De la esperanza a los nuevos desafíos

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Hace 43 años nació una esperanza para Uruguay. Un puñado de mujeres y hombres creyeron que valía la pena jugársela por una utopía que podía cambiar la triste realidad del país.

Esa esperanza, llamada Frente Amplio creció al abrigo del pueblo que soñaba con un cambio profundo. Persecución, tortura, cárcel, exilio, sufrieron miles y miles de personas que luchaban por esa utopía.
Es imposible no recordar al General Seregni y sus enseñanzas. Decía, en el discurso por los 25 años del Frente: «sufrimos duros golpes desde que nacimos porque nacimos para cambiar el país y lo estamos cambiando».

Este gran estadista nos ha guiado y guía porque fue un demócrata en todo el sentido de la palabra y lo demostró luchando contra la dictadura y construyendo día a día diálogos entre todos los uruguayos. Un hacedor de puentes para encuentros y entendimientos y más allá de las diferencias, para rescatar las coincidencias.

Y es justamente en el encuentro y en la unidad, donde celebramos el legado fundamental del General. Seregni decía que a los frenteamplistas nos emparenta la historia, esa que cada día, cuando nos reunimos, con amigos, en familia, nos permite compartir anécdotas y vivencias que mantienen viva esta mística frenteamplista, que nos hace una fuerza política incomparable.

Aquel 5 de febrero de 1971 nació la esperanza y fue tomando forma hasta transformarse en realidad.

Y hoy somos el mejor proyecto para el país y la realidad lo demuestra. Hoy avanza el país productivo con justicia social. Dejamos atrás el Uruguay del “sálvese quien pueda”; del “hacé la tuya”; con un proyecto que protegía a los privilegiados y castigaba a los olvidados.

En las décadas blanquicoloradas, de años perdidos para miles de personas, cerraban las fábricas, el desempleo crecía, las familias emigraban y los asentamientos se expandían mientras la salud y la enseñanza se caían a pedazos.

Hoy con los gobiernos del Frente Amplio, hay 1.650.000 uruguayos con empleo; hay consejos de salarios; los trabajadores rurales y domésticos han visto reconocidos sus derechos; se han reactivado industrias como ALUR, Envidrio, entre otras; el poder de compra de los hogares creció cerca del 50% en términos reales si se lo compara con los ingresos de 2004.

Hemos bajado la pobreza y la indigencia y hemos mejorado la igualdad. Tenemos niveles mínimos de desempleo, hemos invertido en educación y salud como nunca antes y hemos reconocido derechos fundamentales como el matrimonio igualitario, la elección de la identidad de género, las licencias parentales, la reproducción asistida, entre varios avances.

Y es un orgullo conocer miles de historias a lo largo y ancho del país que viven ciudadanos anónimos, que son en definitiva para quienes gobernamos y que hoy pueden desarrollarse gracias a las políticas de nuestros gobiernos junto al pueblo.

Es hermoso ver niños y niñas de escuelas públicas ganar concursos internacionales gracias al Plan Ceibal, o emocionarnos con niños de escuelas rurales que viajan por primera vez al Solís y vibran con una obra teatral, o conocer a un abuelo que recupera la visión en el Hospital de Ojos, o festejar junto a los adultos mayores que reciben su certificado de “alfabetización digital”.

Podríamos señalar tantas pero tantas historias de vidas transformadas en este tiempo que ocuparíamos varias ediciones.

Hoy debemos pararnos fuerte para defender todos estos logros y además debemos luchar por los nuevos sueños y desafíos.

Continuaremos bajando la pobreza, mejorando los niveles de salarios y la distribución. Avanzaremos con más derechos reconocidos, con más cultura, con mejores servicios de salud (hoy universales) y mejores resultados educativos. Seguiremos construyendo viviendas y garantizando el acceso a las mismas.

Persistiremos en el largo y difícil camino de mejorar la seguridad y la convivencia con el compromiso de todos para enfrentar la violencia, así como continuaremos trabajando por servicios públicos de mejor calidad y de mayor eficiencia.

Seguiremos luchando para que los jóvenes tengan su futuro acá, con más familias que vuelvan y se re encuentren y en definitiva con hacer del Uruguay todo el mejor lugar para vivir, nuestro lugar para vivir.

Pero no podemos perder de vista que estos nuevos desafíos se cimientan sobre las transformaciones de estos 10 años, y que sólo el Frente Amplio, aquél de “ha nacido una esperanza”, puede ser hoy el constructor de éstos.

Con la unidad, la convicción y el tesón de nuestros forjadores, seguiremos luchando por Uruguay y ganaremos esta nueva batalla para alcanzar el 3er Gobierno de izquierda. Lo alcanzaremos para no perder lo logrado y para concretar los nuevos desafíos con el compromiso de siempre.

Frenteamplistas, ¡a redoblar!

¡¡¡Vamos por nuevos sueños!!!

Por: Mónica Xavier. Presidenta del Frente Amplio

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