Por Andrés Correa (*)
“…Es deber humano causar placer en vez de pena,
y quien conoce la belleza la respeta y cuida
en los demás y en sí….” José Martí
El pasado domingo se realizaron las elecciones Primarias, Abiertas y Obligatorias (PASO), en Argentina, sufragaron más de 23,3 millones de las 34.330.557 personas habilitadas para hacerlo en todo el país.
Hay que tener en cuenta que las PASO además de la competencia interna para algunas fuerzas políticas, también marca la exigencia de alcanzar el 1,5 % de los votos para participar de las elecciones generales de octubre, son como una gran encuesta, en la que sí hay confianza.
El próximo 22 de octubre disputarán la elección presidencial: Javier Milei, con la Libertad Avanza, que obtuvo el 30% de los votos, Patricia Bullrich por Juntos por el Cambio y Sergio Massa por Unión por la Patria. Entre el primero y el tercero la diferencia no llegó a los tres puntos. Es un empate técnico en la primera etapa electoral. Sin duda, fue sorpresa que Milei resultara el candidato más votado.
Los 10 puntos de ausentismo electoral comparado a la anterior PASO presidencial de hace cuatro años y el 4,4% de votos en blanco deja expectante la disputa para octubre .
El resultado de las elecciones, que coloca a una tercera fuerza electoral de ultraderecha con chances de buscar la presidencia en Octubre, o de entrar al balotaje en Noviembre, y además tamaña abstención, dejó en evidencia un hondo malestar popular, producto de la falta de soluciones a la situación económica y social de la mayoría de la sociedad que se padece en los últimos años que explica en parte la falta de apoyo al oficialismo e incluso al propio Juntos por el Cambio como el gran frente opositor, pero que tuvo su alternancia en el gobierno (2015 – 2019).
El clima previo
En las 96 horas previo al acto eleccionario, mientras se transitaba una campaña con apatía social, el Área Metropolitana de Buenos Aires se saturó de muerte que alejó aún más al pueblo de las urnas.
El asesinato de una niña de 11 años, Morena, fue utilizado por los medios hegemónicos y centros de campañas electorales, necesitaban usar la muerte como relato. También Juan Carlos Cruz fue asesinado para robarle su auto frente a su casa.
En el marco de una protesta social de muy pocas personas en el obelisco porteño sin interrupción del tránsito, la infantería se abalanzó sobre Facundo Molares, lo arrojó al piso, presionó su cara y espalda contra la vereda y murió. Facundo Molares no se desplomó como dijo el médico titular del SAME, Alberto Crescenti, fue asesinado por la Policía de la Ciudad quien tampoco le brindó maniobras de reanimación en tiempo y forma para atender la emergencia.
Podríamos repasar otras muertes de los últimos 4 meses cuyos nombres no salen en la prensa y tampoco los menciona la política, el carancheo a la orden de algunos cronistas y políticos en tiempos de oportunismo electoral y operaciones mediáticas.
En Argentina los que sufren la violencia social, el crimen, los abusos, la desaparición en manos de la trata de personas y otros delitos, son las y los humildes.
Los hilos de una crisis y el futuro
A 40 años de democracia en Argentina, con un container de cuentas pendientes, se la reconoce mucho más compleja que el deber cívico de concurrir a votar. Y cada vez más se vota por personas, por afinidad o para evitar que tal o cual gane, porque los proyectos políticos están ausentes.
Mientras algunos piensan en cómo encarar las estrategias electorales de cara a Octubre, también surge el interrogante de cómo se transita estos dos meses. En un país dónde algunos hablan de la eliminación de una parte importante de la sociedad, con empresarios prebendarios, con una inflación al galope del 7% mensual y con la dependencia de las exigencias salvajes del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Queda claro que reivindicar, por ejemplo, las migajas de los aumentos a jubilado/as o festejar el bajo índice de desempleo sin tener en cuenta el nivel de ingresos de la mayoría de trabajadores permite que un energúmeno sea tendencia o viralizado por las redes al insultar a la justicia social.
En el marco de elecciones nacionales y cuatro décadas de la vuelta a la vida democrática en Argentina parece preciso poner en debate los temas centrales y de fondo con una agenda desde las necesidades y mejores oportunidades para las mayorías del país.
El resultado de las PASO dimensiona la gran deuda pendiente de la democracia que ha quedado demasiado pequeña ante tantas demandas básicas sin solución y que hoy atraviesan su debilidad.
El oficialismo tiene que generar en estos dos meses acciones de gobierno concretas que permitan a la población no sólo mejorar su actual situación sino que permita salir del ripio y vislumbre el inicio del camino en condiciones.
Las próximas batallas electorales van a definir el rumbo de Argentina.
(*) Andres Correa, Periodista argentino-uruguayo, director y conductor principal del Programa Radial “De Fogón en Fogón”