Griselda Leal Rovira
Las cárceles de todo el mundo están repletas de delincuentes, muchos de ellos son simples ladrones, pero son muchísimo mayores las riquezas robadas por los ladrones de guantes blancos, que utilizando mil estrategias, algunas incluso legales o consideradas como socialmente aceptables o tolerables sin cuestionamiento.
Es bien conocido el saqueo de que fue objeto nuestro continente Latinoamericano en la época de la conquista por parte de países europeos, sobre todo el robo de oro y plata que en muchos casos era extraído por los nativos en régimen de esclavitud y muerte prematura.
África ha sido despojada de sus riquezas de manera despiadada. Un continente con infinitas riquezas ostenta una enorme pobreza, terribles hambrunas y discriminación por quienes se sienten superiores y jamás son juzgados.
Europa disfrutó de bienestar económico con el que acrecentó su bagaje cultural y bienestar en buena parte en base a saqueos, aunque internamente también hubo explotación de los pueblos por parte de las familias reales, verdaderos parásitos rodeados de lujos y placeres.
Estados Unidos explotó hasta el cansancio a Centroamérica en la primera mitad del siglo XX con las repúblicas bananeras, adonde colocaba gobiernos dictatoriales títere que sometían al pueblo trabajador apoderándose de las ganancias y de sus riquezas naturales.
Más tarde siguieron hacia el sur, comprando materias primas baratas en nuestros países y vendiéndonos artículos manufacturados a precios muy altos con la complicidad de gobiernos y políticos corruptos.
En lo que llevamos de este siglo se han multiplicado las guerras en Medio Oriente y África por parte de la OTAN encabezada por los Estados Unidos y acompañada por varios países de la Unión Europea. El motivo fundamental siempre es el saqueo apoderándose de riquezas como el petróleo y también el robo y destrucción de valiosas obras de arte producto de culturas milenarias. El dominio de territorios que deja como saldo destrucción, muerte y pobreza. Como consecuencia millones de familias emigran hacia otros países, especialmente Europa, buscando una mejor vida.
Desde su creación los bancos se han basado en la usura, aunque no se considere de esa manera, incluso blanqueando capitales y respaldados por los gobiernos que los auspician.
Las mafias que lideran negocios como la droga o la trata de blancas contribuyen a la acumulación de capitales.
Las leyes, que son hechas en general por quienes tienen poder económico, muchas veces en su interpretación, suelen ocultar intereses oscuros que benefician a los mismos de siempre.
Pero en los últimos años hemos visto un máximo descaro con el saqueo a Venezuela y ahora a Rusia.
Con la excusa de que no se debía poner en duda de que Nicolás Maduro era un dictador y debía ser derrocado, el gobierno de Donald Trump bloqueó a Venezuela, la sometió a enormes dificultades económicas al punto de que millones de personas debieron abandonar el país.
El objetivo bien claro era apoderarse de las riquezas que el gobierno de Hugo Chávez rescató. Además de los enormes yacimientos petroleros, el país contiene gran cantidad de minerales valiosos para la industria moderna. Como si eso fuera poco, el gobierno de los Estados Unidos se adueñó de las instalaciones que Venezuela tenía en suelo norteamericano que le permitía convertir el petróleo en combustible, además el gobierno del Reino Unido se ha negado a entregar el oro depositado en sus arcas como garantía, imprescindible para paliar la tremenda situación que el pueblo venezolano estaba viviendo como consecuencia de la pandemia.
Ahora le toca a Rusia, es el nuevo malo de la película, tras una fuerte campaña de satanización centrada en la figura del presidente Putin, el horror de la guerra sirve de pretexto para apoderarse de cuantos valores rusos sean posibles, hasta Finlandia, que debía devolver a Rusia una valiosa colección de obras de arte que había sido enviada para exposición, se niega entregarla a sus legítimos dueños.
Estados Unidos además de promover la guerra con el propósito de someter a Rusia, también no pierde la oportunidad para hacer un mezquino negocio. Ofrece armas a Ucrania, pero no en donación, sino en préstamo con opción a compra o a compra con facilidades. Es decir, Ucrania además de poner los muertos y la destrucción, va a quedar endeudada.
¿Cómo es posible que hayamos llegado a esta situación en que un puñado de personas atesoren una fortuna similar a la de la mitad de la población del planeta.? La respuesta está en el egoísmo, la insensibilidad y las herencias que han pasado de generación en generación y se hermanan con los nuevos ricos que cada vez están más empoderados. La riqueza y el poder van de la mano.
Estamos en un nuevo cambio de paradigmas y la lucha continúa.
