Trump El Pacificador:  La guerra como recurso y la paz como instrumento.

0

Por Javier Gómez Sánchez (*)

Dibujo Adán Iglesias Toledo (**)

 En su pasado discurso ante la Asamblea General de la ONU, el presidente estadounidense Donald Trump aseguró haber puesto fin a siete conflictos internacionales en siete meses de su gobierno, para proclamarse como el candidato ideal para el Premio Nobel de la Paz este año.

No deja de llamar la atención que la pretensión del galardón por la principal figura del movimiento MAGA pareciera no solo responder a su megalomanía ante el resto del mundo, sino que sería una ansiada recompensa simbólica ante el hecho de que Barack Obama lo recibió en 2009, y más que eso, que de los cuatro mandatarios estadounidenses reconocidos por el Nobel -ya sea en el cargo o luego de este-, tres han sido demócratas (Woodrow Wilson, Jimmy Carter y el propio Obama) y solo uno republicano, Theodore Roosevelt.

«He puesto fin a siete guerras interminables. Decían que eran interminables. Que nunca las iba a poder resolver. (…) Ningún presidente o primer ministro, ningún otro país ha hecho nunca nada parecido. Y yo lo hice en solo siete meses», dijo desde el estrado ante una sala perpleja.

La mención a su récord como pacificador, junto a una larga arenga sobre la baja calidad de los materiales de construcción utilizados en una reparación del edificio para la cual su empresa constructora licitó, pero no le fue adjudicada, le sirvió además para cuestionar la utilidad de la Organización de las Naciones Unidas:

“Es una pena que tuviera que hacer yo estas cosas en lugar de que las Naciones Unidas las hiciera. Y, lamentablemente, en todos los casos, las Naciones Unidas ni siquiera intentaron ayudar en ninguna de ellas (…) En ese momento no pensé en ello porque estaba demasiado ocupado trabajando para salvar millones de vidas. Es decir, para salvar y detener estas guerras. Pero más tarde me di cuenta de que las Naciones Unidas no estaban ahí para nosotros. No estaban ahí. Lo pensé realmente después de los hechos, no durante las negociaciones, que no fueron fáciles. Siendo así, ¿cuál es el propósito de las Naciones Unidas?”.

Una mayor funcionalidad de la ONU -lastrada por el derecho de veto, lo que la mantiene bajo el control de intereses de poder y no como un órgano democrático, pero a esto no se refirió Trump-, es un reclamo histórico realizado por muchos mandatarios, pero ninguno lo había utilizado con la intención del enaltecimiento de su propia figura.

Pero, ¿cuáles son los siete conflictos a los que dice Trump haber puesto fin y cuál es el verdadero interés de Estados Unidos al intervenir en ellos?

1) Armenia y Azerbaiyán

Se trata de una guerra iniciada producto de las señales de descomposición de la URSS, entre dos repúblicas exsoviéticas. El conflicto por la región de Nagorno-Karabaj entre Azerbaiyán y Armenia comenzó en 1988, cuando sus habitantes votaron mayoritariamente por unirse a Armenia. Tras la desintegración de la Unión Soviética en 1991, estalló una guerra entre estos dos nuevos países independientes, que terminó en 1994 con un alto el fuego en aquel momento mediado por Rusia. Sin embargo, el conflicto separatista se mantuvo durante las siguientes tres décadas, con una segunda escalada en 2020, y una tercera en 2023.

En agosto de 2025, Trump reunió en la Casa Blanca a los presidentes de ambos países para la firma de un acuerdo de entendimiento, aunque no se trata de un acuerdo de paz definitivo, sí implica el cese de las hostilidades y el restablecimiento de relaciones diplomáticas.

Sin embargo, el valor estratégico para Estados Unidos de la ubicación geográfica de Armenia y Azerbaiyán es la clave para comprender la base del acuerdo. Se trata del control estadounidense del llamado Corredor de Zangezur, renombrado como “Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacional (TRIPP)”, que conecta Azerbaiyán con su república autónoma de Najicheván, separada de este por territorio armenio. El gobierno estadounidense haría de garante del funcionamiento del corredor y empresas de ese país se encargarían en exclusiva de su infraestructura y explotación comercial, tras una concesión por Armenia por 99 años (lo cual recuerda los términos del control de Estados Unidos sobre el Canal de Panamá). Este corredor transnacional –ahora manejado por Estados Unidos– permitirá el tránsito de mercancías entre Europa y Asia Central sin pasar por territorio de Rusia o Irán, al tiempo que reduce la influencia de China en la región del Cáucaso Sur, debilitando su proyecto de la Ruta y Franja de la Seda.

xr:d:DAGCOIM9VLE:8,j:5275265719711503307,t:24041216

2) Conflicto entre Ruanda y la República Democrática del Congo

La provincia de Kivu del Norte, de la República Democrática del Congo (RDC), es fronteriza con Ruanda y rica en minerales preciosos. En esta opera una guerrilla llamada Movimiento 23 de Marzo (M23), formada principalmente por miembros de etnia tutsi. Ruanda y RDC han mantenido un cruento enfrentamiento desde los desplazamientos provocados por el genocidio ruandés, y diversas violaciones fronterizas. Se acusa a Ruanda de brindar apoyo y armamento a esta agrupación para socavar el control congolés de la región y su explotación minera. La provincia posee grandes yacimientos de oro, diamantes y tungsteno, así como casiterita y coltán, imprescindibles para la industria electrónica, informática y de celulares.

El gobierno de Trump hizo que los gobiernos de ambos países firmaran un acuerdo de paz en junio de 2025, aunque diversas organizaciones humanitarias señalaron que esto no significa el fin de los enfrentamientos. Sin embargo, el texto del documento incluye una mención explícita a la hegemonía de Estados Unidos como marco del entendimiento, diciendo: “Las Partes iniciarán y/o ampliarán la cooperación en prioridades compartidas, como la gestión de parques nacionales, el desarrollo de la energía hidroeléctrica, la reducción de riesgos en las cadenas de suministro de minerales, la gestión conjunta de los recursos del lago Kivu y cadenas de valor minerales transparentes y formalizadas de extremo a extremo (desde la mina hasta el metal procesado) que vinculen a ambos países, en asociación, según corresponda, con el gobierno de los Estados Unidos y los inversores estadounidenses”.

Definitivamente, una gran vocación por la paz.

3) India y Pakistán

Dejar fronteras sin definir o trazarlas de manera deliberadamente conflictiva fue un recurso del colonialismo británico en su retirada, para mantener enfrentadas a las naciones emergentes. Ambos países han sufrido un conflicto postcolonial por la región de Cachemira.

El primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, y el jefe del ejército y “hombre fuerte” pakistaní, Asim Munir, sostuvieron en la Sala Oval en junio de 2025 una reunión de hora y media con Trump, Marco Rubio y el vicepresidente Vance. Los invitados entregaron como regalo una caja de madera con muestras de minerales existentes en la geografía pakistaní. El equipo de prensa de la Casa Blanca publicó una foto de estos explicando al presidente estadounidense las características de cada una de las piedras.

Trump, por su parte, sostuvo una conferencia telefónica con el primer ministro de la India, Narendra Modi, sobre el alto el fuego con Pakistán, luego de varios días de enfrentamiento. Aunque el mandatario norteamericano declaró públicamente que había gestionado un acuerdo entre ambos países, el gobierno de la India negó categóricamente que el entendimiento se debiera a la intervención de Estados Unidos, sino a una respuesta a la solicitud de Pakistán de detener los combates: “India nunca ha aceptado mediadores en su conflicto con Pakistán en el pasado y no los aceptará ahora”, dejó claro Modi. Aun así, Trump, acaso deslumbrado por las piedras preciosas que le obsequiaron como promesa de beneficios, ha repetido ante la prensa que había puesto fin al conflicto entre India y Pakistán.

4) Israel e Irán

Posiblemente la más absurda de las celebraciones como pacificador del inquilino de la Casa Blanca. Trump lanzó en julio de 2025 la operación conjunta con Israel, «Martillo de Medianoche», un bombardeo estratégico sobre las instalaciones de desarrollo del programa nuclear de Irán, con el objetivo de destruir sus capacidades. Luego de lograrlo, y de doce días de bombardeos de la aviación israelí, ataques “quirúrgicos” de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y oleadas de misiles que golpearon sensiblemente a Israel, especialmente a su capital Tel Aviv, se detuvo la escalada. Una sucesión de acontecimientos cuyo desarrollo y enfriamiento estuvo muy lejos de ser producto de la capacidad diplomática estadounidense.

5) Camboya y Tailandia

El conflicto entre Camboya y Tailandia tiene su origen en un desacuerdo fronterizo postcolonial, que se intensificó a partir de 2008 con el intento de Camboya de registrar como Patrimonio de la Humanidad el templo de Preah Vihear, ubicado en la zona en disputa producto del trazado de fronteras coloniales realizado por Francia en 1907. El diferendo había sido presentado ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 1962, que determinó que la edificación y su perímetro pertenecían a Camboya, pero Tailandia continuó reclamando los territorios circundantes, lo que generó enfrentamientos esporádicos hasta que en mayo de 2025 iniciaron una escalada que implicó ataques con armamento pesado, dejando medio centenar de muertos y cientos de miles de desplazados.

Trump había amenazado a ambos países, junto a otras naciones del sudeste asiático como Malasia, Vietnam y Filipinas, con aranceles de entre un 30 y un 40 por ciento a sus exportaciones a Estados Unidos. Como parte de las negociaciones para suavizar la medida arancelaria, Trump aprovechó para incluir en las condiciones el cese del fuego entre ambos países. Finalmente, los aranceles fueron rebajados a menos de la mitad en algunos casos y prácticamente eliminados en otros; sin embargo, el verdadero peso de las decisiones se debió a concesiones hechas por los países amenazados de disminuir las facilidades comerciales de China, como es el caso de Camboya y Tailandia, miembros de la China Plus One Strategy, un programa de inversiones chinas en la región. Estados Unidos también incluyó un compromiso de garantía y vigilancia de origen de mercancías, para evitar que productos de China sean enviados a puertos estadounidenses a través de Tailandia para evadir los aranceles de Trump sobre las importaciones chinas.

6) Egipto y Etiopía

Aunque estos países del norte africano no están en guerra, mantienen fuertes tensiones por la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope, el mayor proyecto hidroeléctrico construido en el continente africano, iniciado en el Nilo Azul por Etiopía, la que aspira a suplir sus necesidades energéticas, pero que tanto Egipto como Sudán consideran como una amenaza a su seguridad hídrica, pues debilitaría notoriamente el caudal del río y sus afluentes hacia sus territorios.

Durante el primer mandato de Trump (2017-2021), este asegura haber evitado una guerra por este motivo, aunque el pasado julio de 2025 admitió que la presa sigue siendo un problema y no se acaba de encontrar una solución.

7) Serbia y Kosovo

Otro de los conflictos que Trump asegura haber finalizado durante su primer mandato, a partir de un acuerdo económico entre Serbia y Kosovo, aunque no se trataba de una guerra real, pese a que Serbia no reconoce la independencia que Kosovo declaró unilateralmente en 2008. El desacuerdo entre ambos países de la ex Yugoslavia se mantiene desde que en 1999 la OTAN, orientada por el gobierno de William Clinton, bombardeara Serbia para propiciar la independencia de Kosovo.

Como dijo el propio Trump en su discurso ante la ONU: “Lo único que resuelve la guerra es la acción”. Un análisis más riguroso y menos superficial de la realidad de los conflictos que Trump asegura haber finalizado permite ver que lo que realmente mueve a la actual administración estadounidense a la “acción” no es la búsqueda de la paz, sino la utilización de las guerras heredadas de la Guerra Fría y del pasado colonial para afianzar y ganar terreno a favor de los intereses estratégicos globales de Estados Unidos.

(*) Javier Gómez Sánchez (La Habana, 1983) Periodista, profesor e investigador. Máster en Ciencias Políticas en Estudios sobre Estados Unidos y Geopolítica Hemisférica por la Universidad de La Habana. Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de las Artes de Cuba. Ha escrito numerosos artículos sobre comunicación política, guerra mediática y cultural, redes sociales e internet.  Es autor de los libros Las Flautas de Hamelin. Una batalla en internet por la mente de los cubanos (2020), La Dictadura del Algoritmo. Guerra mediática y redes sociales en Cuba (2021), Los que curan y los que envenenan. Páginas de una pandemia mediática (2023). Realizó los documentales La Dictadura del Algoritmo (2020) y El insomnio del Hombre Nuevo (2024). Profesor de Comunicación Transmedia y Documental en la Universidad de las Artes de Cuba.

(**) Prof. Adán Iglesias Toledo, Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC. Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero.

Comments are closed.