Las “alas uruguayas” de un gorrión libertario

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«Yo soy de un pueblo pequeño

Pequeño como un gorrión

Con medio siglo de sueños

De verguenza y de valor.

Yo soy el pueblo que un niño en Niquinohomo soñó

Soy del pueblo de Sandíno y Benjamín Zeledón

Yo soy de un pueblo sencillo, fraterno y amigo, que siembra y defiende

Su revolución.»

(Fragmento de la cancion Yo soy de un pueblo Sencillo de Carlos Mejía Godoy)

Por Ricardo Pose (*)

 

El 20 de noviembre se estrena el documental “Una y mil veces” que recoge la experiencia de los uruguayos/as que combatieron en 1979 junto al Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Con motivo de cumplirse, en julio de este año, un nuevo aniversario del triunfo de la revolución sandinista, recogimos los testimonios de dos compañeros que pueden hallar en la nota de Mate Amargo: “Debajo del Sombrero de Sandino (uruguayos en la revolución sandinista) https://www.mateamargo.org.uy/2025/07/20/debajo-del-sombrero-de-sandino-uruguayos-en-la-revolucion-sandinista/

En esta oportunidad y con el objetivo de evitar que esos testimonios se pierdan, entrevistamos a Daniel Muzio, conocido en su exilio en Cuba como el “Caminante” o “Efraín”.

Ricardo Pose (R.P.): Vamos a utilizar el estreno del documental como un disparador para esta charla que pretende recoger tu experiencia en la revolución sandinista.

Daniel Muzio (D.M.)- Está bárbaro, me parece que fue una iniciativa muy buena la de los compañeros de hacer esa película y la pelearon sin recursos, casi a pulmón todos los que participaron.
Fue muy valioso.

R.P.- ¿Cómo te incorporas a esa experiencia?

D.M.- Sí, sí, yo siempre fui muy cuidadoso durante mucho tiempo de no comprometer a Cuba, pero hoy en día, se sabe todo, así que no hay tanto problema.
Yo tuve mi militancia en el MLN-Tupamaros desde el año 69, caí preso en el 71, fui a Chile en el 73, me agarró el golpe estado y voy a Panamá por la embajada y después a Cuba, estando allí desde 1973 y en el 79.

En Cuba se seguía muy de cerca (calculo que será igual ahora), todos los procesos políticos revolucionarios del mundo y en particular de América Latina.

Entonces estábamos enterados de que el Frente Sandinista había lanzado una ofensiva, luego de una unificación del Frente Sandinista, que antes estuvo dividido en tres fracciones. En marzo más o menos se unificó, y ya en mayo, largó la última etapa de la lucha, ya había mucha insurrección en muchos lugares de Nicaragua.

Ahí es que se hace un llamado a la solidaridad y que un grupo de compañeros logra contactar al Frente Sandinista, compañeros que estábamos en Cuba, y proponen ir a colaborar y en ese marco se concretó la ida. Fuimos 49 uruguayos que estábamos en Cuba.
En ese contexto de la ofensiva del Frente Sandinista, y del deterioro político importante del régimen somocista, deterioro político, porque militarmente estaban fuertes y tenían apoyo de Estados Unidos, por supuesto, con una represión fuerte y la real ofensiva, los sandinistas ven que necesitarían apoyo, en gente y en armamento.
Los 49 compañeros uruguayos, que estábamos en Cuba como exiliados políticos básicamente, viajamos en tres grupos; en el primer grupo fueron 11, en el segundo 20 y en el tercero 18.

Éramos 46 compañeros del MLN- Tupamaros y tres compañeros del Partido Comunista Uruguayo.

Había brigadas internacionalistas de muchos países, la mayoría latinoamericanos, incluso de otros lados también. Hubo otros compañeros uruguayos que no estaban en Cuba, que también fueron de otros lados.

Eso fue realmente algo muy lindo, la solidaridad, diríamos, internacional con el pueblo nicaragüense.

R.P.-¿Y cómo ingresaron en un contexto prácticamente de guerra?

D.M.- Llegamos vía Panamá a la frontera, en el caso mío el viaje de avión llegó hasta la frontera, pero del lado de Costa Rica.

Después nos trasladamos por tierra hacia Nicaragua, que hacía pocos días habían logrado hacer, lo que le dicen una cabecera puente, tomar el puesto fronterizo de Peñas Blancas, la pequeña localidad de Sapoá, e instalar allí un foco de resistencia.

Y estaba candente la cosa, porque aparte de los bombardeos por aire, que eran lo más frecuente, había una línea de fuego de las tropas de élite de Somoza, supuestamente el que la dirigía era el hijo de Somoza, que le decían el Chigüín.

En mi caso contaba con una pequeña instrucción militar, porque yo en realidad había ido a Cuba como exiliado, pero había compañeros que tenían más experiencia.

Hicimos un pequeño curso sobre artillería y se había logrado el traslado de algunos elementos de artillería como morteros y cañones chinos sin retroceso, esas dos cosas fundamentalmente, y alguna batería antiaérea que le llamaban 4 Bocas, más Fusiles Fal. Ese era el armamento con el que se contaba.

Y bueno, se hizo una línea de frente, se definieron posiciones, en una mezcla de guerra convencional y guerra de guerrillas. Era una cosa rara aquello, porque se hizo una línea de trincheras allí donde se paró y se logró consolidar ese pequeño territorio que se había tomado.

Los somocistas lanzaban todos los días los ataques aéreos, bombardeando y trataban de avanzar por tierra, pero se los pudo frenar. Y eso a su vez logró que buena parte de la fuerza de la Guardia Nacional somocista tuviera que dedicarse a frenar ese avance del FSLN y colaboró con el resto de los frentes que había dentro de Nicaragua, en el norte, en el este, en el centro, en distintos lugares, incluyendo lucha urbana en Managua.

A su vez yo, (esto es una idea personal) tenía miedo de que se lograra consolidar un territorio liberado y se formara un gobierno paralelo que al final se formó, pero se formó en el norte, en León. Eso duró hasta el 17 de julio por ahí, que no sé si presionado por Estados Unidos, por la misma situación o por todo, Somoza decidió que no podía seguir, se entregó y huyó de Nicaragua. Deja el poder y se va.

R.P.- Todo pronto para el empuje final del FSLN

D.M.- En esas circunstancias un político somocista, Francisco Urcuyo, vicepresidente, decide que él va a continuar con el gobierno, entonces ahí se dio la orden de avanzar hacia Managua y no permitir eso.

Y así fue el  dieciocho y diecinueve de julio, arrancamos para Managua y se tomó la capital y los integrantes de la Guardia Nacional, por lo menos los que estaban en el Frente Sur, se retiraron. Lograron retirarse ordenadamente, porque en la noche (creo que fue el mismo 17), metieron violín en bolsa y salieron hacia un puerto del Pacífico y se embarcaron y se fueron a El Salvador, dejando libre la pasada para que nosotros fuéramos a Managua.

Fue lo que permitió que se liquidara la resistencia somocista a  base de la fuerza del Frente Sandinista, algunos pudieron irse también fuera del país, otros cayeron, fueron derrotados, fueron detenidos.

Así que más o menos, en términos de menos de dos meses, se concretó esa ofensiva final.

R.P.- ¿Hasta qué año estuviste en Nicaragua?

D.M.- Nosotros fuimos puntualmente a cumplir con esa tarea de apoyo a la ofensiva final. Cuando terminó estuvimos unos días más del mes de julio, pero  el 2 de agosto yo estaba de regreso, en particular en mi caso, y la mayoría estábamos de regreso en Cuba, porque ese es el compromiso que habíamos asumido entre nosotros mismos, con nuestros familiares, porque tenemos familia nosotros en Cuba, y con el gobierno cubano y con el Sandinista.
Es decir, nosotros no pretendíamos irnos a vivir a Nicaragua,  pero hubo compañeros que o bien se quedaron porque era necesario, o bien volvieron después.

R.P.- Ahora, a la distancia, ¿Cómo valoras aquellas tareas, de compromiso de internacionalismo?

D.M.- Hay varias cosas para verlo, una es lo que pudimos aportar y otra es el contexto que se vivía, que era bien distinto al que hay hoy. Era un momento de lucha en toda América Latina de los movimientos de liberación nacional.

Hay que pensar que hacía 20 años que Cuba había podido culminar su Revolución, su toma de poder, y había combates de grupos armados de liberación nacional en toda América Latina, en muchos países. Ese es el contexto.

En cuanto a la situación nuestra, para nosotros realmente fue elevar nuestro estado de ánimo, fue darnos una oportunidad que no teníamos acá, en nuestro país, de poder contribuir a la liberación del pueblo de uno de los gobiernos de los tantos que había antipopulares, antinacionales y comprometidos con el imperialismo.

Fue una maravilla poder contribuir con eso, esa fue la satisfacción mayor que tuvimos nosotros, y no dudó nadie en aportar, de decidirse a ir a contribuir con eso, eso fue lo más hermoso, cómo la gente respondía. El pueblo, cómo sintió esa liberación, fue una cosa muy linda.

 

(*) Ricardo Pose:  Periodista en Mate Amargo , Caras & Caretas , Ceiba Periodismo con Memoria. Coordinador WEB Telesur . Columnista de El Otro País , periódico España y radial en Cadena del sol (Rocha Uruguay)- Radio Gráfica de Bs. As. – Voces en Conversa (Maracaibo Venezuela). Blog personal El Tábano. Participa en Foros de debates de Lauicom (Universidad de la comunicación Venezuela). Integra la Red H capitulo Uruguay y la Dirección (suplente) del Sector Prensa Escrita de la Asociación de la Prensa Uruguaya. ( APU ).

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