Por Darío Rodríguez(*)
Los vertederos a cielo abierto, aún existentes, son un serio problema para las Intendencias. Paysandú, más allá de diversos ensayos, no escapa a tal realidad.
Un acuerdo entre el Ministerio de Ambiente (MA) y la Intendencia de Paysandú (IDP) determinaba el cierre del vertedero; esto debió ocurrir en el 2023.
El objetivo explicitado era mejorar las condiciones “ambientales en el sitio de disposición final de residuos” de la ciudad. Inmediatamente del cierre se iría a la construcción de una celda para rellenar y de un sistema de clasificación previa.

(Un Vertedero que no para de arder)
Fiasco
En el citado acuerdo el MA que, como organismo rector en materia de política nacional de gestión de residuos, contaba con 17 millones de dólares, asignaría 976 mil dólares a la Comuna. Las partes se dieron un plazo, 18 meses, que la IDP incumplió.
El aporte del Ministerio sirvió para comprar una máquina compactadora-encapsuladora de basura (550 mil dólares), la construcción y equipamiento de un galpón de 900 metros y la adquisición de una balanza para pesaje de camiones. La contrapartida municipal implicaba unos 1.1 millones de dólares. Aquel acuerdo habilitaba la tercerización y encapsulado de la basura que fue asignada a la empresa Sandeco; que terminó siendo un gran fiasco.

¿Como apareció Sandeco?
Hasta la rescisión del contrato, Sandeco fue una máquina de incumplimientos, incluyendo sus trabajadores. Estos percibían sueldos de hambre: menos de 20 mil pesos.
El acuerdo entre MA e IDP incluía la inclusión social de “las personas clasificadoras que trabajaban informalmente” en el predio del Vertedero. Una cooperativa que allí trabajaba terminó siendo perseguida. A aquél le correspondía el seguimiento del proceso, pero parece que no le generó, al MA, mayor preocupación.
Según relata el periodista Eduardo Rodríguez, desde la web del vespertino 20once, Sandeco, del argentino Diego Pergierycht fue el aporte del estudio sanducero Vuille-Lafourcade; corría el mes de julio de 2021. El estudio funcionaba en Monte Caseros 658, (Paysandú) “donde estuvo instalada la sede de la transición del equipo de gobierno que asumió el 26 de noviembre de 2020”. Raro.
El entonces, electo intendente, Nicolas Javier Olivera, destacaba la actividad de Sandeco “que recolecta residuos y los vende”. Todo venía a pedir de boca y la empresa se perfilaba para hacerse con la tercerización de la disposición final de residuos.

(Millones de dólares a la basura)
Con tal panorama la empresa se presentó, vía nota ante la IDP, para ser contratada para atender los “…servicios para tratamiento, separación y promoción de reciclaje de residuos en Paysandú apelando al artículo 318 de la Constitución y al artículo 19 de la Ley 19.555”. Fijó domicilio en Monte Caseros 658, Paysandú. Decía tener actividad en Paysandú desde julio del 2020. Pergierycht se vendió como la persona idónea para resolver el entuerto y “posicionar a Paysandú como modelo de gestión de residuos sólidos”. Tras iniciativa privada y posterior llamado público, Sandeco fue seleccionada.
La empresa estimaba que “por día se podrían recuperar entre 3 y 4 toneladas de plástico, entre 1,5 y 2 de papel y cartón y en el orden de 1 tonelada diaria entre chatarra ferrosa y metálica. Sobre estas últimas cantidades es que deberá analizarse la ecuación económica-financiera del proyecto”, relata Rodríguez. Entre 1° de enero 2022-junio 2025, Pergierycht pensaba embolsar 4.2 millones de dólares que, tras deducir costos, le dejaban 600 mil dólares.
Es cierto que no han faltado denuncias provenientes del ámbito político que dan cuenta tanto del mal funcionamiento del servicio como del desfavorable negocio en sí mismo.
Ya, ya!
Pero la puesta en marcha se fue dilatando. En el año 2022, la IDP decía que estaba casi todo pronto. La Comuna decía haber gastado unos 3.5 millones de dólares sin, a esa altura, ver resultados concretos. “Estamos a días de comenzar con todo esto”, afirmaba, en mayo, el mismísimo Olivera, refiriéndose a la inminente inauguración de la planta. La oposición política y algunos medios comenzaban a cuestionar los dichos de los jerarcas y la contratación de Sandeco. A la IDP le costaba contestar pedidos de informes; reinaba la opacidad. Pasaban las semanas y los jerarcas continuaban en la dinámica de anunciar la puesta en funcionamiento.

(Ya arrancamos)
Los porfiados hechos llevaron, en octubre de ese año, a que el hoy diputado Fermín Farinha, entonces secretario general de la Comuna reconociera el no funcionamiento de la planta y que la empresa debió salir a buscar un socio; la espalda era muy flaca. Obviamente que solían reiterarse argumentos.
Dejó el pozo
Sobre fines del 2023, consultado por el periodista Rodríguez para la citada nota, el ex edil y ex jerarca municipal, Saúl Villagrán denunciaba que “la planta sigue sin funcionar, de hecho, nunca anduvo porque la armaron mal”;…(…)…el sistema no sirve para este medio dadas algunas características particulares, caso de las temperaturas que se registran y la forma en la que acostumbramos a desechar la basura. El titular de Sandeco desapareció, vendió sus acciones y se fue”. Dejó un tendal de acreedores. Fue categórico. “El proyecto fracasó, hay que decirlo. Claro el intendente no lo va a decir pero lo estoy diciendo yo. La gente de Paysandú debe saber que le han mentido todo este tiempo con esto”.

(Foto Likedin. Diego no está?)
De inmediato
Los pedidos de informe a la IDP se sucedían, sin mayor éxito. Este año, en octubre la edila Natalia Martínez (FA) denunció ante el MA los reiterados incendios en el Vertedero y las condiciones en que los camiones vuelcan la basura. Pidió que el “Ministerio intervenga de inmediato”. Para ser una situación insostenible duró varios años y el intendente fue reelecto con aire.
La disposición a cielo abierto, -ya que la planta es incapaz de procesar 120 toneladas de residuos diarios-, genera, aún hoy, molestias y constantes y contaminantes incendios. De hecho, nada funcionó, durante cuatro años y el contrato firmado era un mero papel.

(Intendente: “estamos a días de comenzar”)
En escueta comunicación, el 20 de noviembre desde su página web, la IDP se rendía a la evidencia, sin mucha autocrítica, informando de la rescisión del contrato. “La rescisión del contrato obedece a las fallas en la gestión de la empresa por problemas de funcionamiento interno, con incumplimiento de los estándares exigidos en el pliego respectivo, con lo cual ponían en riesgo la seguridad, higiene y salud de la ciudadanía”. Cuatro años después. En la misiva anunciaron un nuevo llamado, insistiendo con la privatización, “por lo cual (se) formulará un nuevo llamado en los mismos términos y con las mismas exigencias de rigor técnico y de seguridad establecidas en el pliego original”. ¡Menos mal!
Para tranquilidad de la ciudadanía, la IDP cierra la comunicación expresando que “en el proceso de la finalización del contrato la Intendencia priorizó como elemento indispensable no socavar el derecho al trabajo de los empleados y asegurar su continuidad laboral para seguir cumpliendo con los trabajos necesarios, disponiendo vincularlos mediante su contratación de forma transitoria mientras se procese el nuevo llamado y se adjudique a un nuevo oferente”. Como colofón, se le dio ingreso a la gestión a la Fundación (correligionaria) “A Ganar” que tanto te limpia una calle, te realiza una capacitación, en prueba de enorme versatilidad, como te gestiona un Vertedero. Siga el baile, ¡siga el baile!
(*) Darío Rodriguez es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UdelaR), periodista y asesor en temas de cooperativismo, vivienda y hábitat