Carlos Novoa (*)
Dibujo Adán Iglesias Toledo (**)
Los enemigos de la Revolución cubana han impulsado históricamente una narrativa de desconocimiento del Bloqueo que por más de seis décadas ha mantenido Estados Unidos contra la isla. Aunque absurda, esta narrativa sostiene que los principales problemas por los que atraviesa el país son resultado de insuficiencias internas y no tienen ninguna relación con las políticas de persecución y acoso impulsadas por sucesivas administraciones norteamericanas y que tienen el objetivo declarado de deteriorar todas las condiciones de vida económica del país.
Como un asedio medieval, el Bloqueo de Estados Unidos contra Cuba alza muros alrededor de la vida económica y social de la isla. Muros invisibles, pero no por ello menos efectivos. Contra ellos chocan tanto los esfuerzos de la isla como los intereses económicos de socios internacionales, que ven cómo sus bancos, navieras y compañías son sancionadas por violar las leyes de los Estados Unidos, en específico las sanciones de la OFAC. Un excelente ejemplo de la lógica imperial: terceros países son castigados por incumplir las regulaciones nacionales que un país impone a otro. Una cuestión bilateral se convierte en una política internacional.

Así lo reconoce la comunidad internacional, que desde hace décadas viene votando a favor de la resolución cubana “Necesidad de poner fin al Bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba”, que presenta Cuba con frecuencia anual ante la Asamblea General. La última vez que se presentó, en 2024, obtuvo el apoyo de la casi totalidad de los países miembros, con la deshonrosa excepción de Estados Unidos y su engendro vasallo: Israel.
Pero este año el escenario parece que será distinto. Según una noticia divulgada por el medio argentino La Nación este 5 de octubre, la administración norteamericana circuló el día 2 de octubre un cable no clasificado a todas sus misiones diplomáticas instándolas a hacer gestiones con los respectivos gobiernos de los países donde se encuentran para que no apoyen la resolución no vinculante presentada por Cuba. El cable sostiene que la política de Estados Unidos no tiene ningún impacto en las condiciones de vida de los cubanos, y que estas son responsabilidad exclusiva de la incompetencia y la corrupción del gobierno de la isla. Adicionalmente, argumentan que Cuba ha apoyado activamente la guerra en Ucrania, enviando cientos de tropas cubanas a pelear del lado ruso.
Es imposible no ver en esta medida la impronta del actual Secretario de Estado, con su odio visceral a todo lo que representa Cuba y, en última instancia, a cualquier gobierno o idea que se oponga a los intereses económicos de los cuales es asalariado. Es también otra prueba de que para el imperialismo norteamericano la verdad, incluso la apariencia de veracidad, son valores sobrevalorados.
En una versión muy pervertida del viejo principio maquiavélico de que el fin justifica los medios, los mismos poderes que en su momento mintieron sobre encontrar armas de destrucción masiva en Iraq y hoy se inventan un cartel de la droga imaginario para hostigar a Venezuela, se inventan una mentira más como excusa para su infame política contra Cuba.
Y es que el repertorio de la infamia contra Cuba no es breve. Desde aquellas primeras acusaciones de que el gobierno revolucionario en el poder separaría a los hijos de sus padres, lo cual llevó a la Operación Peter Pan, de un costo humano incalculable, hasta los más recientes “ataques sónicos” y las “bases chinas”, fabuladas en la anterior administración del magnate republicano, siempre Estados Unidos ha encontrado excusas baratas para justificar su agresividad contra Cuba. En este sentido, tanto la negación de los efectos del Bloqueo como las supuestas tropas enviadas a luchar junto a Rusia en Ucrania son solo dos perlas más, en un rosario increíblemente largo.
Sobre todo porque, como suele suceder, los Estados Unidos no se molestan en presentar pruebas de estas acusaciones o presentan algunas endebles, solo por el bien de la argumentación. La acusación de las tropas cubanas en Ucrania es solo una forma barata de usar la excelente relación entre Moscú y La Habana y presentarla como una especie de complicidad que no es. La prueba que esgrimen los Estados Unidos es que hay varios cientos de cubanos luchando del lado ruso. Esta prueba desconoce que hay varios cientos de cubanos luchando también del lado ucraniano. Desde hace varios años los cubanos tienen libre visado para viajar a Rusia y una parte del flujo migratorio de los últimos años en la isla se ha dirigido hacia ese país. Una parte de esos emigrantes han visto en el ejército ruso una oportunidad de empleo. Y, al igual que muchos otros latinoamericanos, han acabado luchando en la guerra. Ni el gobierno de Cuba ha gestionado, ni obtiene ningún beneficio de este hecho. Son decisiones individuales, similares, insisto, a las que han tomado otros cientos o miles de latinoamericanos también luchando en el conflicto junto a alguno de los bandos. La acusación es, además de malintencionada, falsa.
Respecto a la negación de los efectos del Bloqueo, basta solo con dar un vistazo al informe acucioso que Cuba presenta todos los años ante la Asamblea General, previo a la consideración de su proyecto de resolución. Los números, fríos por lo general, pueden aún así servir para ilustrar la dimensión del costo de estas políticas contra la economía y la sociedad cubana.
Entre el 1ro de marzo de 2024 y el 28 de febrero de 2025, el Bloqueo sistemáticamente recrudecido causó 7556,1 millones de dólares, un 49 por ciento más de costo, con respecto al período anterior. Solo en el sector de la salud, sumamente sensible para cualquier sociedad y una conquista del proyecto social cubano, las pérdidas fueron de más de 288 millones de dólares. Compañías como Medtronic, productora de marcapasos, se negaron a surtir al país con este producto esencial para la vida de personas con afecciones cardíacas. Esto representó, durante la etapa, 375 cubanas y cubanos que no pudieron recibir el marcapasos que necesitaban.
El sector agroalimentario, clave en la crisis por la cual atraviesa el país, sufrió en el período afectaciones en el orden de casi 52 millones de dólares, lo cual habría sido más que suficiente para cubrir la totalidad de la leche en polvo que el país necesita durante seis meses.
La lista podría continuar. El Bloqueo es muy real e impacta muy fuerte en la realidad de las y los cubanos. Es probable que los números del período comprendido entre marzo de 2025 y febrero de 2026 sean aún más alarmantes. La actual administración, y en especial su Secretario de Estado, ha impulsado con fruición y sistemática maldad una sostenida política de máxima presión, que ha llevado a que casi todas las semanas, desde el 20 de enero, se anuncien nuevas medidas o haya declaraciones hostiles contra Cuba.
Negar el Bloqueo es ser cómplice cínico de genocidio. Un genocidio silencioso que acompaña a los muros invisibles que alzan contra la isla. Son incontables las vidas que se pierden cada año por no contar con los recursos para salvarlas. Y más en un país donde existe un robusto sistema de salud y excelentes profesionales. Cuba tiene los médicos para conducir complejas cirugías cardiovasculares, pero no la dejan comprar los marcapasos.
Por supuesto, ningún asedio es inexpugnable. Contra el agresor se alza la voluntad de resistencia de los asediados, pero también el apoyo del exterior. La actitud de apoyo decidido de gobiernos y pueblos amigos ha sido clave para que Cuba pueda resistir una ofensiva que hubiera derribado muy probablemente a otros proyectos y puesto a sus gobiernos de rodillas. Han querido siempre dejar a Cuba sola, pero precisamente porque no está sola, hablamos de la Revolución cubana en el presente. Toda la solidaridad es necesaria en esta hora oscura, cuando el cerco se aprieta con fuerza. La batalla por Cuba es contra el imperialismo y a favor de los pueblos, y estoy seguro de que todas y todos saldremos victoriosos.
(*) Carlos Novoa, escritor y periodista venezolano
(**) Profesor Adán Iglesias Toledo, Dibujante Gráfico Cubano, Caricaturista Editorial y Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC, la UPEC y la REDH (Capítulo Cuba). Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero. Autor de varios logotipos y campañas publicitarias, posee en su haber múltiples exposiciones individuales y colectivas, talleres e intervenciones nacionales e internacionales, y ha sido premiado más de 40 veces en su país y otros países.