BRASIL: Una victoria continental

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Por Colectivo MateAmargo

En una elección ajustada, no por las voluntades que mayoritariamente se inclinaban hacia Lula sino por las artimañas de un personaje absurdo, nefasto, que fue erosionando la convivencia política -y hasta la propia política- mucho antes de asumir como Presidente de Brasil…ganó finalmente Lula.

Como un quiste que se resiste a ser extirpado, traspasando las líneas del juego democrático y con tanteos -lisa y llanamente- golpistas, el mismo día en que se definía la segunda vuelta, al señor de los disparates, de los miles y miles de muertos por COVID fruto de su malintencionada incredulidad, al comandante de la Bala, la Biblia y el Buey…se le acabó la fricción. No lo salvó ni la cloroquina, ni el juez Sergio Moro, ni Neymar. Ni nuestro Presidente, Lacalle Pou, con quienes intercambiaban asiduamente mensajes públicos de mutua admiración, casi que un acicalamiento ideológico.

Cierto que no todo es alegría, que el sistema de elecciones brasileño tiene muchas anclas para no desprenderse demasiado del status quo, que el pueblo tiene que seguir luchando gobierne quien gobierne, que la diferencia que se preveía no se materializó -entre otras cosas- por un fascismo anónimo y avergonzado de sí mismo que hasta tiene que mentir cuando lo consultan…pero ¿cuándo los procesos han sido fáciles para la izquierda?, ¿cuándo hemos podido bajar la guardia aunque sea un segundo, aunque sea adentro de grandes alianzas progresistas y -ni que hablar- centristas? Y además, no perdamos de vista las dimensiones del resultado, Brasil no es un país más, ni en nuestro Continente ni mucho menos en un Concierto Internacional que pone en duda la hegemonía global norteamericana ante el ascenso de naciones dispuestas a emprender su propio camino, sin tutela ninguna.

Las fuerzas progresistas y de izquierda, de América, respiramos tranquilamente. Preparamos el escenario de lo que se viene, con los espacios conquistados y los que faltan por conquistar, no solo Uruguay, Ecuador, Paraguay…sino también los espacios continentales. En esto último, el papel de Lula va a ser determinante, y esperemos estar a la altura para retomar un camino hermanado de liberación, de soberanía.

Pero sobre todo estar a la altura para estrechar los vínculos que suelen estar ausentes en las elecciones o en las cumbres, la unión de los pueblos por abajo, el fortalecimiento de una conciencia latinoamericana que marque la senda. Sabiendo que de ella dependemos cientos y cientos de millones, que no debemos regalarle nuestro andar a nadie en particular pero que sí podemos ver a Lula, a Pepe, seguir caminando después de tanto, y echarnos a andar nosotres también.

¡Hoy América tembló!

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