Por Gabriela Cultelli (*)
Muchas noticias suelen llamarnos la atención en estos días. Por ejemplo, hablar de solidaridad ante un buen hecho asistencial que sustituye alguna acción obligada del estado, y no decir nada o poco en relación a un genocidio, o abrazar a un pueblo que tanto nos diera en momentos buenos de la Patria Grande, y que hoy está amenazado directamente por embarcaciones de guerra del imperialismo en aguas del Caribe. Amenaza que llega a nuestras costas, no solo porque si tocan a una/o tocan a toda/os en esta Abya Yala artiguista, si no porque aún en una amenaza de guerra convencional se afectaría el mundo entero y en primer lugar los sudamericanos, por la amenaza nuclear que nos recuerda a octubre de 1962 y la crisis de los misiles, con mucha mayor carga nuclear hoy que la que se tenía en aquellos tiempos. Sin embargo, nos referiremos a otros hechos más pequeños pero que suman a la gravedad del asunto, y que sucedieron aquí mismo en Montevideo, la semana pasada, según informa el semanario Brecha del 12/9/2025 (“La calle es libre si queremos pasarla” de Mariana Contreras).

El hecho que allí se relata da cuenta de un trabajador que estacionó su viejo vehículo en las cercanías de la “Escuela Integral”, en el barrio de Pocitos de esta Capital, y como tenía una bandera Palestina que hace 2 años llevaba atada a la baca de su auto, los guardias de seguridad le piden que la saque, y ante la negativa del trabajador interviene la policía de la Seccional 10, según dice la nota, con la misma intimación, indicándole además a una vecina que Uruguay está en guerra y que la cuadra era de esa Escuela, de acuerdo a la declaración de la misma mujer al semanario mencionado. La queja por la bandera provendría de los padres, no de la escuela. De lo visto en internet, no surge nada que especialmente llame la atención sobre la Escuela en cuestión, pues se trata de una institución privada, con un amplio bagaje educativo (cultural, deportivo, científico, etc.). De hecho, es una escuela que trabaja para la comunidad en general y la comunidad judía en particular.
Pero incluso, y más allá de la queja venga de quien venga, llama poderosamente la atención la intervención del Estado uruguayo a través de una institución pública (nada más y nada menos que la policía según surge del artículo, o al menos testimonio que así lo afirman). Si se confirmara tras una investigación necesaria que la policía intervino y habló de “guerra”, convendría aclarar o formar al cuerpo policial no solo que en Montevideo, y el Uruguay entero, la única “guerra” que hay es reafirmarse todos los días por la Paz, sino además que en Palestina lo que hay es un genocidio, no una guerra. Otro hecho que habla de la necesidad urgente de que el gobierno uruguayo llame a las cosas por su nombre y con todas las letras afirme que en Palestina, el gobierno de Israel está cometiendo un genocidio, genocidio que los sionistas o los nazisionistas, llevan años perpetrándolo, y que esto no tiene nada que ver con el antisemitismo que los supremasistas alientan, porque como dice el mismo movimiento judío que se levanta contra estas atrocidades en su tierra y en el mundo “No en nuestro nombre”.
Pero reiteramos nuestra inquietud, el hecho de que aparezcan testimonios sobre la intervención de la policía, en hechos como este de intimar a retirar una bandera de un país que Uruguay reconoce como tal, porque tiene relaciones diplomáticas con Palestina, merecería una mínima atención.
La calle que pertenece a todos los montevideanos y eso es el slogan de la propia Intendencia, y no una simple consigna, es una realidad que entre todos debemos cuidar. “Montevideo de Todos”, “Montevideo mi casa”, no la de algunos, sino la de todos y todas.
Tenemos que cuidar nuestra ciudad, es nuestra obligación. Prestemos atención a estos hechos, que pueden parecer pequeños, pero no lo son.
(*) Gabriela Cultelli, Licenciada en Economía Política (Universidad de La Habana), Mag. en Historia Económica (UdelaR), escritora, columnista y co- Directora de Mate Amargo. Coordinadora del Capitulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH)