Por Juana Francisca Gómez
En plena inscripción neoliberal de los 90’, y con el Luis que nos tocó por padrón, también se generaron condiciones de tranquilidad para los “malla oro”. Liberar las importaciones, tercerizaciones, ajustes, y otras recetas a medida, finalmente provocaron el cierre de fábricas nacionales y la pérdida de puestos de trabajo entre otras consecuencias que no mencionaremos en este apunte.
Esta etapa tuvo un impacto lento pero constante en el emprobrecimiento de cientos de familias de trabajadores y trabajadoras, que apenas se mantenían a flote luego de la crisis económica de la dictadura. Por otra parte el “hacé la tuya”, la versión anterior de la “libertad responsable” también operaba en la trama de valores culturales hegemónicos propuestos.

La expoliación de la materialidad natural de nuestro territorio, la especulación financiera y estos paquetes discursivos distribuidos desde los centros de poder, tensionan constantemente la realidad, la búsqueda de alternativas colectivas y otros caminos posibles.
El Molino Santa Rosa fue una de esas empresas que quebró varias veces, pero en 1998 paró su producción y cerró.
En este contexto económico parecía no haber vuelta atrás, hasta que los trabajadores empezaron a recuperar la fábrica y armaron una cooperativa para salvar su fuente laboral. Mate Amargo (MA) conversó con Juan Carlos Vidal (JCV) y Richard Bayarres (RB) para traer a la ronda una experiencia de construcción colectiva.
MA: ¿Qué les dice la fecha 14 de abril de 1999?
RB: Fue sin duda un día muy importante, había surgido la idea de la cooperativa, ese día se concretó jurídicamente, era la ilusión de recuperar los puestos de trabajo y una industria tan importante para la zona.
JCV: Bueno para nosotros esa fecha tiene mucha importancia porque ahí empezó nuestro sueño cooperativo.
MA: Todos recordamos las imágenes del remate, ¿qué significaba que la cooperativa se empezaba a hacer cargo de la fábrica? ¿Qué recuerdos tienen de ese día?
Imágenes del día del remate:
JCV: Es un día marcado para la cooperativa y para el pueblo, porque ese día el Molino por primera vez en su historia pasó a ser propiedad de la gente de Santa Rosa. Un día de muchos nervios, llantos, abrazos y mucha alegría. Al pasar la caravana la gente salía a saludarnos. Fue emocionante.
RB: Fue un día que nos quedó grabado a fuego. Pudimos comprar la planta, eso significó un orgullo muy grande y un desafío. El crédito que nos otorgó el Banco República, que era el mayor acreedor, lo terminamos de pagar en el 2011. Recordamos el apoyo que tuvimos del pueblo, de las zonas cercanas, los compañeros de FUNSA, la gente de FUCVAM. Había pizarrones en los comercios de Santa Rosa que decían cerramos en apoyo a la Cooperativa. Las maestras con los estudiantes salieron a saludarnos y darnos una voz de aliento, fue un día que quedó marcado.
MA: ¿Qué análisis hacen de ese proceso, 20 años después?
RB: Fue un aprendizaje muy grande para todos, porque tuvimos que aprender a ser cooperativistas y a gestionar una empresa cooperativa. Hoy podemos decir que estamos muy orgullosos de lo que hemos logrado. El Molino tiene 100 años, es una fuente industrial, la fuente principal de ingreso de Santa Rosa. No hay una familia que no haya tenido un integrante que trabajó en el Molino. Hay un sentido de pertenencia muy grande.

MA: Una cooperativa tiene características muy diferentes a otras formas de trabajo: ¿qué aprendizajes hay en estos procesos?
JCV: Muchos y seguimos aprendiendo día a día, la cooperativa es una enseñanza constante en todos los sentidos, desde ese comienzo hasta ahora nos hemos fortalecido como cooperativa, como empresa, pero también como grupo o colectivo, donde siempre tratamos de que prime el interés colectivo por encima del personal.
MA: En este proceso ¿Qué rol cumplen sus familias?
RB: Es un apoyo muy importante, han sido un pilar fundamental para que nosotros nos hayamos formado como cooperativistas. Esta tarea implica mucha militancia, actividades, reuniones y la familia siempre lo ha entendido y apoyado, se sienten orgullosos. Tocaron momentos duros, hemos tenido que dejar el aguinaldo o sin parar en zafras para poder capitalizar y modernizar El Molino.
JCV: Creo que, si no fuera por la familia, la cooperativa no existiría. El apoyo de nuestras familias fue fundamental. Y obvio que muy complejo porque cuando vos arrancás un emprendimiento como este tenés un montón de incertidumbres de ¿cómo va a funcionar? y más nosotros que ninguno teníamos formación cooperativa. Siempre decimos: nosotros fuimos cooperativa por obligación, no por formación.
MA: ¿Qué desafíos se plantean a futuro?
RB: Hoy por hoy estamos en un mundo muy dinámico. Hay que estar preparado. Tener un Molino con mucha tecnología. Hoy por hoy tenemos una planta de acopio de grano, un silo de harina cerca de las empresas que están en la vanguardia. Entonces el desafío es ese: dejar un Molino de última generación para las nuevas generaciones que vengan. Y que el día de mañana, que nosotros estemos jubilados poder ver el Molino funcionando. Creo que ese es el mayor anhelo que tenemos los socios hoy.
JCV: Seguir creciendo como grupo, como cooperativa y seguir marcando ese rumbo que nos marcara el flaco Bermúdez que empezó por allá por el año 98’.
MA: ¿Qué mensaje les gustaría dejarles a quienes están pensando en formar una cooperativa?
RB: En una cooperativa es el colectivo el que triunfa. Cuando hay un excedente y escuchás un compañero que le va a hacer otro cuartito al nene que lo viste crecer, es un orgullo. Decirle a la gente que sí, que se anime a armar una cooperativa, con un buen grupo humano, con los valores del cooperativismo: la solidaridad, igualdad, equidad, la transparencia…se sale adelante. A veces, como dijimos, tocan momentos duros, a veces no había trabajo para todos y trabajamos algunos días unos, otros días otros y había que salir a buscar el jornal por ahí. A veces cobrar un poco menos para poder invertir. Pero fue una buena decisión que tomamos.

JCV: El mejor mensaje es poder mostrar nuestra cooperativa a toda la gente, que es mucha, de todas partes, y mostrarle, contarle, nuestra experiencia. Que para nosotros es una forma de vida y nos sentimos muy orgullosos de nuestros logros. Algo muy importante: el grupo y el respaldo de nuestra gente y de toda la gente que, de una o otra manera, siempre estuvieron, están y seguirán estando a nuestro lado. Nosotros tuvimos siempre buena gente cerca, incluso los técnicos -que no son socios- tienen puesta la camiseta.
MA: ¿Ya hay fecha para la próxima Fiesta del pan y del vino?
RB: La próxima fecha va a ser el 4 de octubre. Este año es particular, se cumplen 100 años del Molino. La fiesta siempre ha tenido buena concurrencia. Se realiza sin fines de lucro y con lo recaudado se ha apoyado a instituciones educativas, el baby fútbol, se ha comprado el módulo para una policlínica de ASSE.
No se cobra entrada y es abierta para todo público.
JCV: Este año también festejamos 26 años de la Cooperativa y, junto a la Facultad, estamos escribiendo un libro donde contamos un montón de vivencias, experiencias de los socios fundadores y de gente que ha tenido mucho que ver en los comienzos y desarrollo de la cooperativa. Desde ya extendemos la invitación a los que nos quieran acompañar.
Si querés seguir profundizando sobre este tema te sugerimos:
- http://www.molinosantarosa.com.uy/historia.php
- Valentina Cancela y Juan Pablo Martí. «La historia del molino Santa Rosa. De Sociedad Anónima a Cooperativa de Trabajadores». XXIII Jornadas de Historia Económica 2012. San Carlos de Bariloche.
- http://web.fmed.edu.uy/sites/www.extension.fmed.edu.uy/files/Empresas_recuperadas_web.pdf
- Corto documental: