Por Juana Francisca Gómez (*)
Raúl Pitaluga nos narra ciertos procesos que se gestaron para llegar a lo que hoy se conoce como Mesa Social del Oeste. Empezamos a tejer las historias, revisar los pliegues de lo común, los inicios del Parque Científico Tecnológico del Cerro y la charla se nos fue lejos…
Mate Amargo – Díganme Raúl, ¿qué sabe del Cerro antes que cerraran las empresas como el frigorífico?
Raúl Pitaluga – Yo no vivía ahí pero milité con gremios como la salud y la carne. Participaba del gremio de la bebida. El Cerro tiene una localización histórica de las industrias más fuertes. Otra estrategia, era cierto, que estaban todas las textiles. Pero allá estaban los frigoríficos y las curtiembres, básicamente.
Todo el ganado venía del interior por el camino de las tropas y desembocaba en los frigoríficos por el pantanoso. Y por ahí se hacía el procesamiento de la carne, los embutidos, todas las conservas. Y con eso se mandaba por barcazas en el Pantanoso hasta la primera bahía, esa que está cuando cruzaste el puente en el ojo de la vez, la primera bahía, y ahí estaban los barcos que salían a Europa.
Si ni siquiera iban al puerto. Eso les daba gran comodidad. El que estaba frente del parque me hizo subir a la azotea para entender por qué los ingleses lo pusieron ahí.
Te parás en la azotea del edificio verde, es clarísimo dónde está la bahía. Ahora está la Ruta 1 y la Ruta 5 que salen para el resto del país. Y es una localización bien estratégica, con el hilo de agua dentro del propio frigorífico. Así que ellos tenían ahí la matanza en un edificio, y conservan en el otro. Y después del proceso iba todo a las barcazas y ahí salía. Ese era un gremio muy fuerte, muy grande.

Había varios frigoríficos y curtiembres. Otra característica que no es menor es que el Pantanoso y ese puente cortaba el vínculo con Montevideo. Ahora al estar las Rutas eso cambió. En aquella época, por eso le llamaban el Paralelo 38. Cortaban el puente con las movilizaciones e incomunicaban todo. Ellos hacían la huelga, ponían una barricada en el puente y para ellos era zona liberada. Y eso le daba un color a las movilizaciones muy particular. Al lado tenés La Teja con toda una historia obrera impresionante también, de solidaridad, de agremiación, de organización barrial, muy fuerte, de cultura popular con las murgas antes de la dictadura. Y en el Cerro yo lo viví porque trabajaba en la cervecería y había parte de los mecánicos y técnicos que trabajaban en mantenimiento en la fábrica, que eran del Cerro y eran de familias extranjeras que habían venido de migración. Lituanos, Polacos, de todo un poco. Fue un barrio que lo poblaron los dueños de los frigoríficos. Por eso tiene todas las calles con los nombres de los países de Europa, Suecia, Holanda, Grecia, todos los nombres de las calles son de los países europeos como recuerdo de sus países de origen.
Otra cosa es la gran cantidad de colectividades de esos países, eso no se veía en otras zonas de la capital. El diario de la zona se llamaba Cosmópolis. Venían de la Europa de la Guerra Civil Española, esos gallegos comunistas o anarcos que vinieron para el Uruguay. Y bueno, ese barrio para mí tiene algunas condiciones y algunas características que lo hacen muy distinto a otros barrios de Montevideo. Ahí, en broma, siempre se dice que se juntan tres en cualquier esquina y ya te arman una organización de algo y después se vincula enseguida y te hacen una red. Eso es como automático en el Cerro, no lo consiguen, sino es juntándose y organizándose. Y eso es la cultura obrera de la fábrica.
M.A. – ¿Vos cómo llegaste al Parque?
R.P. – Yo trabajaba en una fábrica, participé en la Huelga General del 73’, ocupamos la fábrica los 15 días, después caí preso 11 años en el Penal de Libertad. Cuando salí volví a trabajar en la cervecería. Por la crisis de 2002 me fui de la fábrica con una pequeña empresa. Y me fui a localizar en el Parque. Yo digo que es la prehistoria del Parque. Es decir, es lo que empezó siendo cuando simplemente la Intendencia puso un pie ahí y dijo que este era el sitio para localizar empresas y fomentar el trabajo. Entonces acá vienen pequeños emprendimientos que no tienen galpón, no tienen taller, tienen dónde ponerse. Cada uno hacía lo que podía. Todavía no se habían definido gastos comunes ni nada. Se fomentaba que hubiera trabajo.
De esa manera se llegó a tener cerca de 70 empresas y más de mil trabajadores. Así se volvió a generar un polo de trabajo dentro de la vieja industria, representando toda la industria tradicional ya que había de metalúrgicas, ambientales, alimentarias, empresas de todo tipo. Lo único que había era mundo de trabajo, había empresarios, cooperativas y trabajadores.
M.A. – Algunos veían que el Parque tenía que desarrollar otras dimensiones no solo la rentabilidad.
R.P. – A mí me importa que este frigorífico, está puesto en un municipio que es uno de los más desiguales de todo el país, habitado por 250.000 almas, la inversión es pública, la propiedad de la Intendencia de Montevideo, para mí, esto tiene que jugar un papel hacia el territorio. Esa fue una de las primeras preocupaciones. Ahí sucedió una cosa que para mí es importante en la historia, de cómo fue evolucionando el Parque hacia lo que es hoy. En ese entonces intervino la Unidad de Calidad de la Intendencia, que intervenía con un equipo multidisciplinario. Venían todos los días a una hora y se reunían con todos. En esas reuniones nos dedicamos a definir el proceso, quiénes somos, para qué existimos y qué queremos hacer, cómo podemos mejorar el proceso para dar un servicio a la ciudadanía.
El equipo éramos 12, 15, no éramos muchos. Desde la Comisión Administradora hasta la cooperativa que hacía mantenimiento y limpieza, todos los que querían podían participar. O sea, ahí es donde nosotros vimos cuáles son las alianzas necesarias para poder dar respuesta a esa necesidad de cosas. En el tema educación, conveníamos y terminamos dándole a la UTU todo el tercer piso del edificio de 2000 metros cuadrados. Se pasó a tener 600 estudiantes en carreras de diseño, de robóticas y cosas más tecnológicas. Ahí los gurises empiezan a tener la posibilidad de cursar una carrera que genera laburo de calidad. La dimensión educativa ya está instalada. Al principio, culturalmente, fue difícil.
M.A. – ¿Lo mismo pasó con la huerta?
R.P. – Cuando empezamos a hacer una huerta, todo el mundo me decía que era imposible. Una huerta, al lado del pantanoso. Y le dijeron que no, de la intendencia. Nosotros hicimos igual la huerta, averiguamos de qué forma aislarnos del suelo así poníamos canteros elevados. Cuando salieron las primeras lechugas y se la mandamos al laboratorio de la
Intendencia Y le dijeron que eran preciosísimas lechugas. Hoy esa huerta tiene mil metros cuadrados de canteros y hay ocho colectivos de la zona.
Bueno, así empezó a incorporar lo que nosotros llamamos dimensiones. La dimensión industrial la cumplió, la educativa la cumplió, la social para el territorio la fue cumpliendo con una serie de instrumentos que se crearon. Y nos quedaba al final la dimensión turística, patrimonial. Eso es un lugar patrimonial, se le propuso a la Intendencia que el bus turístico pasara por acá como puede pasar por la fortaleza. Que hiciera una ruta por la zona y pasara por la vieja industria.
M.A. – ¿Y la vinculación con la Universidad?
R.P. – Empezamos a trabajar junto con el APEX, al punto de que es parte de la Comisión Administradora del Parque, que la ayuda a definir la política del Parque.
El APEX nos acercaba a la teoría, a la academia. Por ejemplo, estudiamos cuáles son las necesidades de los mil trabajadores. Entonces trabajamos con cuerpos de docentes para que nos ayudaran a hacer la encuesta y después salíamos junto a estudiantes a hacer la encuesta trabajador por trabajador. Eso nos dió como resultado que el problema dramático hoy es la vivienda. Hoy hay 43 viviendas de una cooperativa que se llama CoviParque. Con esto lo que te quiero ejemplificar, es el ida y vuelta con la realidad.
M.A. – Seguimos en la próxima…
(*) Juana Francisca Gómez es escritora y miembro del Capítulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)
Apuntes:
https://cortazar.com.ar/wp-content/uploads/2024/08/Julio-Cortazar-Rayuela.pdf https://pti.montevideo.gub.uy/
https://www.mateamargo.org.uy/2025/08/31/sobre-el-programa-apex/ https://www.mateamargo.org.uy/2025/10/26/acceso-a-la-salud-en-el-oeste-de-montevideo/ https://cdf.montevideo.gub.uy/fotografias/nosotros-cerro
Fotos: Centro de Fotografía de Montevideo
Establecimientos Frigoríficos del Cerro S.A. (EFCSA). Haití 1500. 5 de marzo de 2007.
Autor: Carlos Contrera / CMDF
Establecimiento frigorífico, utilizado como lugar de detención de personas a partir de setiembre de 1973. Actualmente es la sede del Parque Tecnológico Industrial del Cerro (PTI).

Puente de la Avenida Carlos María Ramírez sobre el arroyo Pantanoso. Al fondo: Cerro de Montevideo. Año 1926. (Foto: 04280FMHGE.CDF.IMO.UY – Autor: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).

Fachada de la casa de Guillermo Vitale. Calles Prusia y Turquía. 05 de marzo de 2020. (Foto: 00206FMCPNC.CDF.IMO.UY – Autor: Ricardo Antúnez / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).

Planta Artigas de la empresa Establecimientos Frigoríficos del Cerro S.A. (EFCSA). Avenida Santín Carlos Rossi y Haití. Adelante: Arroyo Pantanoso.
- Fecha: Año
- Productor: Diario El Popular
- Autor: d. (fotógrafos del Diario El Popular)
- Código de referencia: 3601-01_03-01FPEP
- Soporte: Plástico
- Técnica Fotográfica: Gelatina y plata
Manuel Villares y Manuela Bello, inmigrantes españoles provenientes de Villalba (Lugo) llegados al Cerro. (Foto: RV25917 – Autor/a: Sin datos / Archivo familiar de Roberto Villares). Centro de Fotografía Proyecto NosOtros Cerro
