Las palabras nos separan, los hechos nos unen. Cap 2

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Por Rolando W. Sasso(*)

 

En nuestra anterior entrega sobre el tema Tupamaros, planteamos la idea de los tres pilares fundamentales sobre los que se construyó el movimiento que nos ocupa y que pondría en jaque al gobierno represor. Esbozamos algunas ideas sobre la continentalidad (primer pilar), que tiene rasgos filosóficos, variante del internacionalismo de la lucha antiimperialista.

 

En esta nueva entrega arriesgamos algunas ideas sobre el verbalismo (segundo pilar) que tantas veces paralizó a los revolucionarios de todos los partidos y que llegó a dirimirse a palos en las calle montevideanas. Estalinistas, anarcos, izquierda nacional o cristiana perdían horas interminables discutiendo por el agujero del mate y cada primero de mayo terminaba a las trompadas.

 

La bola de marfil rodaba alegremente sobre el paño verde remendado con un par de puntos sobre un lado del rectángulo; Facundo y Pocholo jugaban al billar en aquel sótano que hacía de depósito para las colchonetas del ring y para las canoas que se llevaban hasta el río Santa Lucía para practicar canotaje con los chiquilines del barrio.

 

El grupo de muchachos, algunos estudiantes, otros empleados, ayudaban en la tarea de construir casitas decorosas con los cantegrileros de la Cachimba del Piojo. Las familias más desfavorecidas serían beneficiadas con la obra que orientaba el padre Uberfil Monzón. Los estudiantes de arquitectura hacían práctica pegando bloques y los que dormían bajo cartones trabajaban para ellos mismos mejorando su vivienda.

 

“Dice la radio que se viene una revolución y para eso son las armas del Tiro Suizo que se robaron en Nueva Helvecia” dijo Facundo, y Pocholo retrucó con que “no hay que exagerar, sólo se trata de ocupar un campo improductivo para trabajarlo.” “O tal vez sea para ayudar a los brasileros de Río Grande que se enfrentan a tiros con los milicos que vienen a desalojarlos”, dijo un tercero.

Casi sin darse cuenta fueron llegando varios miembros del grupo, trayendo los comentarios escuchados en el almacén, en el bar de Carlos María Ramírez, en la feria o en las ruedas de mate sentados al cordón de la vereda.

 

Las cosas se ponían difíciles, Raúl Sendic había dado el paso a la clandestinidad y había que aguantar el chaparrón en el lomo. Los abogados del Partido Socialista (PS) querían ayudar pero la salida pasaba por entregarse y cumplir dos o tres meses de prisión, como le propusieron a Abellá y todo salió bien. Pero Raúl se negaba a dar el brazo a torcer, nunca se entregaría.

 

(“Confirmando la versión que trascendiera ayer de mañana, se presentó en las últimas horas de la tarde en el Juzgado Ldo. Departamental de Colonia, Jorge Abellá Grancha, cómplice de Raúl Sendic en el robo y traslado de las armas pertenecientes al Club de Tiro de Nueva Helvecia. Tal como se informara en la edición de ayer de EL PLATA se esperaba que el primero en presentarse ante la Justicia fuera el procurador Sendic, verdadero “cerebro” organizador de todas las fases de ese operativo “comando” que culminaría con la ocupación de ingenios azucareros por parte de obreros que resistirían con las armas robadas en Colonia. El hecho de que fuera Abellá el primero en entregarse no descarta la posibilidad de que en las próximas horas haga lo mismo el conocido agitador socialista”. Diario EL PLATA, viernes 8 de noviembre de 1963).

Lo importante era hacer una acción que validara el ingreso del grupo de los muchachos de la cachimba a la coordinación que se preparaba para hacer autodefensa civil y apoyo a los cañeros. Por esos días otros grupos con el mismo pensamiento se disponían a jugársela con el fin de ingresar al Coordinador. Por eso surgió lo del Tiro Suizo.

 

Había que llevar la teoría a la práctica en contraposición con los que continuaban discutiendo sin dar el paso que los comprometiera con la acción revolucionaria. Como había escrito el “Loco” Rivera en las paredes del sótano de la base llamando a la acción: “las palabras nos separan – los hechos nos unen.

 

“La crisis económica iniciada en el 55 comienza a madurar ya en 1963 y sus efectos se hacen sentir en toda la superestructura. La Ley de Reforma Monetaria de 1959 agravó las cosas ligando al país a los destinos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y atándolo férreamente al yugo de la dependencia imperialista” dijo Andrés Cultelli (dirigente socialista).

“Semejante situación hiere la estabilidad política del país, deteriora sus instituciones y desgasta notoriamente a los partidos tradicionales o burgueses.

 

El Parlamento se torna cada vez más deliberativo e inoperante. No resiste el embate de las movilizaciones obreras que lo asedian. La marcha de los cañeros en 1962 impacta a toda la izquierda y a los sindicatos. Aquellos hombres rudos, de pata en el suelo, ataviados como miserables, de origen fronterizo y desconocidos para los montevideanos, acampan frente al Palacio Legislativo. Los acompañan sus gurises famélicos y sus mujeres marcadas por la miseria. Raúl Sendic los encabeza” redondea Cultelli su visión de las condiciones que dieron sentido al asalto al Tiro Suizo y a las marchas cañeras.

 

Cuando le preguntamos al “Loco” Carlos Rivera Yic sobre el asalto al Tiro Suizo dijo que “la información nos la dio un loco que…, loco no, loco le decíamos nosotros, Mario Naviliat que era doctor de Colonia Suiza. O sea que había nacido ahí y nos dio los datos de que había armas. Y él todavía nos hizo de campana en el pueblo, andando en el auto de él, vichando. Nos trajimos todos los fierros y las balas que había. La mitad las llevó Raúl para Artigas y la otra mitad las trajimos nosotros para aquí. Y así hicimos Colonia Suiza.”

 

Preguntamos por los relevamientos que hubo que hacer: “Yo y el Ñato lo hicimos. Sí, porque yo era más conocedor del campo, entonces siempre iba yo. Porque había lugares que había que agarrar por el campo; había un hotel ahí, que todavía está. Entonces iba yo y el Ñato y creo que algún otro más, no me acuerdo bien.

 

  • ¿Cómo es que aparecés vos en las Actas Tupamaras? Porque está el Gitano, el Gallego, Facundo…
  • Trabajador independiente te ponen en las Actas, será por la peluquería.
  • Si, será.
  • ¿Cómo lo nombran en las Actas a Pinela?
  • El Gitano,” finaliza Rivera Yic con la parquedad que siempre lo caracterizó.

 

¿Cuál había sido el botín? “Primero, las cajas de municiones; luego unos extraños fusiles de colección, lindos pero pesadísimos, larguísimos y casi inútiles; después alguna escopeta y al final, más de 30 fusiles Mauser… ¡sin cerrojos!” (En Actas Tupamaras de Fernando Rodríguez). Los cerrojos fueron proporcionados por un taller de la organización equipado con torno.

 

(*) Rolando Sasso es fotógrafo, Periodista y escritor. Tiene en su haber varios libros de profunda investigación periodística sobre el accionar histórico del MLN-T

 

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