UNA NUEVA COLOMBIA SOLIDARIA

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Por Resistencia.org.uy

Colombia ha tenido un perfil de información hacia el exterior profundamente marcado por la violencia. Así como es un país privilegiado que reúne dentro de sus fronteras el perfecto resumen de un subcontinente lleno de contrastes y riqueza, también ha sufrido la síntesis más cruda de todos los males de la región.

Fue Colombia el gran bastión de la derecha latinoamericana durante décadas, fue a Colombia donde acudieron Lucio Gutiérrez y Lenin Moreno cuando decidieron dejar de lado el compromiso encomendado por los votantes ecuatorianos y giraron por completo hacia la contraparte, convirtiéndose en dos voces más del coro de amigos incondicionales de los poderosos. Fue en Colombia donde se estableció la mayor parte de la logística que durante años trató de desestabilizar el gobierno de Venezuela, por esa razón el Grupo de Lima hizo de Bogotá su casa.

Pero el espectro cambió luego de que el año anterior los votos, por primera vez en su historia, le dieron la victoria a un candidato que provenía de una propuesta abiertamente progresista. No un candidato formado desde y para la derecha tradicional con un discurso reciclado recubierto de eso que hoy tan fácilmente llaman populismo, sino un candidato con una propuesta claramente identificada con la necesidad de sacar de los hombros de la clase trabajadora la responsabilidad de sostener las finanzas de la nación, pero que ha sido condenada a estar lejos del disfrute de las ventajas de tener un estado que vele por sus derechos.

En ese marco, los marginados de siempre se han vuelto protagonistas y hoy la infraestructura del Estado mira hacia donde están las comunidades más apartadas.

Las iniciativas colectivas desarrolladas por las comunidades con el fin de hacer frente a la miseria son uno de los motores del cambio en el modelo productivo de Colombia. No se trata de dejar sin piso las empresas tradicionales, sino de ayudar a impulsar un modelo de propiedad colectiva que permita a las comunidades organizadas avanzar hacia la mayor autonomía posible e insertándolas dentro del modelo productivo.

La principal razón por la que los cultivos utilizados por las economías ilegales lograron arraigarse con tanta fuerza en el campo colombiano tiene que ver principalmente con el abandono al que han sido sometidas las comunidades agrarias. No se trata solamente del uso de la tierra en las zonas apartadas, sino de los medios para ponerla a producir alimentos, pero también de la forma en que estos productos pueden llegar a los consumidores finales sin que los costos de moverlos de las zonas de cultivo a las áreas de comercialización se terminen trasladando a los consumidores finales, obligando a que opten por productos más baratos que son importados en grandes volúmenes.

Para todas estas variables en la fórmula de superar la miseria existe una respuesta colectiva, que implica esfuerzos coordinados desde las mismas regiones que conocen la naturaleza de sus carencias y que solo han estado esperando la presencia de un Estado que ayude a su impulso y permita que lo que se produce en las regiones ayude a resolver las necesidades, primero de las regiones mismas y luego pueda entrar en la gran escena comercial.

En esta dirección a Mauricio Rodríguez Amaya, abogado que ha participado de los procesos sociales en Colombia durante las últimas tres décadas se le ha encargado dirigir la Unidad Solidaria, entidad del Estado que tiene como misión identificar cuáles son los principales aspectos a fortalecer dentro del sector de la economía solidaria en Colombia para ponerse a la tarea de reflotar un sector históricamente ignorado por el sistema.

En esta dirección Rodríguez y su equipo se han dado a la tarea de sacar adelante una serie de encuentros territoriales que han funcionado como ventana desde donde se puede hacer un detallado diagnóstico del estado de la economía solidaria en cada rincón de un país con una geografía particularmente difícil.

Desde allí se ha logrado generar un espectro claro de cuáles pueden ser esos aspectos en que se debe poner el acento y que en medio de la diversidad serán los determinantes a la hora de entender la política nacional como más que la suma de los esfuerzos locales.

Una vez cumplida la etapa de encuentros regionales, el próximo reto está en articular a nivel nacional todas esas inquietudes e iniciativas. Por esto el 27 de julio iniciará la primera Asamblea Nacional de Economía solidaria, popular y comunitaria de Colombia, allí se darán cita representantes de ese país profundo que se quiere convertir en motor del cambio frente a un sistema históricamente marginador y basado exclusivamente en la acumulación.

El gobierno de Gustavo Petro está iniciando y el éxito que logre dependerá del éxito de iniciativas que como estas ponen el acento en la gente, aunque desde los grandes medios se lleve a cabo un bloqueo informativo brutal, que se ha centrado en desarrollar una agenda de temas con énfasis en los debates generados por las contradicciones políticas inherentes al ejercicio de gobierno, que en las cosas que ocurren en la realidad de la población.

(Tomado de Resistencia.org.uy 30/05/2023)

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