Paysandú-Colón. El puente, 50 años después

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Por Darío Rodríguez(*)

Los 50 años del puente “General José Artigas” han disparado, desde la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), una serie de eventos; con un rol central de la delegación uruguaya.

(Cinco décadas de ida y vuelta)

El jueves 11, en la propia sede del organismo, el correo uruguayo presentó un sello conmemorativo. Hoy, lunes 15, serán los actos centrales. Fuentes consultas han señalado cierto retraimiento, por una cuestión de “austeridad” económica, de la delegación argentina.

El próximo año, el que une Fray Bentos con Gualeguaychú, cumplirá sus 5 décadas.

Retrovisor

La idea del puente fue germinando en la década del 50’. Paradójicamente, y durante un año, el gobierno del General Juan Domingo Perón enfrió relaciones diplomáticas con Uruguay; y ese fue uno de los gérmenes.

La medida que duró un año se levantó el 16 de setiembre de 1955. En esa primera etapa del peronismo (1946-1955) el vínculo entre ambas orillas fue tumultuoso. La presencia de argentinos en Uruguay, antiperonistas, y su militancia irritaban al gobierno del general; al cual sectores acomodados temían. Exiliados voceaban sus arengas desde las legendarias radios Colonia, Ariel, Westinghouse, El Espectador, Carve, La Voz del Aire, Águila o Monumental.

Los pueblos, -salidos de la misma placenta al decir del expresidente José Mujica-, mantenían vínculos de hermandad y de familiaridad, más allá de los vaivenes políticos. Llegar por entonces a Uruguay implicaba asumir una serie de gravámenes impositivos. En algún momento fue necesario un permiso especial. Aquí se recelaba del eventual talante autoritario de Perón y sus vínculos con el Partido Nacional. Entonces, aquí, gobernaban los Colorados.

(Entre las expectativas y el asombro)

Largo proceso

Desde mediados de los 50’, cada comunidad litoraleña fue visualizando la necesidad de una mayor conexión. Se empezaron a formar comisiones pro puentes.

Dos hechos simbólicos jalonan las voluntades de los pueblos: en 1957 Uruguay le regaló a la vecina ciudad Colón un busto de Artigas; días después el Municipio de aquella localidad le puso a unas de sus calles el nombre de Paysandú. El presidente Frondizi, un año después, mirando lo de Colón, le pone a la escuela normal República Oriental del Uruguay.

Los intercambios entre sanduceros y colonenses se suceden; las crónicas señalan que se “hacían almuerzos y cenas en ambas ciudades”; una de las formas de profundizar los vínculos. La importancia de una mayor conexión ameritó el funcionamiento, en 1960, de una caleta. En su primer viaje llegó a Colón con dos autos Ford. Fue un gran acontecimiento que terminó con un almuerzo en el club La armonía.

Puente flotante

Así, con el empuje de las comunidades, “el 12 de mayo de 1964, el Concejo Departamental de Paysandú aprobó la erección de un puente flotante entre Paysandú y Colón, un proyecto de revolucionaria concepción técnica del uruguayo Leonel Viera”, cuenta Andrea Cattani, desde El Entrerios. La novedad se difundía desde El Telégrafo la incredulidad ciudadana. Semanas después, (26 de mayo) desde Colón “el Departamento Ejecutivo de la Municipalidad expresó su apoyo a lo decidido días antes por el Concejo Departamental de Paysandú”. “El decreto del entonces intendente colonense, Faustino Dominchin, decía que se “trata de una magna obra que abrirá perspectivas insospechadas para el progreso de esta comarca, de modo especialísimo para esta ciudad”.

(la comunidad logró lo que ansiaba)

Piedra fundante

Este mismo año, el 22 de mayo de 1964, “se decidió colocar dos piedras fundamentales de la obra: una en la costa uruguaya el 9 de julio y otra en costas argentinas, el 18 de julio”. Cada comunidad, -con hombres y mujeres que empujaban la concreción del puente-, se movía frente a sus autoridades nacionales. Como dato significativo, en 1963 se instala la fábrica de Portland en Paysandú.

Al siguiente año, el 12 de febrero, en el teatro Florencio Sánchez y, un día después en la Biblioteca Fiat Lux, los presidentes Washington Beltrán de Uruguay y el vice argentino de Arturo Illia, Carlos Perette, y ministros de Relaciones Exteriores firmaron cartas reversales; puntapié inicial para concretar el anhelado puente.

(Maquinaria en Colón y la curiosidad vecinal)

Los colonenses hablaban de un mercado zonal, sosteniendo que la “magnífica exposición feria” de la industria y la producción en Paysandú en 1966, realizada en la ahora Residencia Universitaria -antes Vialidad de la IDP-, significaba un “franco éxito” que potencia la iniciativa de las comisiones pro puente. 

Los vecinos, en su entusiasmo, hablaban de ambiciosas iniciativas del diputado argentino Herminio J Quirós, datadas en 1920.

En el mismísimo 66’, funcionaba una comisión binacional y se cuenta que, incluso, visitaron al entonces presidente argentino. Luego, en 1968, hubo un protocolo adicional donde se establecía una obra “común e indivisible” con “igualdad de derechos y obligaciones mediante el régimen de peaje”.

La iniciativa avanzaba. Tres años después, el 15 de setiembre, una comisión técnica recibía el pliego de condiciones para la construcción del puente que tendría su cabecera en el km 209.500 del río Uruguay, entre las ciudades de Paysandú y Colón. .

Un gran paso

Desde sus páginas, El Telégrafo decía que “se está dando el primer gran paso para el tendido que unirá físicamente para siempre a estas dos naciones hermanas”.

En 1970, década como la anterior, revulsiva; de años aciagos, agitados políticamente y creciente ascenso del autoritarismo, el 22 de julio el presidente de la comisión mixta internacional anunciaba que se había aconsejado la adjudicación de la obra a tres empresas consorciadas.

En su momento se manejó que la construcción costó 1.105 millones de dólares  y que Uruguay corrió con el 30% de tal cifra en virtud que del lado argentino era necesario realizar un largo viaducto. No eran tiempos de hacer preguntas, ni había ley de acceso a información pública.

El 10 de setiembre de 1970 se adjudicó la obra al Consorcio argentino-uruguayo Empresa Argentina de Cemento Armado S.A;  Ingeniero Odemar H. Soler SA y Zarazaga y De Gregorio S. A.C.I.C. La decisión  ameritó sendos festejos en ambos obradores.

Un año después, con la obra en marcha, el intendente de Paysandú, arquitecto Oscar Garrasino, decía que “hace diez años inauguramos el servicio de una pequeña balsa, que recorrió este río hasta el día de hoy…. Se ha transformado aquel pequeño servicio en este eficientísimo, a través del equipo donado por el gobierno argentino al uruguayo. Ustedes no se imaginan lo que esto representa hasta tanto se inaugure el puente internacional. Este atracadero no es solo tal, sino lo que simboliza: una unión de amistad, de intercambio comercial, de riqueza para ambos países”.

Monumental obra

La construcción había comenzado en 1968 y el puente se inauguraría el 10 de diciembre de 1975; en plena dictadura uruguaya.

(“Monumental obra”)

Se habían dinamizado ambas localidades y empleado decenas de trabajadores. Unos meses antes de la inauguración el diario argentino Clarín hablaba de “la monumental obra de 2.360 metros de extensión. Que Tiene un ancho de calzada de 8 metros y dos carriles de tránsito”. En aquel entonces, “el tipo de lámparas utilizadas para su iluminación” era toda  una novedad para estos países. Se hacía caudal “de la conectividad que ofrecía” el puente.

(Esperando ceremonia)

En la previa de la inauguración se “trabajó en la conformación de “un tinglado” que fungiera de paso de frontera”. Por entonces, el ingeniero uruguayo Juan Fabini pedía la eliminación del cobro de peaje; del otro lado respaldaban propuesta. El intendente de Colón, doctor Girard, abogaba “por la superación de todas las trabas que signifiquen el freno a la integración de la zona”. Esas eran las cosas que se discutían.

Puente de la amistad festejado

La inauguración, -el 10 de diciembre de 1975- la encabezaron los presidentes María Estela Martínez de Perón, y Juan María Bordaberry; a la sazón dictador uruguayo. 

Las crónicas señalaban, que en una coyuntura dominada por la doctrina norteamericana de la seguridad nacional y con escuadrones de la muerte operando, en Argentina la participación ciudadana, a diferencia del lado uruguayo, estuvo limitada, siendo marginal.

El martes 9 de diciembre de 1975, día previo a la inauguración, El periódico Entre Ríos había anticipado que la ceremonia, de aquel lado, sería estrictamente reservada a funcionarios oficiales y vedada al público.

(La ingeniería poniendo su saber)

Algunos vecinos aspiraban que el puente se llamara de “la amistad”; pero en Uruguay era el “año de la orientalidad”; además revivía el “fantasma” de Artigas lejos de la balcanización territorial. Casi todo lo demás es cosa conocida. Ahora el puente está requiriendo los estudios estructurales correspondientes.

El viernes 12 de diciembre de 1974, el Entre Ríos publicaba que “podemos decir con total sinceridad que fue una fiesta popular uruguaya -o sanducera- más que colonense, porque las estrictas medidas de seguridad –pese a la invitación del gobierno de la provincia- impidieron que el pueblo colonense y argentino estuviera presente. Periodistas y público uruguayo tuvieron libertad para llegar hasta el centro de la obra. Desde allí la ceremonia se trasladó a la ciudad de Paysandú”.

(Obra insumió 7 años, mucho hierro y cemento)

 

Viaje al futuro

El 11 de diciembre, la Junta Departamental de Paysandú realizó una sesión especial con motivo de los 50 años de la inauguración del Puente General Artigas. Estuvieron presentes autoridades binacionales. Además de intervenciones de las distintas bancadas, usó la palabra Leonardo Bulanti y la presidenta de la delegación uruguaya en CARU, Cecilia Bottino.  La sesión se cerró con la entrega de una plaqueta recordatoria del acontecimiento, a  Cecilia Bottino y a los delegados del organismo. Los festejos centrales serán hoy, lunes 15 en propia sede de CARU en Paysandú. La invitación, a la comunidad y autoridades, señala que el puente es “símbolo de integración, fraternidad y desarrollo” entre ambas repúblicas.

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(Quileros más sofisticados)

De tanto trasiego, de ida y vuelta en las más diversas formas y reflejando la hermandad de ambos pueblos, engarzados con la situación de cada país, el pasaje se incrementa hacia uno u otro lado, por uso intensivo el puente está requiriendo los estudios estructurales correspondientes.

(*) Darío Rodriguez es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UdelaR), periodista y asesor en temas de cooperativismo, vivienda y hábitat

 

 

 

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