Por Maribel Acosta Damas (*)
José Martí arribó a Nueva York en 1880. Allí vivió más de un tercio de su vida de 42 años. Llegó en enero de 1880 y se marchó en enero de 1895 cuando regresó a Cuba a pelear por la independencia, en la guerra que él mismo organizara y que llamó la guerra necesaria. Nueva York fue la ciudad extranjera donde más permaneció, vivió, trabajó y estudió. En ella José Martí tuvo experiencias trascendentales que completaron su formación intelectual y política.
Descubriendo a Martí en Nueva York, considerado como la más completa investigación de esta importante etapa martiana, tiene como autor al diplomático cubano Rodolfo Eliseo Benítez Verson, con las editoriales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba y del Centro de Estudios Martianos. En 417 páginas recorre a fondo la ciudad de Nueva York y los lugares relacionados con la vida de José Martí. Es el resultado de veinticinco años de investigación y el texto dispone, además, de 500 fotografías e lustraciones, en su mayoría encontradas en los archivos digitales de la York public library y el New York municipal archives.
Cuando Martí llega a Nueva York, estaba ocurriendo la transformación crucial de Estados Unidos: “La Gran manzana pasó de ser una modesta ciudad poscolonial a convertirse en la metrópolis de un imperio mundial”. En ella Martí escribió “gran parte de las 11mil páginas de sus obras completas”. Fue Nueva York donde Martí alcanzó el reconocimiento como escritor y periodista, fundó el periódico Patria, el Partido Revolucionario Cubano y fue cónsul de Uruguay, Argentina y Paraguay.
El libro de Eliseo Benítez descubre la ciudad que encontró Martí en 1880, describe los lugares que Martí recorrió en su vida pública y privada a lo largo de casi dos décadas de vida allí. Indaga en los cambios raigales de ese periodo, cuenta sobre sus amistades y colegas, enumera los lugares que aun se conservan y presenta anexos sobre las direcciones de la ciudad asociadas a él y sus mapas.
Al decir del estudioso cubano Pedro Pablo Rodríguez, “sin esa experiencia neoyorkina, no es comprensible su vasto proyecto de liberación humana”. Las experiencias de su vida en Nueva York, ciudad a la que conoció y estudió atentamente, le permitieron observar y prever con anticipación, los profundos peligros que se cernían sobre lo que él llamó Nuestra América, sobre el propio pueblo estadounidense y sobre la ciudad a la que, sin dudas, amó.
(*) Maribel Acosta Damas, Dra. en Ciencias de la Comunicación Social, Periodista cubana y docente de la Universidad de La Habana, trabaja y colabora con varios medios de su país y de otros países.
Nota: Portada tomada de «La Demajagua»
