Por Alfredo Rada (*)
En 1992 seguían implementándose los ajustes de mercado que introdujo Deng Xiaoping en el sistema socialista de China. Fue entonces que el jerarca pronunció una famosa frase: “Oriente Medio tiene petróleo, China tiene tierras raras”. Lo hizo durante una visita al yacimiento de “tierras raras” de Bayan Obo (Mongolia), muy cerca de donde se construiría, años después, el enorme complejo industrial de alta tecnología de Baotou, conocido hoy por ser el más grande del mundo, pero también por los altos niveles de contaminación que genera.

El Partido Comunista de China, que entregó a capitalistas chinos y extranjeros muchas áreas de la economía, preservó para el Estado el control de otras áreas consideradas estratégicas. Dentro de su planificación central del desarrollo, se fijó como objetivo alcanzar el control de toda la cadena de valor de las tierras raras, desde la extracción minera hasta la producción de bienes.
¿Pero qué son las tierras raras? Son los depósitos geológicos en los que hay, concentrados en suficiente cantidad como para hacer viable su explotación, los 17 elementos químicos, 15 de los que pertenecen a la familia de los lantánidos: escandio, itrio, lantano, cerio, preseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio.
El nombre “tierras raras” es engañoso, por cuanto lo que se quiere designar es a los metales blandos (lantánidos) que tienen propiedades fisicoquímicas únicas, como alta conductividad, luminiscencia o magnetismo. El nombre “minerales críticos” es el más adecuado para referirnos a ellos.
Los países que tienen mayores reservas probadas de minerales críticos, según datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) son: China, con 44 millones de toneladas métricas (TM), Brasil con 21 millones de TM, India con 6,9 TM, Australia con 5,7 TM, Rusia con 3,8 TM, Vietnam con 3,5 TM y Estados Unidos con 1,9 TM.
Sin embargo, cabe aclarar que no se trata sólo del nivel de reservas, sino de cuán avanzado está un país en la industrialización de minerales críticos, convertidos hoy en esenciales para las industrias tecnológicamente más avanzadas: fabricación de bienes electrónicos, vehículos eléctricos, energías renovables, inteligencia artificial, tecnología aeroespacial e industria militar.
China tomó la delantera mundial en la industria de minerales críticos recorriendo un largo camino. Arrancó con la conformación de un “Grupo de Coordinación Estatal” en 1975. Pasó a ser gran productor de materias primas en los años ochenta. Realizó grandes inversiones en refinación/separación en los años noventa. Hacia 2010 ya dominaba claramente toda la cadena de valor. Hoy concentra el 60% de la minería, el 91% de la separación/refinación y el 94% de los imanes permanentes con minerales críticos. Con años de diferencia en desarrollo industrial se ubican Australia, Estados Unidos, Malasia y Vietnam.

Este control sobre lo que el presidente Donald Trump sigue llamando “rare earth”, ha permitido a la potencia asiática contar con una ventaja geopolítica y tecnológica significativa, que constituye un poder de negociación frente a su competidor directo, el propio Estados Unidos, y frente a la declinante Europa. Ningún arancel, por muy elevado que sea, puede compararse a la medida proteccionista tomada por China, que puso controles mucho más rígidos a la exportación de minerales críticos y productos que lleven más del 0,1% de minerales críticos.
Trump, que está a horas de reunirse con el presidente de China, Xi Jinping, en Corea del Sur con motivo del “Foro de Cooperación Asia-Pacífico” (APEC), lleva entre sus principales preocupaciones la suspensión de esos controles fijados por China, pues sabe que su complejo industrial-militar puede quedar rezagado a nivel mundial por falta de insumos tecnológicos. No le queda más que dialogar y conceder, ya que la guerra comercial la está perdiendo, y la amenaza militar -vista la impresionante modernización del ejército chino que mostró en el desfile en la Plaza Tiananmén a inicios de septiembre- no parece muy factible.
(Contrapunto 27/10/2025, gentileza del autor)
(*) Alfredo Rada, economista, asesor sindical, investigador, comunicador y docente boliviano con estudios en sociología. Fue viceministro y ministro. Es autor de varios libros y publicaciones.
Foto: TeleSur