Hacia el fin del Patrón Dólar. ¿Y Uruguay?

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Por EconomiaPolitica.uy

Gabriela Cultelli

Dibujo Adán Iglesias Toledo

Estamos viviendo un cambio de época cosa que es muy diferente a los cambios de ciclo económicos o políticos. Éstos son cambios estructurales de gran envergadura. Nos estamos refiriendo al ocaso de uno de los imperios más omnipotentes de la historia, el yanqui. El que en la década de los 90 se convirtió en juez y gendarme mundial, en un mundo que se volvía, por diversos procesos históricos, unipolar a ultranza. En ello, el dólar se coronaba con moneda universal. Pero este fue un largo proceso, vinculado al desarrollo del nuevo imperio y caída de los anteriores con sus áreas de influencia.

Más que patrón oro, el anterior, podría llamarse “patrón libra esterlina”, pues era Inglaterra quien por aquellos años de fines del siglo XIX y principios del XX, mantenía en sus bóvedas las mayores reservas de aquel metal precioso, difícil de transportar. Se sucede entonces la gran crisis que liquida el siglo y alumbra el XX, el avance de EEUU sobre esta región para desde aquí saltar a potenciarse en el mundo; 2 guerras mundiales como repartos territoriales y el destrozo de Europa con aquel país que en ambos casos solo intervino al final resultando victorioso.

Ya en 1945 el 50% de la producción mundial surgía del gigante del norte, plan Marshall mediante, él dólar, su moneda y a partir de los acuerdos de Bretton Woods, creación mediante del FMI y el BM, se levanta como moneda de atesoramiento e intercambio mundial, con la Reserva Federal como emisora que en un principio mantenía equivalencia con el oro como reserva. En tal sentido y con tal compromiso le ganó la parada a Keynes que planteaba la necesidad de una moneda de intercambio capitalista universal y una institución que la cobijara.

Luego la década de los 60 y los eurodólares invadiendo Europa hasta que, en 1971, Nixon decreta la inconvertibilidad unilateralmente y el rey dólar no necesitaría de mayor respaldo, emitido y regulado desde el imperio. Vienen los tiempos de la crisis del petróleo, después en los 80´, la crisis de la deuda o década perdida para el “patio trasero”, o sea para la América Latina. Finalmente, la caída del campo socialista, la URSS y el CAME y con ello el reinado único del monstruo (como le llamaba Martí al advertirnos allá por el 1895) y su moneda: el dólar.

El rápido y apurado resumen precedente, pretende dar idea de un largo proceso, pero además de algunos elementos económicos de construcción y destrucción de riquezas unido a ello, pero sobre todo de concentración de la misma en propiedad y dirección georreferenciada, porque todo reparto territorial implica distribución de riqueza global, mundial, donde la moneda de referencia implica toda una suerte de dependencia y dominio, donde la política monetaria de cada uno de nuestros países termina, de una u otra manera, influenciada y en muchos casos determinada por la Reserva Federal de EEUU y las fluctuaciones del dólar. O ¡¿Cuántas veces no habremos oído clamar a los dueños de este país (los exportadores) contra el “atraso cambiario” aún cuando se tratase en ocasiones de la baja del valor del dólar por caída de la tasa de interés en EEUU?!

Hoy varios elementos parecen anunciar otra tendencia. Con un PBI medido en valores constantes de 2010, EEUU continúa siendo la primera economía mundial, pero con una cuarta parte de la misma, recordando que cuando este proceso se afianzó al terminar la segunda guerra mundial el PBI de EEUU era la mitad del PBI mundial. Para 1960 representaba el 32% con el alza de la zona europea y el campo socialista, para 1990 un 27.3% y en 2021, último dato disponible en la base del Banco Mundial, un 29% pandemia mediante. Al mismo tiempo China pasa de ser un país pobre en 1960 ocupando solo un 1,5% del PBI mundial, a más que duplicarse en 1990 llegando al casi al 3% y con un crecimiento brutal hacia el 2021 generando la quinta parte de la producción mundial. Pero si se toma la medición más exacta, o sea en PPA (precios internacionales actuales) la economía China ya está en primer lugar, generando casi el 30% del PBI mundo, mientras que EEUU no llega a la cuarta parte. A raíz de este proceso, 800 millones de chinos/as, salieron de la pobreza.

Pero además China no está sola y a diferencia de la historia del imperialismo norteamericano. Si sumamos los BRICS, se supera la mitad del PBI mundial y se trata de 18 países que tomaron el Renminbi (moneda China) para sus intercambios. China es el primer exportador y es el principal socio comercial del 70% de los países del mundo, y en América Latina ya es el principal financiador interviniendo más que el Banco Mundial (BM) y el de Desarrollo (BID).

La comercialización del petróleo árabe con petroyúanes, que cuentan con el respaldo ruso y chino, sustituyó a los petrodólares en un 25%. El desarrollo de los sectores estratégicos de EEUU hoy ya depende de China. China es una gran fábrica de tecnología. Y poco que decir de la vieja Europa, muy condicionada por las restricciones económicas y la guerra que ella misma desató junto a EEUU, acelerando estos procesos

El peso en la generación de riquezas, y sobre todo en la comercialización mundial, sumado a las fluctuaciones propias de la moneda en sí misma, van haciéndole los primeros agujeros al patrón dólar, el dólar ya no es moneda única en el mundo., siendo este otro elemento importante que contribuye a mellar la unipolaridad, aunque la potencia imperial mundial continúe su política guerrerista y su hegemonía cultural y comunicacional poco golpeada aún.

El gráfico muestra la evolución de la participación de las principales monedas como parte de los activos de reserva en los Bancos Centrales entre el 4to. trimestre de 2016 y el 4to. trimestre de 2022. Se observa allí la tendencia a la baja de la participación del dólar que, en esos 6 años, pasó de un 65% a un 58%, mientras que el conjunto de monedas conformado por el renminbi, el dólar australiano y el canadiense, el franco suizo, el yen y la libra esterlina pasan del 13 al 17%, con una participación estable del euro (alrededor del 20%).

Parecen marcarse claras las tendencias del mundo, o cada vez con mayor claridad, no pudiéndose identificar estos procesos con un cambio en los permanentes ciclos económicos, que en definitiva son la forma de desarrollo capitalista desde que se gestó el sistema, mucho antes de su fase imperialista. Mucho menos asimilarse a simples ciclos políticos que hacen a los juegos electorales de unas democracias decadentes. Este es todo un cambio de época, es el ocaso de un imperio, y toda caída de estos gigantes en la historia de la humanidad han sido sangrientas y peligrosas para la sobrevivencia misma. Hoy el mundo no se muestra menos belicista.

¿Y Uruguay?

Realmente y por muchas razones parece no haberse enterado. Pudiéramos mirar la composición de sus reservas que desde 2016 se ha mantenido estables con un peso casi absoluto del dólar, acompañada de un tímido 2% de moneda china y algo más del 1% de euros.

Si el Frente Amplio llega al gobierno en el 2025 tendrá que tener en cuenta la necesidad de un cambio en la estructura monetaria de nuestras reservas para mayor tranquilidad de la nación.

Obviamente que decimos “Frente Amplio”, porque plantearse algún cambio en este gobierno derechista y mandadero, sería como pedir peras al olmo y no vale la pena malgastar pólvora en chimangos. Tan es así, que mientras Argentina y Brasil comienzan un proceso de comercialización en sus propias monedas y Lula propone una reunión de mandatarios para pensar acciones concretas que nos fortalezcan como región, aún con todas nuestras diferencias, pero como única forma de subsistir en este mundo cambiante, las derechas de la región encabezadas por el discurso de Lacalle, lo único que hacen es el discurso facilongo y mentiroso contra Venezuela,  haciendo zancadillas a la propuesta integracionista como buenos mandaderos de un imperio, hoy en decadencia. Esta posición hoy es más grave por el peligro de que nos lleve a pique con él, como paso en otros momentos históricos con los países que hicieron apuestas similares con imperios en decadencia.

Los tiempos ameritan estar muy alertas y unidos en la región, desde el Río Bravo hasta la Patagonia, toda la América Latina y el Caribe, y a pesar de las diferencias, pronunciamiento este que va también con el conjunto de la izquierda que muchas veces no ve que América Latina es Venezuela, Nicaragua, Cuba y cualquiera de nosotros, de nuestros pueblos, o simplemente no es, y nos pasaría así por arriba el tren de la historia.

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