Los marines en Uruguay y el Gran Garrote en el Caribe. La Doctrina Monroe-Cóndor de Trump.

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Por Luis Vignolo (*)

La agresividad imperial de Estados Unidos contra América Latina y el Caribe ha llegado a su máxima expresión desde los tiempos de la Guerra Fría con la segunda presidencia de Trump.

No es una casualidad imprevisible que así ocurra. El poder relativo de Estados Unidos en el mundo retrocede ante el ascenso de China, el retorno de Rusia, la creación y ampliación de los BRICS, y el deterioro de la capacidad industrial norteamericana, entre otros factores. Una redistribución del poder mundial entre las potencias está en curso.

En ese escenario, que se ha llamado “una guerra mundial en etapas”, complementado por lo que nosotros denominamos desde hace años como “un nuevo Yalta en etapas”, era muy previsible que Estados Unidos buscara asegurar el dominio incondicional del territorio que siguen considerando su “patio trasero”, nuestra indo-afro-latinoamérica. La República Imperial yanqui se consolidó como tal, en el siglo XIX, a costa de su expansión en América Latina y el Caribe. Antes de aventurarse en el tablero de juego mundial. Mucho antes de disputar el poder en el gran espacio euro-afro-asiático.

Ese es el contexto en el que debe ubicarse el gran despliegue militar naval de Washington en el Caribe y las múltiples amenazas contra Venezuela, incluidos los anuncios de acciones bélicas contra la patria de Bolívar. El hundimiento de decenas de lanchas en el Caribe, así como en el Pacífico y la injustificada muerte de casi un centenar de pasajeros constituye señales de alarma inequívocas, totalmente al margen del derecho internacional. El anuncio del lanzamiento de la “Operación Lanza del Sur” hace recordar inevitablemente a la Operación o Plan Cóndor, de trágica memoria en nuestras tierras. El asedio a Venezuela es a la vez una advertencia dirigida al conjunto de nuestros países.

Se suman a las acciones del renombrado “Departamento de Guerra”, entre las que destaca la invasión temporal de una playa en pleno territorio mexicano, diversas represalias como las sanciones arancelarias injustificadas, o las presiones sobre los poderes judiciales locales, como ocurrió particularmente en Brasil y Colombia. Así como la intervención descarada del presidente Trump en las campañas electorales latinoamericanas. No es ninguna novedad el intervencionismo yanqui en esos asuntos, pero habitualmente era “la Embajada” la encargada de trasmitir las presiones electorales. Ahora es Trump en persona, sin ningún disimulo, el que se jacta de su intromisión y se atribuye explícitamente los “triunfos”.

Uno de los extremos más llamativos del nuevo intervencionismo yanqui fue la operación directa del Tesoro de Estados Unidos en el mercado cambiario de Argentina, para estabilizar la cotización del dólar, durante la semana anterior a las recientes elecciones parlamentarias, en favor de Milei. Un tipo de acción financiera de la que no parece haber antecedentes.

En ese marco conviene recordar que la concentración militar norteamericana en el Caribe comenzó a principios del mes de agosto del corriente 2025. Casualmente a mediados del mismo mes de agosto ingresó a Uruguay un grupo de Marines de Estados Unidos sin autorización parlamentaria. Episodio lamentable que mereció intentos de justificación insostenibles.

Más recientemente el Poder Ejecutivo uruguayo solicitó la venia al Legislativo para que militares de Estados Unidos realicen un ejercicio cibernético en la segunda semana de diciembre. ¿Qué consecuencias tendrá sobre la soberanía de los sistemas informáticos y de telecomunicaciones de nuestro país?

A la vez el patrullero del Reino Unido FVP Lilibet, al servicio de Malvinas, hizo escala en Uruguay, en el mes de noviembre, reforzando la cooperación con la ocupación británica de las islas. Teniendo en cuenta el tránsito de buques y aviones militares ingleses por puertos y aeropuertos uruguayos deberíamos preguntarnos por el alcance y las consecuencias de esa cooperación con la potencia ocupante del Atlántico sur. ¿Qué habrá propuesto Tony Blair durante su visita a Uruguay?

Mientras todo eso ocurre el gobierno uruguayo ha ignorado la invitación de Lula para incorporarse a los BRICS, así como la propuesta de Dilma Rousseff de integración al Banco de los BRICS. ¿A qué extremo llegará el alineamiento con Estados Unidos?

Son preguntas que todos los uruguayos y uruguayas deberíamos hacernos.

Una agresión militar estadounidense contra Venezuela, si se concreta, será una agresión contra la Patria Grande, contra la totalidad de Nuestra América. Daría lugar a una guerra popular de liberación nacional prolongada, con efectos directos en la estabilidad política y la paz de sus vecinos, en especial, aunque no únicamente, en Colombia.

Desde nuestras mejores y más profundas tradiciones antiimperialistas, a la vez que unionistas latinoamericanas, bolivarianas, sanmartinianas y artiguistas, con los magisterios locales de Carlos Quijano, Vivian Trías, Alberto Methol Ferré, Carlos Machado y José E. Díaz, volvemos a escribir lo que hemos dicho y escrito reiteradamente desde hace al menos una década. La guerra o la paz en la República Bolivariana de Venezuela será la guerra o la paz de América Latina y el Caribe, de toda nuestra Patria Grande.

(Tomado de Periódico Claridad por gentileza del autor)

 

(*) Luis Vignolo, Director general de la Fundación Vivian Trías. Sindicalista, escritor, investigador uruguayo, miembro fundador de la REDH (Red de Intelectuales y Artistas Capítulo Uruguay).

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