“Hay canciones que se cantan en silencio y el silencio es tan fuerte que aturde”
Por Claudia Suárez Delgado (*)
Muchas veces el arte funciona como sanador, no solo a nivel individual, sino también para sanar las heridas colectivas. Nos entrevistamos con Camila Carbajal, directora y actriz de la obra “Murmuria. Historias en cautiverio.” Obra a cargo de la compañía Verdeteatro, colectivo que surge en el año 2013 y siempre ha tenido un perfil de investigación. La obra se basa en las vivencias de mujeres presas políticas en el marco del terrorismo de Estado, de la última dictadura militar en Uruguay. Camila Carbajal es profesora de literatura, profesora de teatro y está cursando una maestría en teatro, cuya tesis será sobre ésta obra.
Nos cuenta que la obra surge como una necesidad, “cuando pensábamos que había derechos que ya estaban entendidos como derechos humanos, nuestra historia reciente, empezaron a suceder un montón de discursos negacionistas”, refiriéndose a los retrocesos en materia de derechos, posibilidades de investigación y aumento de discursos fascistas en los últimos cinco años. La obra aporta al poder “seguir hablando de esto, conectamos con las personas que lo vivieron”, “ver, qué es lo que ellas tienen para contar acerca de ese pasado, en este presente”. La creación de la obra se entrelaza con su propia vida personal “en mi caso también es como una asignatura pendiente, mi padre estuvo exiliado en Francia, mi familia es muy politizada, mi tío preso, y yo soy parte de una generación que un poco se paspó de escuchar a los padres insistir (…) después ahora como un modo de reconciliación y de revisión personal también, dije bueno vamos a investigar un poco más, ir a buscar a mujeres porque el perfil de la compañía de teatro también tiende a indagar sobre historias de mujeres”.

Más allá de la obra, sorprende el proceso de creación que implicó no solamente acercarse a la palabra, la historia de las mujeres, sino también poner en juego lo que el propio colectivo sentía en el proceso: “investiguemos sobre esto, qué es lo que nos pasa a nosotras con estos encuentros que vamos teniendo y de qué manera también la ficción emerge, porque no es teatro realista tampoco”. Desde el comienzo hubo un especial cuidado en no pretender ser copia fiel de la realidad, pero a su vez lograr que quienes lo vivieron se sintieran identificadas, nos cuenta que las ex presas “Participaron de todo el proceso, de los talleres, luego fueron viniendo a algunos ensayos, para hacer intercambios de impresiones. Luego también a los ensayos generales y participaron de la difusión de la obra”. Nos narra lo significativo que resultó para el colectivo que, al mostrar la obra, las ex presas les plantean “Nos escucharon, porque para ellas es muy alentador, y lo han puesto en palabras, que hay recambio. ¡Hay recambio y se escucha! Nuestra palabra, nuestra experiencia, tiene un valor, es escuchada, y hay otras mujeres que vendrán.”
Al inicio la idea era trabajar con las ex presas de la cárcel de Paso de los Toros, que también se llamó La Cárcel Olvidada, el grupo de ex presas de este centro de reclusión tienen la práctica de reunirse todos los meses, finalmente “abrimos un poco más la cancha de acuerdo a nuestros contactos, a ver quién aparecía, y la verdad fue mucho mejor porque ahí se dio una verdadera integración de diferentes realidades” esto enriqueció la experiencia, nos cuenta, por ejemplo la experiencia de una de ellas que estuvo presa como adolescente, muy joven, de 15 años, pero que a ella le ha costado reconocerse como presa política porque no estuvo en la cárcel, estuvo en un convento.
El proceso de creación, que inició en 2023, se dio a partir de talleres que comparten las integrantes de Verdeteatro con las ex presas políticas, “que el taller no fuera palabra, porque la palabra también cierra y también invita un poco a generar discursos. Entonces los talleres eran cruzados con algunas técnicas de lo que se llama el teatro terapéutico, por ejemplo, en uno de los talleres trabajamos con la piel, todos tenían un tema. La actividad concreta por donde se empezaba el taller era recortar una manta, a cada una le tocaba una partecita de una manta que era muy similar a la que podían haber usado en la cárcel, una manta gris, y teníamos las lanas éstas que luego vamos a usar (en la obra), y cada una tenía que intervenirla como quisiera, de forma totalmente libre, con las lanas de colores, y ahí hicieron diferentes cosas que hoy en día son los bolsilleros que ves en la escenografía. Nosotros tomamos esos rectángulos y bueno, se construyó. En esta cosa de ir interviniendo, cosiendo, tejiendo, vas charlando y vas comiendo, porque también llevamos comida, y bueno, tomando mate. Una cuestión más desestructurada, más distendida, y a partir de esa experiencia, entre todas, después íbamos a la palabra. ¿Qué recuerdos habían aflorado?, ¿qué preguntas?, ¿qué teníamos para compartir en relación a la temática de la piel? El proceso de los talleres, porque también no podían ser uno atrás del otro, porque eran bastante movilizantes, duró más o menos un año. Y otro año fue más o menos de ensayos, es decir, con esos materiales que nosotros habíamos ido elaborando, también lecturas y otro tipo de insumos, de materiales, ahí fuimos como a los ensayos un año aproximadamente”.

Al conversar sobre lo movilizante de la obra nos cuenta: “el proceso fue muy sanador para todas las que participamos, porque también nosotras esperábamos encontrar unos desgarros o unos sufrimientos o un dolor que no encontramos, vinieron aquellas que lograron convivir con ese dolor y hacer algo con eso, por ejemplo, venir a generar una obra de teatro con nosotras. Aprendimos mucho, a mí me hizo crecer mucho: la fortaleza, la luz de todas estas mujeres que participaron, y también la visión, porque ellas en definitiva reivindican el haberse conocido, el haberse encontrado, el haber compartido todo lo que compartieron, el haber crecido juntas, la importancia del vínculo, del otro, del encuentro, del enriquecimiento mutuo, y que tenga sentido, porque si no, ¿para qué se vivió todo lo que se vivió? entonces en sí nos reímos mucho, generamos amistades, nos vamos más llenas en el aspecto humano, cuando hacemos la obra no la sufrimos porque nos colocamos en ese lugar de sobrevivir y de encontrar el sentido de estar ahí juntas, los personajes, podés conectar con la sanación de ellas mismas y la resistencia, estar resistiendo a partir del amor, del encuentro, de la vida, el sentido de la vida”
Nos cuenta Camila que en algunos casos se utilizó la obra a la interna de las familias para hablar, “hablar a través de la obra, de la experiencia, como una versión poética que logra sintetizar eso que es tan difícil sintetizar en palabras”
Las ex presas prestaban especial atención a que el relato no se centrara en la crudeza, decían “nosotras nos cagábamos de la risa y logramos en pequeños gestos todo el tiempo vencer al victimario, y no somos víctimas, porque si somos víctimas en realidad estamos permitiendo al otro que siga siendo nuestro victimario, sigue existiendo esa relación de dominación”.
Le consultamos sobre el nombre de la obra: “Murmurio en realidad es una conexión con la obra anterior, con Inédita María Eugenia que era de la vida y la obra de María Eugenia Vaz Ferreira y en uno de sus poemas habla del murmurio, “es como una especie de murmullo que está entre dientes, lo que se quiere y no se quiere decir, pero que a su vez también suena un poquito porque es como sonoro. No es el murmullo que ensordece pero hay algo ahí que está para ser dicho y que pareciera que ya existe, que ya está ahí pero que todavía no se le subió el volumen”
Sostener obras como éstas se configuran en un desafío, en principio son obras con pocas localidades para lograr una mayor intimidad y que se realizan a partir del trabajo de un gran equipo de gente, en este caso en:
Dirección general – Camila Carbajal
Dirección musical – Marcelo Gonnet, con la colaboración de Rodolfo Vidal
Producción general – Laura Valdez y María José Pieri, con colaboración de Mariana Piven
Iluminación y escenografía – Laura Leifert
Vestuario y elementos con lana – Camila Suárez
Diseño gráfico y fotografía – Camila Suárez
Redes – Leticia Ramos
Operador de luces y sonido – Felipe Leguisamo o Fernando Leguisamo
En escena – Cecilia Argüello, Victoria F. Astorucci, Lucía Calisto y Camila Carbajal
A su vez hay que considerar el tiempo de producción, ensayos, entre otros, esto exige el conseguir apoyos y compromisos con el proyecto. En este caso contaron con el apoyo de AEPC, al abrir las puertas del local, de CRYSOL, Sitio de Memoria Ex cárcel de Cabildo, contaron con un premio de COFONTE para la puesta en escena y para la compra de la consola del audio, también apoyo del grupo de amigos del Museo de la Memoria en la difusión: “Está bueno porque es un movimiento en red que también ayuda a afianzar, esa interconexión entre sí, colaborativa pero también de validación porque para nosotras era importante también lograr ese nexo porque si no ¿quiénes somos nosotras? para generar una obra sobre experiencias que no fueron nuestras”
Otro aspecto destacable de la obra es que transcurre en un espacio no tradicional, en los sótanos de la casa de la Asociación de Estudiantes y Profesionales Católicos, Camila nos cuenta del apoyo y el cuidado que han recibido de la organización. Más allá de esto, se encuentran trabajando en lograr una adaptación que les permita realizar la obra en otros escenarios y de esta forma poder llevarla al interior del país, a centros educativos por ejemplo, poder tener un formato viajable.
La obra podrá verse todos los sábados y domingos de setiembre y los domingos de octubre, para reservar hay que comunicarse al 093 430 542.
Nos encontramos frente a una obra de teatro que teje trama a partir de historias de resistencia y solidaridad dándonos la oportunidad de acercarnos en cierta medida a estos aprendizajes de una forma ética y cuidada. Recomendamos ser parte de la experiencia y les dejamos algunos elementos para seguir conociendo del proyecto.
Les dejamos algunos materiales para conocer más del proyecto.
(*) Claudia Suárez Delgado, licenciada en Psicología especialista en Gestión Cultural en UDELAR, integrante de la Red de intelectuales y artistas en defensa de la humanidad (REDH), ceramista.
(**) Fotografías Camila Suárez, suministradas por la compañía Verdeteatro