«PASAPORTE», la nueva mascota de la selección uruguaya

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Ricardo Pose

Desplazando el bochornoso termo que representará a la selección nacional de fútbol en el mundial de Catar, pasaporte pasa a ser y no sólo para ese evento, la referencia por excelencia para el concierto internacional de Uruguay.
La alusión es tan potente que no sólo está en condiciones de desplazar al infortunado termo, sino que tiene todas las condiciones para dejar de lado las antiguas evocaciones del paisito: Maracaná, Jaime Roos y el Pepe Mujica.

En una sociedad donde el crimen se ha transnacionalizado, la obtención de pasaportes es casi un botín de guerra.
No sólo es un elemento preciado por el mundo del delito sino que para la obtención ilegal del mismo, genera sus propias fuentes de delito y por supuesto de negocio ilegitimo.

Lo que se halló fue un pequeño país con prestigio internacional en varias áreas mas allá de los signos de los sucesivos gobiernos, con una institucionalidad débil y funcionarios venales dispuestos a formar parte de las redes criminales, «de alto vuelo».

No son personas que se involucren en el narcomenudeo; son funcionarios que conservan su estatus y que acceden a información privilegiada y documentación que pueden fraguar y/o proporcionar.

Al hackeo de diciembre del 2021 de los datos de 80 mil pasaportes había antecedido el hurto de mas de 500 hojas certificadas en blanco de dicho documento.

Ahora que se conoce que había una estructura dispuesta a facilitar la obtención de pasaportes, el escándalo que involucra al gobierno con la entrega del pasaporte al narcotraficante uruguayo Sebastián Marset en la mano, resulta incomprensible. (Anoten el dato que Alejandro Astesiano como jefe de seguridad estuvo en Dubai en la avanzada del viaje de Lacalle Pou y al poco tiempo se concretó la entrega del pasaporte a Marset).

En el 2015 Interpol alertó a Uruguay que una célula ruso – cechena se había instalado en el país y andaban tras el tráfico de pasaportes para un negocio puntual de trata de personas.
El mercado ilegal con la mafia rusa, ya estaba en camino.

El Fibra Astesiano es la punta de la madeja.

El ex Jefe de Seguridad Presidencial es la punta de la madeja de una organización incrustada en reparticiones del estado Uruguayo tan sensibles como Identificación Civil, los Registros Civiles, el Ministerio del Interior, Cancillería y algunas Intendencias del interior, entre las hasta el momento detectados.
Alejandro «el fibra» Astesiano era un botija criado en el complejo de viviendas de Millán y Lecoq que a la mayoría de edad ingresó al Grupo de Seguridad Táctica de la Policía en Montevideo y empezó a militar en el Partido Nacional en 1999 en la lista 2 de Lacalle, con el dirigente Nené Villanueva.
Desde esa fecha y siempre en tareas del equipo de seguridad, lo conoce el actual Presidente Lacalle Pou.
De la Policía se fue en comisión como chofer del entonces ministro de industrias del gobierno de Jorge Batlle, Sergio Abreu y estuvo con él desde el año 2000 hasta que Abreu renunció al ministerio cuando el sector de Larrañaga decidió romper con la entonces coalición de gobierno.
De allí pasó a trabajar en un tiempo en servicios generales de Identificación Civil y luego trabajó en la Seguridad de las campañas electorales de Lacalle padre en 2004 y 2009 y en las de Luis Lacalle en el 2014 y en el 2019.
En todo ese tiempo el fibra fue indagado 35 veces y resultó procesado con prisión en una de ellas; la mayoría de las indagatorias por estafas.
Pero el ahora procesado que regenteaba una wiskeria, alquilaba apartamentos en forma irregular, montó una empresa de seguridad que hacia la custodia de la menos dos supermercados y vendía terrenos en forma irregular en varios departamentos del país, no actuaba sólo.
Manos amigas omitieron las 35 anotaciones para que el Jefe del SSP pudiera portar arma de fuego, borraron datos del Sistema de Gestión Policial, y ahora se sospecha, pueden estar detrás de la eliminación de miles de huellas digitales de los archivos de Policía Científica y de los datos de 80 mil pasaportes de Identificación Civil.

La cueva de Alí Babá

El presidente parece haberse tomado a pecho la filosofía de rehabilitación de personas que tuvieran conflicto con la ley. No fue el único.
El intendente de Paysandú, Nicolás Olivera compartió esa visión cuando mediante la Fundación A Ganar,  ONG de Ignacio de Posadas entre otros, contrató al Zorro Escobar un militante del partido nacional procesado en el 2009 por narcotráfico y explotación sexual de menores.
Es más, si uno contempla la larga lista de militantes nacionalistas que ocuparon cargos institucionales teniendo antecedentes o no mucho después siendo procesados por algunos delitos, hay que concluir que apuestan a la rehabilitación o forman parte de una gran comunidad que podría titularse como la cueva de Alí Babá.
Como dice el refrán popular que el mejor lugar para esconderse es debajo del farol, porque de lo que esta a la vista nadie sospecha, Astesiano y su grupo instaló su base de operaciones en el Piso 12 de la Torre ejecutiva, al lado del despacho del Presidente, aunque alguna prensa lo situó erróneamente en el Piso 4.
El golpe político que ésta situación genera al gobierno excede y me exime de mayores comentarios.
Lo que la justicia debe ahora poner el foco es en lograr detectar el resto de la estructura clandestina a la que Astesiano y el escribano Álvaro Fernández pertenecían y un elemento fundamental: seguir la ruta del dinero obtenido entre otras cosas, por la venta de los pasaportes.

La ruta del Pasaporte

En el 2017 es detenido Rocco Morabito, capo de la mafia italiana y vinculado a un grupo integrado por ciudadanos rusos y chechenos.
El mismo año la policía desbarata una red de migrantes cubanos regenteada por Lázaro Baés dedicada  al tráfico de personas en la frontera con Brasil.
En diciembre del 2021 hackean datos de 80 mil pasaportes de Identificación civil.
En junio del 2022 hackean información de Policía Científica.
En agosto del 2022 el escándalo del pasaporte entregado a Sebastían Marset que termina con la separación del cargo del subdirector de Identificación civil Alberto Lacoste, pero quedaron en falsa escuadra la subsecretaria de relaciones exteriores Carolina Ache y autoridades del ministerio del Interior.
En setiembre resulta procesado Alejandro Astesiano quedando en incomodisima posición el Presidente Luis Lacalle.

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