SIN NOTICIAS DE MARGARET

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Graciela Jorge – Silvana Monzillo

DOMINGO 15 DE OCTUBRE HORA 20 IM SALA ROJA

Por Graciela Jorge (*)

Este libro que se presenta en la Feria Internacional del Libro de Montevideo en una reedición. La primera fue en el año 2000 y esta vez tiene el prologo de Karina Tassino y una actualización final que informa sobre las condenas establecidas en Argentina a los militares que secuestraron y desaparecieron a Margaret.

Puede sonar desconocido el nombre Margaret y es que en los carteles de desaparecidos/as aparece el nombre de Ada Burgueño. Es la misma joven minuana cuyo segundo nombre, Margaret, es con el que la llamaron durante su corta vida su familia y sus amigos.

Nació en 1953 en Minas, donde vivió infancia y adolescencia. Desapareció en Bs As en agosto de 1977

Escribir sin dejar rastro amar sin dejar rastro morir sin dejar rastro

No la conocíamos, y no es que importe.. Es tan representativa como todas, claro que con su pasado de sierras minuanas y con la particularidad de habernos dejado poesías, cartas y cuentos.

A su madre y su padre que entrevistamos en el año 1989 ya no los tenemos aunque en aquel año en que comenzamos el trabajo parecían habernos estado esperando para hablar de Margaret, como sus amigos de la infancia y adolescencia que sin que preguntáramos nos hablaban de ella, la que vestía siempre de vaqueros, la que daba su merienda de la escuela a los mendigos de la escalinata de la iglesia.

Hizo en Minas sus primeros estudios y Ciencias Económicas en Montevideo. Católica, perteneció a la JEC, Juventud de Estudiantes Católica. Acercada desde muy joven a los Tupamaros, repartió volantes, hizo distintas tareas en el pueblo natal. Su madre relata: Cuando empezaron los problemas políticos, suspendieron a una profesora porque había ido al sepelio del tupamaro que habían matado en el copamiento de Pando. Los chicos habían ido todos de manifestación a la Comisaría. Fue la primera vez que a Margaret la llevaron detenida

El cura de Minas, Narciso Renom dirá: Ese momento que tuvo América Latina desde los 60 hasta la década de los 80, esa época tan hermosa y rica, de un despertar Ese fue el tiempo de Margaret. Era la época signada por la Revolución Cubana, por el Chile de Allende, por los cambios en el Perú, época de intentos de respuesta a una inmensa cantidad de latinoamericanos pobres que vivían al margen.

Era el momento en que se hablaba de revolución y también se hablaba dentro de la Iglesia.

Ese cura tercermundista peleara por una Iglesia comprometida: La gente de Minas no estaba acostumbrada a que la Iglesia analizara temas políticos y muchos no lo aceptaban. Entendieron que la Iglesia invadía terrenos y que no tenía nada que decir en eso. Los mismos integrantes de la Iglesia no podían acabar de entender por qué ésta tenía que estimular a sus fieles a buscar un cambio.

Los católicos se ponían en la puerta y me decían: «A esa chica no la puede dejar entrar porque es de izquierda, la tiene que echar».

Yo les decía: «Bueno, usted se va a ir, pero esa chica va a entrar».

Margaret sabía que se torturaba porque en un test, un cuestionario que le habían hecho en la Casa de la Juventud del que nosotros tenemos la copia, dice que tiene miedo que la torturen tanto física como psíquicamente, y eso habrá sido cuando tenía 16 años y sabía que había tortura en Montevideo, en Minas

En 1972 Margaret viene a Montevideo a estudiar Ciencias Económicas y se aloja en el apto 4 de Gonzalo Ramírez 2021 Cuando se produjo el golpe de Estado militaba en organizaciones estudiantiles y ocupo la Universidad.

Su hermana Elizabeth cuenta: En el momento del golpe de Estado se habían llevado presos a mis hermanos por la militancia política y habían caído presos compañeros nuestros y mucha gente que conocíamos. A mi hermano Sergio lo habían llevado por vinculación con el MLN y a Jorge porque militaba en la Juventud del Partido Comunista. A ellos los tuvieron detenidos. Sergio había dicho: » A mi, si me vuelven a buscar me subo al techo y me tiro»

Sentate un momento por favor / a mirar este cielo negro y sin sin decir nada es mejor

mientras se nos mueren galaxias enteras sin poder hacer nada, ni siquiera llorar, agua y sal quemando, no ni siquiera eso, y entonces prendo la radio y escucho Salto grande, conmemoración, disolución de la federación, la mejor temporada turística, bueno y fresco el tiempo, esta noche, en Montevideo.

Esa densidad represiva del ambiente político uruguayo se hizo insoportable y Margaret vendió sus alhajitas de los 15 años y se fue a la Argentina.

A partir de ese momento, mandara cartas a su familia – se reproducen muchas de ellas en este libro- seguirá escribiendo poesía y dirá que le cuesta más escribir narrativa. Ese despliegue literario muestra cómo vive su exilio, con quienes se relaciona, cuales son los trabajos que consigue, como se desarrolla la política argentina, , «Cierto día, vino la Policía a la pensión buscando a un montonero o supuesto montonero, aparentemente pariente de unas cordobesas que vivían en la pensión Yo pensaba que cuando vieran nuestros documentos sospecharían y por las dudas nos iban a detener. Tratamos de hacernos las desentendidas. Yo me sentía como un ratón en la ratonera. Pensé: Si salgo de esta, es un milagro. Mientras el milico miraba mi documento yo le miraba las botas (era joven, rubio o casi) y pensaba qué preguntaría, qué tendría en su cabeza. Al final dijo con sorna:

¡Ah! Estudiantes.

No siguió con el tema.

Al día siguiente de la redada de la Policía caminamos las dos hacia la estación —eran 6 o 7 cuadras— en silencio y de pronto nos miramos y Margaret dijo:

¡Qué cagazo, hermana! «

Conoce a su compañero militante del ERP al que se une en la militancia argentina.

Buscamos a la chica uruguaya, nos dijeron.

Hicieron vestir a Marga. En un momento que miré para la cocina, ella estaba parada, vestida con pantalones y una camperita. Había un termotanque en la cocina donde los chicos prendían los cigarros. Cuando yo pasé, ella estaba muy tranquila prendiendo un cigarrillo.

Margaret escribirá antes de su secuestro lo último que ven los testigos :

Ayúdame esta noche en que la locura me invade
y me avasalla suavemente
Ayúdame, que me seducen delirios de muerte
mano tibia acariciante, amarga y dulce
Ayúdame, que se me están acabando los cigarros
que me estoy quedando sin palabras
que me estoy olvidando de los cerros
que me desgarra esa canción, una voz con gusto a amigo
y me aletea la lúgubre tristeza
Ayúdame amigo
que me atrapa esta locura
y yo me entrego
Ayúdame
es el último cigarro

La memoria y del pasado en busca de los “ hechos “ es un viaje de ida y vuelta. Es el pasado que viene hacia nosotros y nosotros que vamos en busca de Margaret. Ella aun no ha sido encontrada.

(*) Graciela Jorge, escritora uruguaya autora de múltiples libros testimoniales de toda una época. Entre otras múltiples actividades fue coordinadora ejecutiva de la secretaria de derechos humanos de presidencia (2010-2015)

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