Por Juana Francisca Gómez(*)
Hoy nos propusimos conocer la tarea del Grupo de Mujeres Rurales de Chacra de Porongos. Conversamos con Sonia Cáceres de la cuarta sección de Flores, Paraje Arenal Chico. Ella además de maestra rural es fundadora de este grupo.
Mate Amargo – ¿Cómo comenzó el grupo?
Sonia Cáceres – Ahí somos 8 mujeres que estamos en el grupo. Verónica Balbuena, que ahora no está, fue la que nos fue agrupando. Después también tuvimos la pérdida de la compañera, Mercedes Sarraute, que era una persona que hacía piezas artesanales, falleció bastante joven. Por suerte su hija se sumó con nosotras. Entonces nos hemos mantenido.
Nosotras nos venimos juntando desde hace 7 u 8 años. Creo que nos venimos juntando porque nos conocíamos y después de ahí salió la idea de formar un grupo. Seguir organizándonos para poder sostener y crecer. Todas venimos de lugares diferentes, de puntos geográficos también diferentes. Todas tenemos raíces en el medio rural, algunas vivimos en el medio rural, otras no pero sí trabajan en el medio rural. Ahí cada una con sus horarios y a veces es difícil compaginar para poder llevar adelante actividades. Tenemos rubros diferentes como quesería, agricultura, algunas se especializan en cocina para celíacos. También de las aves, tenemos otra compañera que se dedica a hacer prendas, dulces y conservas, otra compañera que hace artesanías y trabaja mucho en cuero,
Somos un grupo que siempre nos estamos cuidando.
Tenemos una persona que viene a ser como parte del grupo, pero bueno, es externa, que nos ayuda y nos acompaña, que trabaja en la Comisión Nacional de Fomento Rural, que también nosotras integramos. En este momento yo soy la que va a la comisión por las Chacras de Flores. Esta compañera, Patricia, colabora a través de esa red que ella hace, siempre estamos en la formación.

M.A. – ¿Qué formación realizan?
S.C. – Violencia de género, en la formación de los mismos rubros nuestros, en la formación de los vínculos del grupo de las mujeres, de los problemas que las mujeres rurales también atravesamos y somos mujeres que tenemos muchas cosas. La parte de formación es uno de los puntos y pilares importantes del grupo, para que cada una podamos visibilizar lo que hacemos, cada una desde de su predio, su lugar, desde su familia. Y también buscar la independencia económica. Algunas mujeres tenemos un trabajo fijo, otras no. Entonces a través de todo lo que es artesanal, cuidando el medio ambiente, tratamos de poder también comercializar y mostrar lo que hacemos.
Es ahí que surgió lo de las ferias. Nosotros, en el año, hacemos cinco ferias, siempre en diciembre ya las proyectamos, las fijamos. Y después las vamos trabajando, buscando también unir a otras mujeres rurales para que puedan mostrar lo que hacen y vender lo que hacen. La verdad que tenemos un camino lindo. Nos hemos encontrado con muchas mujeres que, a pesar de que somos del mismo departamento, a veces no nos conocíamos.
No las hacemos solo para el grupo, sino que invitamos a personas que conocemos siempre del medio rural. Y después se nos van uniendo a la feria y también van logrando esa independencia que todas buscamos.
Ahora dentro del grupo es que algunas compañeras participaron de un proyecto de granja y salieron favorecidas para llevar adelante su proyecto. Y han adquirido un móvil, una cocina gourmet. Un móvil para poder habilitarlo y poder cocinar y poder vender ahí mismo.
Porque no todas tenían la cocina habilitada. Y eso es uno de los requisitos que hay que tener. En la parte de alimentación cuidamos muchísimo. Ellas lograron eso. Así que ahora todavía no lo han estrenado, pero están ya con el móvil. Lo tenemos en la sede.
Mucha ansiedad, pero lleva muchos pasos. Lleva también un dinero importante, inversiones que también hay que ir de a poco viendo cómo se concretan. Es un logro importante del grupo.

M.A. – El trabajo conjunto implica entonces varios aspectos de la vida.
S.C. – Hemos logrado fortalecernos. Nosotros tenemos un buen camino. Hemos ido despacio y nos importa muchísimo la capacitación. En lo que se refiere a las relaciones humanas y también todo lo que es inter‐institucional. Siempre estamos vinculándonos con muchísimas instituciones y trabajo en redes.
M.A. – ¿Y ustedes viven muy lejos?
S.C. – Sí, vivimos lejos. Yo, por ejemplo, desde la sede de Chacras de Porongo, vivo a 36 kilómetros; otra compañera, Melia, vive a unos 10 kilómetros; tenemos a Susana que vive a dos kilómetros de la sede; a Laura que vive en la ciudad; Lourdes vive en la ciudad; Eugenia en una chacra a dos, tres kilómetros. Estamos en diferentes puntos. Nos juntamos los 29 de cada mes, tratamos de juntarnos. También hacemos muchas reuniones virtuales para solucionar problemas rápidos. Cada una en el grupo tiene un rol que vamos rotando.
Entonces todas vamos conociendo la tarea. Yo fui tesorera, otra compañera es la parte de comunicación, otra de publicaciones, otra compañera es la que organiza la feria, a quiénes van a invitar. Estos roles los cambiamos cada dos años, más o menos. Entonces todos vamos aprendiendo de todas y nos vamos complementando.

M.A. – ¿Cuáles considerás que son los principales problemas que atraviesan las mujeres de campo en este momento?
S.C. – Las mujeres estamos a cargo de muchísimas cosas. A veces un poco depresión, a veces problemas de salud que no se atienden, se postergan por las tareas en la casa y el trabajo. Esos son temas que se ven y que se trabajan en el grupo. Siempre estamos en algún curso capacitándonos y también tratamos de hablarlo con otras mujeres.
Y también el tema económico. En general la mujer no es titular del predio en el que vive o es una mujer sola y tiene todo a cargo: sus hijos, sus nietos. La mujer está sola. Pero sí, podemos decir que tenemos mucha fortaleza. Y hablo en término de todas las mujeres que llevamos conociendo. Somos capaces, somos guerreras para enfrentar lo que se nos presente, siempre. Hemos pasado por muchas dificultades diferentes, problemáticas, y siempre hemos salido bien. Eso es importantísimo. Tratamos de transmitirlo también.
M.A. – ¿Hubo algún momento particular en este proceso?
S.C. – Y bueno, tuvimos la pérdida de Mercedes, una persona joven. Amaba el campo. Vivía por el campo. Fue la que integró al grupo y siempre apostó por nosotras. Entonces para nosotras fue muy importante, porque ella nos alentaba. Era de las que tenía más experiencia en el campo porque siempre vivió y trabajó. No tuvo mucha oportunidad de estudio. Pero toda la vida en el campo, pero algo que ella lo hacía con mucho amor, mucha dedicación y mucha pasión.
Sus quesos artesanales eran muy conocidos y muy queridos por todo Flores. Cada feria tiene sus fotos en su stand.
Con Mercedes, presentamos los primeros quesos en público, o sea, unos quesitos, no teníamos formación de nada. Ahí empezamos a hacer lo que podíamos hacer: mejorar. Tenemos grabadas sus experiencias y sus enseñanzas y sus momentos compartidos, ¿no?
Fue un momento muy fuerte para el grupo.
La pandemia también, si bien a todas nos asustó muchísimo, nos mantuvimos muy unidas. Tuvimos que aprender a usar la tecnología y eso también fue una fortaleza.

M.A. – ¿Qué actividades realizan además de las ferias?
S.C. – Una vez fuimos a una feria del santoral, en Canelones, y las mujeres nos enseñaron muchísimo. Esa es una de las veces que salimos. Pero también está la recreación que es importante. Siempre hacemos paseos que son pura y exclusivamente para pasear, vamos a la playa, a la feria de la chacra. Eso que es muy importante, para sentirnos bien, para disfrutar y para compartir juntas otros espacios que nos sea el trabajo.
M.A. – ¿La tenencia de la tierra para las mujeres, también es un problema?
S.C. – La tenencia de la tierra es un problema. No hay, casi. Siempre se ha trabajado por conseguir tierra. Es una dificultad. Pero también se van abriendo siempre algunos lugares donde se puede acceder. Es un tema que también se viene trabajando, de que la mujer puede acceder a la tierra. Y los jóvenes también, porque para los jóvenes tampoco hay tierra y quieren quedarse. No solo en el departamento sino en todo el Uruguay. Hay que apostar a eso porque es lo que mantiene la producción y la producción familiar aporta muchísimo a la sociedad. Entonces el tema de tierra es un problema tanto para las mujeres como para los jóvenes.
M.A. – ¿Cómo hacen la distribución de los productos?
S.C. – Cada una tiene su emprendimiento, el de su familia. Vendemos en la feria y también tenemos ventas comunes. Por ejemplo, el armado de algunas canastas que hacemos, regalos empresariales o regalos que ponemos un producto de cada una y armamos una canasta.
Entonces ahí sí que ponemos todo. Después hay compañeras que también hacen un servicio de catering.
M.A. – ¿Cómo ves el acceso a la formación?
S.C. – Bueno, yo pienso que han habido muchas oportunidades de formación. Nos han ofrecido muchos cursos, lo que pasa es que a veces las mujeres estamos tan ocupadas que no podemos salir porque por lo general los cursos son en Montevideo, cursos que han sido en Paysandú, hay que viajar y bueno, a veces no siempre se puede, pero tratamos de poder cubrir siempre a alguna del grupo que se vaya a formar. Pero en la actualidad vemos que hay posibilidad de capacitarse. Hay muchas capacitaciones que son en línea, pero hay que tener tiempo. Las mujeres somos como multi‐usos, hacemos de todo, ¿no? Porque tenemos nuestro trabajo, nuestro emprendimiento, la casa, los hijos, a veces los padres, sostenemos mucho, somos como sostenedoras de muchos y a veces es difícil encontrar quienes nos sostengan. Una de las fortalezas del grupo es que nos va sosteniendo.
(*) Juana Francisca Gómez es escritora y miembro del Capítulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)