Raúl «Bebe» Sendic: Cartas desde la prisión – Reseña por Ricardo Ehrlich

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@mateamargouy

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Raul Sendic – 1987 – Cartas desde la prision

Reseña por Ricardo Ehrlich, Abril de 2019.

Las Cartas desde la prisión, a más de tres décadas de la publicación de su primera edición, invitan a una profunda reflexión sobre nuestros tiempos y sobre nosotros mismos, tanto a quienes se reencuentran con el texto como a quienes se acercan a sus páginas por primera vez. Las cartas que se van desgranando desde marzo de 1981 a noviembre de 1984, alientan a explorar nuevos territorios y caminos en el mundo de hoy. Al misSpectacle.TJ5282mo tiempo, se abren en un abanico de lecturas diversas que despiertan un sentimiento de enorme confianza en el ser humano y sus capacidades. En efecto, tienen distintas capas de mensajes, como si fueran palimpsestos, esos documentos antiguos escritos sobre pergaminos borrados y reutilizados nuevamente, donde se puede llegar a descifrar una escritura atrás de la otra.

En primer lugar, su destino principal es el vínculo con los hijos distantes. La voz y el gesto tierno desde la lejanía del militante clandestino primero, del prisionero político luego, símbolo de todos los combates y destinado a ser destruido en los calabozos de la dictadura. Surge, a través y entre todas las líneas, el cariño de un padre y su enorme voluntad y desvelos por acompañar a los hijos en su vida de todos los días, en ese duro camino que los tiempos de plomo les imponía por su apellido.

A través del intercambio epistolar, centrado en la vida cotidiana de los hijos y en las opciones que ellos irán enfrentando a lo largo de los años, en un lenguaje que debía pasar por la suspicaz censura de los carceleros, van apareciendo profundas reflexiones y una poderosa construcción intelectual que se va filtrando a través de los muros de la prisión. Del silencioso diálogo con sus destinatarios primeros, las ideas trascienden a un espacio abierto, universal. Raúl Sendic, dedicará así la edición de 1987 de TAE a la juventud, señalando: “Creo que lo que consideré bueno para mis hijos, puede serlo para otros jóvenes, quienes como ellos, también comienzan sus vida llena de inquietudes e interrogantes. No es que este libro de respuestas, pero en sus páginas tal vez encuentren a un compañero que también se interroga, y con quien les gustaría discutir y profundizar”.

Sus reflexiones se van estructurando, a partir de lecturas que le fueron autorizadas, junto con un prodigioso trabajo de análisis y fuerte sentido común, deduciendo y extrapolando, recordando y citando lecturas de todos los tiempos, aventurándose en territorios inexplorados buscando encontrarse con quienes navegan en la frontera del conocimiento. Desde la filosofía y la antropología llega a las ciencias exactas y naturales, osando una mirada prospectiva que sigue sorprendiendo con el paso del tiempo.

Por un lado recorre los textos una clave ética, que va a explicitar en algunos momentos, como cuando cita a Renán sobre el “imperativo categórico de Kant”: “obra como si la máxima de tu acción fuera a convertirse en norma universal”. Por otro, permanentemente construye el puente entre los avances del conocimiento y la vida del ser humano. En muchas cartas, están presentes las comunidades más humildes, con múltiples referencias a comunidades de pueblos indígenas. Allí pone en valor la construcción de conocimientos y la sabiduría de los pueblos, con particular énfasis en la diversidad de caminos y tiempos para la formación de las nuevas generaciones.

De Darwin – del cual lee en prisión “El origen de las especies” a la teoría de la relatividad de Einstein, pasando por la neurofisiología, la microbiología, la genética, la bioquímica, la física, las matemáticas o la computación, va recorriendo muy diversas áreas del conocimiento. Son sorprendentes sus deducciones y proyecciones sobre el alcance que tendrán los avances del conocimiento, desde la muy incipiente biotecnología, vista en esos tiempos y desde la prisión, hasta el desarrollo de las ciencias de la información y comunicación. Luego, en los pocos años de vida después de la prisión, pondrá principal atención a los desarrollos científicos y a sus aplicaciones. Mantuvo así vínculos con científicos de áreas muy diversas, tanto el en exterior como en el país, que se sorprendían cuando inadvertidamente terminaban en apasionadas y profundas discusiones con un hombre como Raúl. Será entonces una de sus preocupaciones centrales que el Uruguay pueda alcanzar una sólida capacidad de creación de conocimientos, con la certeza de que ello era imprescindible para construir el país del futuro.

Finalmente, sus reflexiones sobre la ciencia y sus aplicaciones se van enlazando con un cuerpo de ideas que permea gota a gota en distintas cartas durante esos años y que se resume en una palabra unida en forma indisociable al nombre de Raúl Sendic: la tierra.

Así, desde Artigas y Azara, pasando por la vida de comunidades y culturas muy diversas, están presentes sus ideas sobre el significado de la tierra en la historia, en el presente y en el futuro de los pueblos. Desde el valor del valor de las manos del ser humano hasta la relación y responsabilidades de las comunidades con la naturaleza. Tierra que significa arraigo, raíces para crecer y dar frutos. Tierra que significa sentido de pertenencia, a un territorio y a una comunidad, como verdadera riqueza del ser humano.

Ser joven en el siglo XXI y hacerse su lugar en el mundo, en la vida, es un difícil desafío. La voluntad del autor de estas cartas ha sido la de acompañar a sus hijos y a través del ellos a los jóvenes en la construcción de ese lugar. Como un compañero del camino.

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