JUNTOS PODRÍAMOS

0

 

Por economiapolitica.uy *

Héctor Tajam **

Dibujo Prof. Adán Iglesias Toledo ***

 

En la reciente Rueda del Mate, bajo el titular Crecimiento y Soberanía encaramos la problemática del rumbo necesario de nuestras sociedades latinoamericanas, y de Uruguay en particular, para decidir con independencia sobre el destino de nuestros recursos humanos y materiales, entendiendo que de esta manera se construyen las bases más sustentables capaces de proyectarse hacia las generaciones venideras. En el devenir de la reflexión y el intercambio entre expositores y participantes surgieron temáticas como la generación y apropiación del saber tecnológico, la propiedad de la tierra, los recursos naturales no renovables, la educación superadora de la alienación comunicacional, y con especial énfasis la integración regional. Un futuro soberano capaz de generar prosperidad en paz solo será posible con el continente integrando sus fantásticas potencialidades a través de la conjunción energética, del transporte y las comunicaciones, en ciencia y tecnología, educación, producción de alimentos. Pero la realidad es muy diferente.

El continente latinoamericano, luego de las luchas por la independencia, se ha movido siempre bajo una constante: la crisis del capitalismo dependiente, hoy afectado a su vez por la crisis del capitalismo en su etapa de imperio decadente, sumamente agresivo ante la pérdida de su hegemonía planetaria, el avance del multilateralismo, y el desafío de China y de Rusia a la voluntad supremacista de EE.UU. En este contexto, América Latina se disocia en tres bloques: un desafío estructural con horizonte socialista (Cuba, Nicaragua, Venezuela), gobiernos progresistas que intentan mitigar el desastre neoliberal y las consecuencias más duras del capitalismo dependiente (Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Honduras, México, Uruguay), y países con gobiernos de derecha y ultraderecha como expresión de las clases dominantes y de la influencia de EE.UU. en su “patio trasero” (Argentina, Ecuador, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Paraguay, Perú) [i].

Todo esto tiene su expresión en la ausencia de un proyecto de integración regional (alternativa frente al neocolonialismo) y de unidad (aún en la diversidad) frente al ataque de EE.UU. en su definición de América Latina y el Caribe como área estratégica en su disputa por la hegemonía planetaria (destino manifiesto).

El cuadro anterior nos revela cuanto importante son los alcances de la segunda ola de gobiernos progresistas, cuyos comienzos pueden situarse en el triunfo de López Obrador en México afines de 2018. El triunfo de Gustavo Petro en Colombia (2022) y el regreso de Lula Da Silva a la presidencia de Brasil completó una potente tríade de los más grandes países latinoamericanos en el bloque progresista. Pero esta etapa, con un poderío mayúsculo, que significa nada menos que el 67% de la población y el 73% del PIB continental, no ha obtenido ni cerca los resultados de la primera, en particular si la comparación se realiza con los resultados obtenidos por la derecha. Más allá del punto de inflexión en la coyuntura internacional, los gobiernos progresistas no han podido superar la falta de estrategia para enfrentar aquel momento, con resultados casi trágicos en Argentina y en Bolivia.

Los gobiernos de México y Colombia se han encontrado con el imperio abocado a llevar adelante una “doctrina Monroe económica” [ii] que chantajea sistemáticamente la soberanía de los estados latinoamericanos con el poder económico de la potencia mayor en el mercado mundial. Que por supuesto nunca ha dejado de lado el poderío militar, que se despliega además cuando las jerarquías son cuestionadas, como es el caso de Cuba y Venezuela.

Así las cosas, la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) se neutraliza en ese “empate” ideológico, y solo ha intentado avanzar en la agenda de acuerdos internacionales y en representatividad del continente en los organismos multilaterales. Pero lo que es la esencia estratégica del proceso, la integración productiva, la sumatoria de recursos y saberes, de eso, prácticamente nada. Son tiempos en los que hasta la solidaridad se piensa dos veces si el destinatario es mal visto de alguna manera por nuestro vecino del norte.

El Mercosur (Mercado Común del Sur) que integra actualmente a Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay[iii], ha servido fundamentalmente para el despliegue de los grupos económicos transnacionales y regionales, que progresivamente concentran la propiedad y la transformación de los abundantes recursos naturales  de la región, como pronosticamos hace 35 años[iv] ante la unificación regional de las políticas neoliberales que comandaban en los países fundadores.  

El ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América) desde sus inicios (año 2004) se alejó de los planteos centrados en la liberación del comercio, y se planteó la promoción de la complementación económica, especialmente a través de la acción unificada de empresas públicas así como la creación de una moneda común de intercambio. Con sus principales países bloqueados por el imperialismo norteamericano (Venezuela, Cuba y Nicaragua) la iniciativa ha sido parcialmente aislada del resto del continente, y debilitada por el retiro de Ecuador, y recientemente la suspensión de Bolivia.

Las instancias de integración son imprescindibles para los países que intentan construir alternativas al neoliberalismo, y luego antisistémicas. Pero esta agenda regional está salpicada de esfuerzos aislados y sin consolidar las relaciones intrazona. El comercio interno del Mercosur no llega al 10% del comercio exterior total de los países que lo integran.

Pero además está disponible una segunda agenda, extrarregional, cuyo ejemplo más notorio es el BRICS, un espacio internacional muy potente, integrado por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Emiratos árabes Unidos, Etiopía, Irán e Indonesia, cuyo objetivo central es la promoción del multilateralismo, y la creación de bases económicas y financieras como alternativas a los organismos multilaterales de crédito. También la implementación de una moneda común que aleje a los estados miembros de la hegemonía del dólar.  Unirse al BRICS no tiene porqué operar como una definición pro China, sino como un instrumento de equilibrio, de autonomía de vuelo, en el posicionamiento de Uruguay en el mundo.

(*) EconomiaPolitica.uy es un Programa de asesoramiento, investigación y formación en Economía Política.

(**) Héctor Tajam es Economista, Director del Programa EconomiaPolitica.uy y Columnista de Mate Amargo. Fue Diputado (2005/10) y Senador (2010/15) por el MPP – Frente Amplio. Miembro del Capítulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)

(***) Prof. Adán Iglesias Toledo, Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC. Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero.

 

[i] Hoy viernes 7 de octubre, en Bolivia asume nuevamente un presidente derechista, el Sr. Rodrigo Paz, electo bajo el lema del Partido Demócrata Cristiano.

[ii] “La violenta nueva doctrina Monroe de Trump”, Ana Palacio, 3 de noviembre de 2025, en Project Syndicate.

[iii] Venezuela tiene su membresía suspendida desde agosto de 2017 por iniciativa de los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay.

[iv] “Liberalismo, Mercosur y el jardín de las transnacionales” – G. Arce – J. Rocca – H. Tajam – FONDAD Uruguay – PRIES Cono Sur – Impresora Tristán SRL – Montevideo, Uruguay 1991

Comments are closed.