Por Andrés Correa (*)
La amplia derrota electoral de los candidatos de La Libertad Avanza (LLA) y la participación popular del 61 % en unas elecciones legislativas donde sólo se elegía el parlamento provincial y los Consejos Deliberantes municipales habla de un malestar general con las políticas del Presidente Javier Milei, en el electorado bonaerense que concentra la mayor cantidad de habitantes de la República Argentina.
Fuerza Patria obtuvo un apoyo rotundo en las urnas con un 47 % de los votos en la provincia de Buenos Aires que consolidó una victoria de más de 13 puntos por sobre La Libertad Avanza. Además, en el desglose por territorio, La Libertad Avanza solo logró imponerse en dos secciones electorales de ocho, mientras que Fuerza Patria lo hizo en seis. Si miramos con lupa cada lugar podemos observar lo apabullante del resultado ya que Fuerza Patria se impuso en 99 de los 135 distritos bonaerenses.
En medio de la euforia por los resultados de las elecciones 2025 en la provincia de Buenos Aires, en el búnker de Fuerza Patria, la militancia hizo sentir su apoyo a Axel Kicillof, el gobernador de la Provincia de Aires y el gran triunfador de la noche del domingo. Apenas subió al escenario en La Plata, se escuchó el cántico: “Se siente, se siente, Axel presidente”, también hubo otro cántico como: “ borom, bom bom… Es para Axel, la conducción”.

“No la vieron”
Mientras la contienda electoral se debatía en los grande medios de comunicación entre escándalos de corrupción o si se ponía fin al kirchnerismo a través de noticias urgentes y febriles hilos en redes sociales, la realidad de las urnas bonaerenses resultó ser un estallido silencioso, una verdad que se gestaba lejos de los streaming y los algoritmos. Los grandes medios quedaron enredados en la maraña de un relato oficial que vaticinaba el fin de un ciclo, las plazas virtuales, actos sin cámaras, secuelas de violencia convertidas en cajas de resonancia de sus propias profecías, dibujaban un escenario de paridad y descontento sin embrago el peronismo forjaba en el conurbano y en el interior provincial una victoria de proporciones históricas.
Desfinanciar las universidades públicas, la investigación, reprimir las marchas de los jubilados frente al Congreso, abandonar a las personas con discapacidad y la enorme pérdida del poder adquisitivo tanto de trabajadores formales como informales tuvieron su freno en la urnas bonaerenses.
La noche del escrutinio no reveló simplemente un resultado electoral; desnudó la profunda desconexión de una élite mediática y digital con el pulso de un territorio que se negaba a ser un mero espectador de su propio destino. En el murmullo de los barrios, en el valor de las políticas territoriales, vinculadas a las necesidades concretas de las y los vecinos, en la lealtad silenciosa de los que se sintieron olvidados por los titulares, se cocinó un triunfo que no fue anticipado porque, sencillamente, no fue buscado en las ferias. La crónica de una victoria anunciada sólo para quienes supieron escuchar el silencio, un recordatorio contundente de que la realidad, a menudo, no se encuesta, ni se postea: se vota.
La raíz
La evasión fiscal en Argentina se ubica cerca del 50%, según varios informes dentro de los que se destaca el que proporciona la Universidad Austral, ubicando al país en los niveles más alto comparado con otros países de la región. Las razones radican en maniobras fraudulentas realizadas por gran parte del empresariado que le hace perder al país aproximadamente un 4 % del PBI. Por lo tanto, la razón del déficit fiscal no son las jubilaciones, ni los empleos públicos, no son las pensiones por discapacidad, no es el presupuesto universitario, la causa principal es la evasión y elusión impositiva generalizada.
Las medidas que el equipo económico liderado por la tríada Milei, Luis Toto Caputo (ministro de Economía) y Santiago Bausili ( Presidente del Banco Central – BCRA ) para frenar la inflación y lograr equilibrio fiscal dañaron las actividades productivas y destruyeron las ventajas competitivas que tiene el país para relacionarse con el mundo con un “boom” de productos importados baratos, con un dólar bajo e intervenido ( para que parezca que flota ) sin aumentar las reservas en el Banco Central (BCRA) nos conduce a una situación que todo indica que finaliza en estallido.
El veredicto
En el silencio que sucede al estruendo de las urnas, emerge un veredicto ineludible, una directriz ciudadana que trasciende nombres y partidos para erigirse en un mandato popular: los recursos de las provincias, y con especial énfasis los de la provincia de Buenos Aires, no son una concesión del poder central, sino un derecho inalienable de sus pueblos. Este fue el reclamo que, con la contundencia del voto, se ha transformado en una exigencia impostergable.
El voto como expresión popular ha señalado que la gobernabilidad no puede seguir cimentándose en la discordia, el agravio y el insulto como herramientas de gestión política. Se ha agotado el tiempo de la retórica incendiaria; la sociedad demanda un cambio de tono fundamental, un regreso a la civilidad y al diálogo como pilares de la construcción democrática.
Asimismo, el mensaje electoral resuena con particular fuerza en el corazón de la economía real, con un salario real desangrándose, allí donde la incertidumbre se traduce en despidos y cierre de persianas. El clamor popular establece que el gobierno nacional no puede ser un espectador pasivo de esta crisis. Se le impone una obligación ineludible, de intervenir activamente para proteger las fuentes de trabajo y el tejido productivo. La pasividad, advierten las urnas, será juzgada como abandono.
Finalmente, lo que se ha puesto sobre la mesa es una profunda defensa del contrato social argentino. Es un llamado solemne a cesar las hostilidades contra las instituciones que vertebran la República: la democracia misma, el sistema federal como pacto de unión y la Constitución Nacional como ley suprema. El veredicto es claro y definitivo: es hora de gobernar respetando la división de poderes y la autonomía de las provincias. Es, en esencia, un llamado a respetar a la Argentina en toda su compleja y diversa integridad.
(*) Andrés Correa, periodista argentino-uruguayo, director y conductor principal del Programa Radial «De Fogón en Fogón», corresponsal de Mate Amargo en Buenos Aires, Argentina.
(**) Foto TeleSur (Nicolás Hernandez)