Mate Amargo, continuando el homenaje al Che y los compañeros caídos en Pando: Salerno, Zabalza y Cultelli en el acto del 11 de octubre pasado. Extracto del discurso del compañero Ignacio Morales, integrante del Frente Juvenil del MLN- Tupamaros
Buenas noches, compas.
Nos encontramos otro año en un acto tupamaro, honrando la vida y la lucha del Che y de Zabalza, Salerno y Cultelli, los compañeros caídos en la toma de Pando, bajo la bandera de Artigas con una estrella, la de nuestra casa, que representa la soberanía de los pueblos y la lucha por una sociedad sin explotados ni explotadores.
También, es el primer acto del MLN desde la muerte del “viejo Pepe”. Militante de esta casa, de todas las causas y revolucionario. A él también lo honramos hoy.
Del acto del pasado octubre a este, la situación política del Uruguay ha cambiado bastante.
Solo por decir lo más grande, el Frente Amplio volvió al gobierno. Sin embargo, ya sabemos por nuestra experiencia que absolutamente nada se agota en el gobierno, sino que la liberación nacional y el socialismo necesitan de mucho más. Y aquí hay que hacer algunas puntualizaciones.
El enemigo real sigue en la vuelta. La derecha, la ultraderecha y el imperialismo, recrudecen cada día y nunca dejan de actuar. Este enemigo real está en las costas de Venezuela, de nuestra América Latina, hundiendo barcos y desplegando su poder militar en busca de nuestros recursos naturales; está en Gaza aniquilando al pueblo palestino, perpetrando un genocidio para apropiarse de su territorio; está en Argentina vulgarizando la política, mientras hace sufrir al pueblo con políticas de hambre; y está acá, susurrándonos al oído que la política no importa, que es solo para políticos, aún menos para jóvenes, y que nada va a cambiar no importa qué gobierno esté ni que hagamos los y las de abajo. A éste enemigo real es al que tenemos que tener más presente en nuestras discusiones, ya sea en el barrio, ya sea en la institucionalidad o en nuestros movimientos sociales.

Igual de importante es dejar la tendencia a transformar las discusiones ideológicas en discusiones de gestión, mirar solo las consecuencias y no mirar las causas. Así como no se puede mirar el último eslabón de una cadena sin mirar los demás, no se puede discutir, por ejemplo, cuántos gurises egresan del liceo o de la Universidad vinculado exclusivamente a la gestión, obviando que hay muchas y muchos que no llegan porque son pobres, y que son pobres porque hay un sistema que las y los empobrece. Los problemas son estructurales, son complejos, eso no puede obviarse en las discusiones de la política cotidiana.
Bajo esta consigna que es “defender la soberanía de las naciones” hay que rescatar varias de las cosas que decía el “viejo Pepe”, luchador incansable por la integración regional y la Patria Grande. En este mundo de hoy, con potencias en pugna por la hegemonía mundial, atravesado por crisis económicas, sociales y ambientales, no solo la posibilidad de autodeterminarnos, sino la sobrevivencia de América Latina depende de que logremos juntarnos para defender lo que es patrimonio de todas y todos. Nuestras culturas, nuestros recursos naturales, nuestro Sur. Y esto no es solo cosa de gobiernos, ni siquiera de izquierda o de derecha; a esto hay que darle pueblo. Si queremos que todo lo que avancemos no se borre de un plumazo y queremos instalar una hegemonía del sur para el sur, tiene que ser un propósito primero de nuestras organizaciones sociales latinoamericanas conseguir la tan anhelada integración regional.
Imposible es tratar todos los planteos que estamos trayendo acá si no analizamos tampoco el rol de la juventud en la era actual. El sentido común imperante nos quiere hacer tender a pensar que la juventud es cada vez más de derecha y no le interesa la política. Ante esto hay que preguntar. ¿De qué jóvenes se habla, no? ¿Están incluidas las y los jóvenes sin voz? Yo lo dudo mucho, y no solo porque es lo que la experiencia como militantes nos dice, dudo de esto por algo aún más esencial: porque vivimos en un mundo desigual, con un capitalismo que reproduce desigualdades, y como humanos sufrimos estas desigualdades en lo más hondo, sean propias o sufridas por cualquiera en cualquier parte del mundo, y eso no deja margen para nada más que para la acción. No hay otra: o estamos organizados o estamos esperando la más mínima excusa para hacerlo, la juventud no es ese prototipo de joven apto para consumo. “Una juventud que no crea es una anomalía, realmente”.
En esta línea, aparece la importancia de crear organización popular. Crearla donde no la haya. Lo que como pueblo queramos, como pueblo lo conseguiremos si nos organizamos. En días como los de hoy, donde el crecimiento cada vez más frenético de la tecnología y de la desigualdad genera incertidumbre acerca de nuestra posibilidad de decidir lo que queremos para nuestro futuro, es cuando más hay que tener presente esto, lo único que nos va a salvar es organizarnos. Nada mejor para explicarlo que el mismo Che cuando decía “Si todos fuéramos capaces de unirnos, ¡qué grande sería el futuro y qué cercano!”.
Con esto sobre la mesa, quiero traer una experiencia de la militancia estudiantil. En el interior, el Movimiento Estudiantil está creciendo a buena velocidad, en liceos, centros de formación docente, UdelaR y UTEC. La llegada de centros educativos a zonas del país donde antes no las había, creó espacios para que los jóvenes se nucleen, jóvenes que antes no estaban organizados y ahora tienen un lugar en donde tener voz y desde donde dar la lucha. Jóvenes que no tenían voz o no encontraban dónde expresarla, hoy tienen un lugar. Estamos hablando de ciertos centros educativos, en ciertos puntos específicos del país. Solo imaginemos cuánta gente más hay en todo el país, dentro y fuera de la educación, que aún no tiene donde expresar su voz, donde organizarse. Quizás es el momento de plantearnos con más profundidad y honestidad a quiénes representamos realmente en nuestras organizaciones sociales. ¿Estamos llegando a todas las personas sin voz? ¿Tenemos un propósito de creación de poder popular o estamos cayendo cada vez más en el deporte de sostener estructuras?
Hoy Uruguay sigue teniendo desafíos. Enfrentamos problemas estructurales que los gobiernos de nuestro país, pero también los de otras naciones no han logrado resolver. El narcotráfico es un fenómeno cada vez mayor, que impacta de lleno en la vida cotidiana de los barrios; el crecimiento del trabajo por plataformas, que se aprovecha de la vulnerabilidad de amplios sectores de la sociedad, por nombrar sólo un par. Todos estos problemas debe abordarlos el Estado, pero primero debemos constituirlos también como un problema colectivo y buscarles, por tanto, una solución colectiva.
En esta tarea radica una de nuestras dificultades más grandes: volver a posicionar a las organizaciones como el centro para la resolución de los problemas de la sociedad. Hoy las respuestas se buscan en individuos, en instituciones, y estamos perdiendo gradualmente la capacidad de tener organizaciones que sostengan los reclamos colectivos en el largo plazo.
Para superar esta dificultad tendremos que ser creativos, y buscar esquemas más allá de los que estamos acostumbrados, pensando nuevas formas de organizarnos que respondan a las nuevas características de los tiempos en los que vivimos. Porque como dijo el Che, si no hay organización, las ideas van perdiendo eficacia.
La lucha de Zabalza, de Salerno y de Cultelli sigue vigente. También la de los compas que van partiendo. Acá hay mucho pueblo con las manos en alto para sostener las banderas. Por eso, una vez más decimos:
¡Habrá patria para todos y para todas!