigales Noguera es Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de la República y miembro del Capítulo Uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH).
(**) Carlos Pereira das Neves es escritor, columnista y co-Director de Mate Amargo. Coordinador del Colectivo Histórico “Las Chirusas” y miembro del Capítulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)