En la Editorial de la semana pasada dábamos cuenta de las ausencias que iba a tener la Cumbre de las Américas, de las impuestas por el país anfitrión (Cuba, Nicaragua y Venezuela) y de las que se fueron pronunciando a partir de ese autoproclamado “Derecho de admisión” (México, Honduras y Bolivia, por mencionar algunos), así como del clima que podría generarse a partir de la definición de quienes podían participar y quienes no.
Ésta, la del “Derecho de admisión”, no es una actitud novedosa en el manual del quehacer imperial. Estados Unidos ha mirado siempre al continente, y con su peor cara, cada vez que su hegemonía ha estado cuestionada y tal parece ser el caso. La novedad es que el tiro parece haberle salido por la culata, y parecería tratarse de una estrategia errante si le sumamos que el conflicto ruso-ucraniano-OTAN tampoco le está saliendo como se lo esperaba, al punto que ha generado una unión de países en su contra y ha permitido que países y organizaciones de nuestro continente (CELAC en la voz del mandatario argentino Alberto Fernández por ejemplo) lo reten en su propia casa.
Y cómo será la laguna que el chancho la cruza al trote, que en Uruguay tenemos al Diario El Observador publicando titulares tales como “La despoblada cumbre en Los Ángeles marca la cada vez más endeble influencia de Washington en América Latina y los yerros en la política exterior de la super potencia”. O el Financial Times británico que sentencia “Falta de ambición de EEUU corre el riesgo de perder América Latina”.
Tenemos a la potencia del norte dando manotazos de ahogado y -a su vez- tenemos esperanzas latentes de algunos cambios políticos importantes en la región, como es el caso de Brasil y de Colombia, que abren las puertas de un nuevo proceso de conciencia regional, hasta más grande que el vivido a principios de este siglo.
Lo ideal sería tener una estrategia popular-regional que se anime a trazar agendas que poco a poco vayan minando el nivel de incidencia de las potencias, tareas que no se miden por períodos de gobiernos ni por la fuerza de algunos de estos gobiernos, sino que tienen que ser sostenidas en el tiempo, con la vigía constante del campo popular e instituciones que se mantengan. Pero si ese proceso de maduración no nace por sus propios medios o se corta, también se puede apelar a la equivocación del enemigo…porque si, el imperio es el enemigo del pueblo, el imperio es el principal lastre que tiene el crecimiento y el desarrollo de nuestros países tercermundistas.
Por eso al mismo tiempo, entre el 8 y el 10 de junio -y a pocas cuadras de la vieja cumbre, en el Colegio Los Ángeles Trade Tech (LATTC)- se desarrollaba la “Cumbre de los Pueblos”. Allí, en abierta participación, confluyeron grupos comunitarios, sindicatos, pueblo en general, para discutir los principales temas que nos atañen hoy. Y como la solidaridad es la ternura de los pueblos, el presidente de Cuba no dejó pasar la oportunidad para agradecer la solidaridad, arma de revoluciones, y agregó: “Uds. son nuestra voz, la Revolución siempre lo ha tenido muy claro: allí donde los gobiernos nos nieguen la palabra, estarán los pueblos para representarnos, para hablar en nuestro nombre”. Porque para el que no quiere caldo, tres tazas.
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