La Democracia

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Por Juani Casuriaga

La Constitución Nacional paraguaya es casi revolucionaria a excepción de su capítulo en defensa de la propiedad privada. La última constituyente realizada en 1992, post dictadura, es probablemente el regalo más hermoso que dio la caída de Stroessner (1) a este sufrido país.

Es hasta donde pudimos avanzar, en los papeles, pero solo en el papel. El Estado Social de Derecho no pasa de ser un lindo enunciado.

El 20,76% de la población paraguaya vive en pobreza, entiéndase hay aproximadamente 1.505.422  paraguayos y paraguayas pasando hambre, estos números que ya eran alarmantes antes, llegaron a este nivel con la pandemia.

Las causas son múltiples, la solución: avanzar en el proceso democrático.

Hemos avanzado en el acceso a educación, sin embargo, es común aún encontrar adolescentes que no han pasado nunca por la escuela. 6 de cada 10 niños que inicia la escuela no terminan la secundaria. Escuelas con infraestructura en peligro, docentes en aulas sin rubro, escuelas sin equipos técnicos, almuerzos escolares focalizados. Los avances en entrega de kits escolares, desayuno, merienda y almuerzo escolar siguen llegando solo a un sector de la población, en algunos casos, más por desidia que por falta de presupuesto.

El avance en infraestructura para centros de salud ha dado un paso importante, la gratuidad en la atención desde el Gobierno de Lugo es probablemente lo que ningún gobierno Colorado se ha animado a retroceder. Sin embargo, la falta de medicamentos, profesionales, estudios médicos, etc., es la constante.

Antibacunas y antiderechos tienen micrófono libre y están hasta en el Parlamento. La herencia cultural del stronismo se pasea en el cotidiano y se reivindica desde varios púlpitos. Las universidades no son la excepción.

La concentración de la propiedad de la tierra, la reforma agraria inconclusa y los tres poderes del Estado son cómplices de esta situación: prebendarios, oligarcas y clasistas. Mucho por construir en el corazón del sur.

Una izquierda que sufre de confusión ideológica, burocratismo, sectarismo, coyunturalismo y otros males, carente de visión estratégica no nos deja avanzar. El movimiento sindical desarticulado y patronista. Un funcionariado público que entrega el manejo de sus sindicatos al Partido Colorado (2), encargado de hacer mítines electorales y hurras al candidato de turno más que a defender derechos y el presupuesto estatal.

Un movimiento estudiantil actualmente en baja, el movimiento campesino desarticulado y con varias denuncias de corrupción y un movimiento de mujeres que no logra consolidarse.

Instituciones públicas sin institucionalidad, donde sirve más ser colorado que ciudadano para acceder a una política pública, ha generado una pérdida de credibilidad tremenda a todo lo denominado público.

Precarización laboral, inflación, un Ministerio de Trabajo preocupado por las patronales deja a los y los trabajadores sin futuro y en una angustia tremenda de sobrevivencia.

El sistema de seguridad social del Paraguay tiene una cobertura considerablemente menor que el resto de los países de la región. No es que nuestro presente sea de explotación, es que no tenemos futuro.

Un país que no piensa en la vejez digna de los trabajadores y donde acceder a miserables subsidios esta focalizado.

He intentado ser realista y la carga del pesimismo, juega con las pocas esperanzas.

Las consecuencias del retraso en el país, el casi nulo debate ideológico, la pobreza, la concentración de medios masivos de comunicación sin disputa en el debate, en el discurso, en el relato, hace que todavía ser un Estado democrático sea utopía.

Ya lo dijo Galeano, para eso sirve, para seguir caminando.

 

Notas:

  • Alfredo Stroenner, presidente de Paraguay por 35 años, con un modelo dictatorial.
  • Afiliado a la ANR- Asociación Nacional Republicana, partido de Gobierno y que se mantiene por mas de 70 años en el poder.

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