Por Maribel Acosta Damas (*)
El Museo del Apartheid en Johannesburgo recorre la historia de Sudáfrica. Las sucesivas salas —en archivos fotográficos y documentales, símbolos y audiovisuales— dan cuenta de la historia de crímenes e injusticia vividos, pero también de las luchas que llevaron a la caída definitiva del apartheid. Y en una de esas salas, casi al final del recorrido, enormes pantallas muestran las batallas cubanas en Angola y su influencia decisiva en la derrota del régimen segregacionista.
Sin dudas, la presencia cubana en África ha sido una de las gestas más solidarias, de mayor contribución y alcance a la paz y la justicia social. En 1975, la joven nación poscolonial que era Angola, tenía amenazada su independencia por las confrontaciones de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) contra el legítimo partido en el poder, el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA), pero fundamentalmente, por la invasión sudafricana a territorio angolano. Enfrentaba una invasión de Sudáfrica —bajo el régimen del apartheid— y de fuerzas apoyadas por Estados Unidos y Zaire (actual República Democrática del Congo).
Ya eran cercanas las relaciones entre Agostino Neto y Fidel Castro, y el presidente angolano solicitó colaboración militar a Cuba para defender la independencia de su país. Fidel, en una histórica alocución, expresaría: «No éramos un país rico, pero teníamos algo más valioso: el deber de luchar contra el racismo y el colonialismo». Entonces en noviembre de 1975 llegan a territorio angolano las primeras tropas militares cubanas para el apoyo a la lucha que emprendía el FNLA. Comenzó así la Operación Carlota.
De acuerdo con información pública, unos 427 000 cubanos y cubanas cumplieron misión internacionalista entre los años 1975 y 1991: 377 000 como combatientes y 50 000 como colaboradores en salud, educación, cultura, construcción y administración. Durante ese periodo, el propio Fidel visitó dos veces a los combatientes cubanos y angolanos. Y a la vez que se luchaba, los internacionalistas cubanos construyeron escuelas, hospitales y sistemas de riego. En las zonas de conflicto se mantuvo la atención médica a civiles angoleños. Las estadísticas confirman que se realizaron más de 2 millones de intervenciones quirúrgicas y se salvaron a 70 000 vidas entre 1975 y 1991.
Se recuerda la creación del Destacamento Pedagógico Internacionalista Ernesto Che Guevara, impulsado por Fidel, que entre 1978 y 1986 colaboró en la alfabetización de la población angolana, donde un 85% no sabía leer ni escribir cuando fue declarada la independencia. En él participaron más de dos mil estudiantes cubanos de pedagogía y más de la mitad eran mujeres.
Entre enero y marzo de 1988 se desarrollaron los combates decisivos para lograr la victoria sobre la coalición África del Sur-UNITA. La batalla de Cuito Cuanavale, que fue la base aérea de la OTAN, marcó el hito de la derrota definitiva de las fuerzas invasoras. Esta victoria militar impulsó el proceso de negociaciones comenzado a mediados de 1987. Angola fue libre, Namibia alcanzó su independencia y el régimen del apartheid remarcó su caída.
Los acuerdos de Paz fueron firmados por Sudáfrica, Angola y Cuba en la sede de la ONU, en diciembre de 1988. Estados Unidos participó como mediador, que durante años se opuso a que Cuba participara. Sin embargo, esa maniobra no les fue posible sostenerla. Sobre ello Fidel expresaría: “El jefe de los negociadores norteamericanos, subsecretario de Estado Chester Crocker, durante años se opuso a que Cuba participara […] En un libro de su autoría sobre el tema fue realista cuando, refiriéndose a la entrada en la sala de reunión de los representantes de Cuba, escribió: ‘la negociación estaba a punto de cambiar para siempre’. La administración de Ronald Reagan sabía que con la presencia de Cuba en la mesa de negociaciones no prosperarían la burda maniobra, el chantaje, la intimidación ni la mentira”.
El 10 de enero de 1989, por Declaración Conjunta de los gobiernos de Cuba y Angola, comenzó la retirada paulatina de las tropas cubanas que habían cumplido misión internacionalista en Angola. El 25 de mayo de 1991 los últimos 500 combatientes cubanos regresaron a la patria. Angola consolidó su independencia, Namibia fue libre y el régimen del apartheid en Sudáfrica fue eliminado. Concluía la Operación Carlota 15 años después de su comienzo en noviembre de 1975.
Comenzó entonces la Operación Tributo, que fuera el regreso a la patria de los combatientes cubanos caídos en Angola. El 7 de diciembre de 1989, simultáneamente, en todo el país se dio sepultura, en cada cementerio, en cada rincón de la isla, a los más de 2 mil combatientes muertos en esa gesta.

En África…
Cincuenta años después, en Freedom Park de Pretoria sigue erguido el Conjunto Monumentario a los caídos en las luchas contra el régimen del apartheid. Allí están los nombres de los internacionalistas cubanos que, a lo largo de décadas, lucharon por la libertad de países africanos, y cuyo final fue la eliminación de ese régimen de segregación racial en Sudáfrica.
Nelson Mandela dijo muchas veces que la contribución del pueblo cubano a la independencia, la libertad y la justicia en África “no tiene paralelo por los principios y el desinterés que la caracterizan”.
Un día de 2007, poco después de ser inaugurado, mi trabajo como periodista me llevó hasta allí. Cada pequeño ladrillo con cada nombre, es un pedazo de Cuba para no olvidar. Y este, lamentablemente, se ha vuelto un mundo de muchos olvidos. Pretoria, que fuera el corazón burocrático del régimen racista, adquiría un nuevo rostro en aquella colina… Luego Johannesburgo, con toda su carga de historia, completaba aquellas memorias. El Museo del Apartheid en Johannesburgo estaba ahí, sigue ahí para nunca olvidar, 50 años después.
(*) Maribel Acosta Damas, Dra. en Ciencias de la Comunicación Social, Periodista cubana y docente de la Universidad de La Habana, trabaja y colabora con varios medios de su país y de otros países.