La In dependencia

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@mateamargouy

Colectivo Histórico “Las Chirusas”

Lejos de la solemnidad de las conmemoraciones y las manifestaciones institucionales; lejos también de las fechas y las instrucciones a lo largo de nuestro pasaje por los diferentes ciclos educativos, el acompañamiento civil; lejos de los simbolismos y las reivindicaciones que cada corriente del pensamiento atribuye al 25 de agosto…o, tal vez de esto último, cerca. ¿Qué significa hoy “la independencia”? ¿o es un objeto acabado, declarado allá por 1825, inamovible, una herencia que acompañará la vida de nuestro Estado-nación por siempre y en todas las esferas?

Hoy vinimos poco científicos, un poco más cientistas. Hoy vinimos a preguntar mucho y a responder menos. Sin citas, sin andar preguntándole a los autores, a las autoras, que se han animado a establecer las conexiones, las razones de los actores del momento, de la geopolítica del momento. Sobre todo sin preguntarles a quienes nos vendieron la historia cierta, una clarividente independencia pasada que nos ciega las dependencias presentes.

Los imperios no se han acabado, se han movido, han caído algunos y se han levantado otros. Están los que vemos por televisión, que hacen gala de su maquinaria de guerra para entrar en cuanta tensión exista, que abonan tensiones con elementos no tan estruendosos como un misil o un portaavión. Están los que nunca vamos a ver en un enfrentamiento militar directo pero en cuyo seno se definen las principales políticas de los organismos internacionales. Están e inciden.

Y si vamos a ser detallistas, también están las potencias que a nivel mundial no configuran un imperio, pero a nivel regional dominan la escena. Dominan y, a la vez, comparten el derrotero de los países pequeños, también se plantean un desarrollo en clave de soberanía, también pelean contra la injerencia de las grandes potencias mundiales.

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Por suerte el desarrollo de la ciencia tiró por la borda esa idea de que el sol giraba alrededor de la tierra y que la tierra era plana. Cuesta que algunas de esas ideas aterricen en el plano del pensamiento cuando todavía hablamos de “pueblos elegidos”, así se trate de Israel y las implicancias en el sometimiento de naciones enteras o la estabilidad de toda una región, como en las vidas humanas que se perdieron en nuestro país por la negligencia de un gobierno que actuó pensando que no nos iba a pasar nada de lo que estaba sucediendo en el mundo entero.

Eppur si muove. La tierra, las ideas y -por supuesto- también las luchas. También se mueven, repetimos, los intereses hegemónicos. Entonces, y antes siquiera de pensar si ¿tenemos o no, o si tuvimos alguna vez, independencia?, ¿por qué insistimos en pensar la independencia como un proceso acabado? Al punto que estamos entregando nuestro puerto a una multinacional por 60 años, la materialización de la lucha imperial en el continente, el símbolo de la lucha por la soberanía de nuestro pueblo…y como si nada ¿celebramos la independencia? Asistimos a un recorte en el presupuesto del Instituto Nacional de Colonización para la compra de tierras, una de las herramientas que nos ha permitido palear -entre otras cosas- un poco la extranjerización de la tierra, que solamente se dio en la década de los 60’ cuando teníamos presidentes que eran agentes cooptados por la CIA (Benito Nardone), cuando la embajada norteamericana y las primeras cartas de intención que empezamos a firmar con el FMI marcaban nuestras políticas de Estado…¿cuál es la independencia que hoy podemos festejar?

Y a partir de allí revisar nuestro legado artiguista, la voluntad de los pueblos de sentirse parte de algo más grande sin que ello signifique entregar su soberanía. Porque bien que para diferenciarnos de Argentina, tenemos la independencia a flor de piel, pero frente a las aspiraciones continentales brasileñas hacemos mutis por el foro.

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Volver a la esencia, al verdadero significado e implicancia de los términos.

Independencia es construir un camino alternativo para no seguir siendo colonia, seguramente como país pequeño no nos va dar la nafta para hacerlo solo y para ello tenemos que buscar los acercamientos en el continente. Independencia=autonomía, independencia=soberanía, para no quedarnos solo con los desfiles, los arreglos florales, los feriados, los protocolos.

El llamado del 25 de agosto está presente no por lo que representó sino por lo que representa hoy, por esas discusiones, por esas construcciones constantes que tenemos que tener y esos horizontes a los que no debemos renunciar.

Desvestir la discusión, superar el simbolismo per sé y separar los intereses nacionales reales de la mímica con que la ideología actual en el gobierno nos llena el ojo, mientras entrega el país cumpliendo a cabalidad su eterno rol de “peores americanos”.

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