La vida es un gran proyecto: para sí y los demás

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@mateamargouy

Fernanda Cousillas

Es difícil hablar de la producción de textos del “Bebe”. Sencillamente porque reúne un repertorio variadísimo, característica que entendemos, tienen las y los cuadros políticos. Un lente a través del cual leer el mundo, que se nutre de la coherencia entre la teoría y la práctica y además mantiene unas líneas generales que habilitan a analizar muchos temas. Fue un compañero que, sólo por el hecho de organizar sindicalmente a hombres y mujeres que vivían en condiciones de semi esclavitud en el norte del país, ya contaría con nuestro total respeto y admiración. Pero a esto se suman una tras otra, historias que merecen ser recordadas, textos que merecen ser rescatados, hechos políticos que deben seguir siendo reivindicados: tantos que no alcanza ni para empezar, un sólo artículo.

Precisamente por esto, es que decidimos recordarlo desde una de sus aristas de discurso, que es la que va dirigida a las generaciones que lo sucedieron. Ya sea desde un lugar más íntimo como lo es la recopilación epistolar Cartas desde la prisión, dirigida a sus hijos e hija; o desde La juventud y sus proyectos en la vida, a través de pequeños artículos que reflexionan en torno a la situación de la juventud de fines del Siglo XX. Si bien estos documentos, como todo documento histórico responden a una coyuntura, creemos que hay postulados que guardan plena vigencia porque hacen a concepciones más que a recetas, y nos ayudan a organizar el pensamiento.

Son textos reflexivos, que problematizan nuestro accionar, nuestras prácticas como especie, que son las que matrizan nuestra sociedad. Son reflexiones  esperanzadoras a pesar de las derrotas circunstanciales. Son en definitiva la búsqueda de un proyecto colectivo a largo plazo que nos exceda a cada una y cada uno.

Hay una intención muy clara que se desprende de las palabras del “Bebe”: su preocupación por pensar en clave de futuro, y eso implica pensar entonces inevitablemente en sus protagonistas. Quizás no desde la receta del “deber hacer”, pero si desde el análisis de distintas situaciones con responsabilidad histórica. Estos libros constituyen entonces, dos documentos de referencia para lo que su autor ha llamado “solidaridad supra-generacional”, un ejercicio poco frecuentado hoy en aquellos lugares en donde distintas generaciones convivimos. Solidaridad que no es más que pensar en el otro, pensar en otros y otras, y el momento en que les tocó/toca vivir.

Rescatamos algunos pasajes que nos parece ilustran lo que venimos sosteniendo. En primer lugar su planteo sobre la importancia de tener proyectos.

Es siempre el ser humano buscando romper el estancamiento, la inercia individual y colectiva a través de sus vocaciones y proyectos. Para que la sociedad no quede estática. Para que avance. Sumándose a ese contingente humano que siempre está explorando, siguiendo el horizonte. (1)

En junio de 1982 en carta a su hija Carolina escribía:

Pero de aquí a que cumplas 17 años y tengas que optar por una profesión puede aparecer algo que te guste más, como Electrónica, Arquitectura, Medicina, Danza, Dibujo o Enfermería, etc. y a mi también me gustará y te alentaré todo lo que pueda. Pero ¿no me contradigo al estimularte por igual en proyectos tan distintos? No, porque lo que importa es que tengas proyectos hermosos y los persigas con tenacidad; eso es lo que le da sentido a una vida. (2)

Y unos meses después habiendo comenzado sus estudios secundarios y frente a lo vertiginoso de este cambio le complementa:

Cada cual tiene un método que le da más resultado para estudiar, pero en el caso tuyo tal vez pueda recomendarte el que me sirvió más a mí, porque creo que somos bastante parecidos. (…)lo mejor es sacar apuntes de cada párrafo, aunque sea de los datos más importantes.(3)

Estos consejos -que no dejan de ser autobiográficos- y se repiten a lo largo de la obra que acabamos de citar,  nos hablan de una sensibilidad muy fuerte de Sendic hacia todo lo que tiene que ver con la relación entre un sujeto y el conocimiento. Es decir, la importancia de ocupar espacios de conocimiento (en este caso en la educación formal de su hija, pero no olvidemos que el “Bebe” fue un gran autodidacta) y la potencia que esta relación contenga, vinculada a una ruta metodológica (ejemplificada a través de una técnica de comprensión/estudio).

Pero el saber por sí sólo no alcanza, o en todo caso este nunca debe tener pretensión de neutralidad. Es así que este discurso sobre la necesidad de formarse y tener proyectos se enriquece con el planteo de lo ético y lo moral. El para qué. Para qué usar ese saber adquirido, si no va a ser con un sentido de justicia, con un sentido liberador:

(…)la ética, la moral, no es solo algo racional, aquello que hacemos para ganarnos el cielo o para cumplir una especie de “contrato social” de no agresión: también es algo sentido, el sentimiento gregario, solidario, que antes se daba sólo entre integrantes de una tribu y que hoy se siente respecto a los coterráneos y al mundo en general. Todo ello nos conduce a no ser solamente justos, sino también a luchar para que la justicia triunfe en el mundo haciendo para ello todo lo necesario. (4)

Ese sentido debe tener un horizonte que contemple a muchas generaciones, y el “Bebe” lo deja plasmado en este apartado denominado “Solidaridad supra generacional”:

Y ese sentimiento que decíamos, esa solidaridad, no se da sólo respecto a las generaciones contemporáneas sino también hacia las que las sucederán. Esto se ve no solo en los casos heroicos, sino también en ese anciano que planta un árbol que sabe que no va a ver. Y desde luego en el combatiente que da su vida por una sociedad que sabe que no va a alcanzar a disfrutar. (5)

¿Y cuál sería la síntesis de poder hacer dialogar estos dos planteos? La militancia formada, que se cuestiona qué es capaz de hacer por otras y otros. Que se organiza para transformar, metódicamente y en colectivo. “(..)para que la sociedad no quede estática, para que se lleve adelante la investigación, la exploración, las nuevas formas artísticas, los cambios, la revolución …”(6)

Nos podemos imaginar siendo mejores gracias a sus palabras, esas que decían que siempre vamos a andar rompiendo la inercia y el estancamiento a través de nuestros proyectos, para que la sociedad avance. Esa perspectiva no es lineal, es bien compleja y nos contiene a todas y todos quienes lo reivindicamos. A todas las generaciones, a todos los pensares y sentires que no sólo recuerdan al “Bebe” desde un lugar autocomplaciente y lo usan para comparaciones que van en contra de la Historia,  sino que lo homenajean desde la militancia cotidiana.

Porque en definitiva nuestros compañeros históricos no son más que el reflejo de mucho de lo que hoy queremos ser.

El “Pepe” lo caracteriza de una manera similar en las siguientes palabras:

El Bebe era una paisano raro, de esos que aparecen muy de vez en cuando.

Una figura contradictoria, y con un vicio: olfatear muy lejos.

Siempre andaba preocupado, por cosas que estaban muy lejos del escenario.(7)

Hace 30 años que se fue el “Bebe” y muchas y muchos militantes actuales estábamos por nacer o éramos muy niños.  Pero la solidaridad inter generacional en la militancia no es sólo pensar en los que van a venir, sino traer las mejores expresiones de los que ya no están. Porque las organizaciones son recorridos y procesos tejidos por miles. Y  por una razón muy política: sin la existencia de ese capital histórico hoy no estaríamos aquí.

 

(1) SENDIC,R. Cartas desde la prisión. Editorial TAE. Montevideo, 1987. p. 26.

(2) SENDIC, R. Cartas desde la prisión. Ob. Cit. p. 69.

(3) SENDIC,R Cartas desde la prisión. Ob. Cit. p. 84.

(4) SENDIC, R. La juventud y sus proyectos en la vida. Editorial TAE. Montevideo, 1988. p. 20.

(5) SENDIC. La juventud y sus proyectos en la vida. Ob. Cit. p. 21.

(6) SENDIC. La juventud y sus proyectos en la vida. Ob. Cit. p. 23.

(7)GÓNGORA, S. Raúl Sendic. El primer Tupamaro. Editorial Capital Intelectual. Buenos Aires, 2007.

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