Las Elecciones Bolivianas y los Desafíos del Movimiento Indígena

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Por Martín G. Delgado Cultelli (*)

 

El pasado domingo 17 de agosto, se llevo a cabo la primera ronda electoral para determinar el futuro gobierno nacional boliviano y se determinó como va a estar conformado el Parlamento del país andino. Los resultados determinaron que el balotaje por la presidencia del Estado Plurinacional será entre Rodrigo Paz Pereira del Partido Demócrata Cristiano (32%) y Jorge “Tuto” Quiroga de Alianza Libre (26,8%). La izquierda representada en el MAS-IPSP (Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos) que dominó la política boliviana desde el año 2000, quedó excluida de una contienda presidencial.

Sin embargo, no todo es giro a la derecha, Samuel Doria Medina de Alianza Unidad, uno de los hombres más ricos del país y que los grandes medios de comunicación y las principales encuestas daban como favorito, quedo en tercer lugar con 19,8% de los votos. También hay que contar que hubo casi un 20% de votos anulados y 2,4% en blanco. Ese altísimo porcentaje de votos anulados se bebe principalmente a la postura de Evo Morales (líder histórico del MAS) por la proscripción electoral y el lawfare que le afectó. También hay que reconocer que otros sectores como las Feministas Comunitarias del Abya Yala (Adriana Guzmán) y los anarco-indianistas (Silvia Rivera Cusicanqui) plantearon la postura del voto en blanco y anulado para estas elecciones. Pero sin temor a exagerar, la inmensa mayoría de esos votos anulados se debe a partidarios del Evo.

Si sumamos el 20% de votos anulados, más el 8,2% de votos que saco Andrónico Rodríguez de Alianza Popular (único candidato indígena en estas elecciones, antiguo partidario del evismo que se candidateo para que pueda haber una fuerza de izquierda en el Parlamento) y el 3% de votos que saco Eduardo del Castillo (candidato de Luis Arce) quien se quedo con el lema MAS, nos da una cifra de más de 31% de los votos, por lo cual la izquierda boliviana tiene la misma fuerza que la centro-derecha y podría haber pasado al balotaje en estas elecciones, si hubiera podido conseguir su propia unidad. Sin embargo, hay que reconocer también que un 31-34% para la izquierda, en Bolivia, es una votación sumamente baja, la más baja en casi 30 años (recordemos que Evo Morales tuvo victorias electorales de entre un 54 a un 64% de los votos).

De estas elecciones hay varias reflexiones que se pueden hacer. Las más evidentes son que la política boliviana vive una atomización muy importante. Siendo la izquierda la más afectada, pero también esto ocurre en las derechas. No hay grandes bloques como hace 10 años. Asimismo, Evo Morales sigue siendo no solo el principal referente de la izquierda, sino también de los principales actores políticos del país. Con dos semanas de campaña por el voto nulo, con proscripción, persecución judicial y campañas de ensuciamiento mediático (la “máquina de fango” de Umberto Eco) logró cosechar casi un 20% de los votos. Su ciclo político no está cerrado para nada.

Por otro lado, estas elecciones también representan la vuelta del poder blanco y la nueva exclusión política del indígena. Evo Morales, líder indígena incuestionable, fue proscripto electoralmente. Incluso el candidato oficialista de Arce, Eduardo del Castillo, es un blanco de clases medias-altas, ¡Qué gran retroceso para el MAS tener un candidato así! La base ideológica-política del MAS fue la consigna de “los indígenas al poder”. ¡Basta de que los blancos gobiernen como virreyes coloniales al pueblo indio! Si bien el MAS nunca fue puramente indianista, ha habido históricos dirigentes marxistas blancos (como García Linera), estos siempre supieron que la transformación social era que los indígenas gobernaran. El hecho de que Eduardo del Castillo, alguien totalmente alejado del pueblo indio, sea representante del MAS es un signo no solo de crisis político-electoral, sino fundamentalmente ideológica. El único candidato indígena de estas elecciones fue Andrónico Rodríguez y el único que podía llevar la voz de los pueblos originarios al parlamento. Hay una recolonización del poder blanco criollo en Bolivia.

De igual forma las mujeres han quedado profundamente excluidas de la contienda electoral, ninguna mujer fue candidata a presidenta o vicepresidenta. Algo señalado tanto por las Feministas Comunitarias de Abya Yala como por Eva Copa, alcaldesa de El Alto (la ciudad aimara por excelencia).

Otra reflexión que se puede hacer es que Luis Arce quedara en la historia como el destructor del proceso de cambio boliviano y quien le abrió las puertas a la derecha. Su incapacidad de resolver la crisis económica, el permitir que la burguesía nacional criolla colonice al Estado (reduciendo el peso del Estado en la economía y fortaleciendo a la oligarquía criolla exportadora), la lucha fratricida contra Evo a la interna del MAS, la represión a los movimientos sociales e indígenas (recordemos que Adriana Guzmán fue detenida por el gobierno de Arce) y la alianza con la derecha para proscribir y judicializar a Morales han sembrado las bases de esta derrota histórica.

Y es que la derrota electoral del MAS-IPSP no es solo una derrota electoral, es un golpe duro para los movimientos indígenas de Bolivia y de toda América Latina.

Bolivia tuvo algunos de los hechos históricos más trascendentales para el movimiento indígena continental. Desde las Guerras del Agua (2000-2001) y del Gas (2003), verdaderas revueltas revolucionarias contra el neoliberalismo, la llegada a la presidencia de un indígena en 2006 (Evo Morales) luego de casi 150 años de exclusión política (desde Benito Juárez en México no se daba), la Asamblea Constituyente que transformó a Bolivia de una República Criolla Liberal a un Estado Plurinacional y el rol diplomático histórico de la Bolivia Plurinacional en el reconocimiento de los derechos indígenas en los distintos organismos internacionales. Es así como la derrota política del proceso de cambio no solo afecta a Bolivia, sino a todo el movimiento indígena del continente.

El hecho de que Bolivia vuelva al poder blanco, significa que el supremacismo blanco esta recolonizando a todo el continente. Y también significa que la participación política de los pueblos originarios esta casi totalmente vetada y excluida (a excepción de Venezuela). Esto también se relaciona con la derrota electoral de la alianza Revolución Ciudadana – Pachakuti en Ecuador (y la consolidación del narcoderechista Noboa) y de la Constituyente Chilena que quería construir un Estado Plurinacional en Chile y fue totalmente rechazada, incluso por la izquierda moderada institucional. El criollismo esta diciendo “¡basta de indios!” y plantea volver a las viejas repúblicas oligárquicas. Es un momento difícil para los movimientos indígenas del continente.

El balotaje entre la centro-derecha de Paz Pereira y la “derecha achorada” (expresión andina que refiere a la derecha antidemocrática y racista) de “Tuto” Quiroga ponen un escenario difícil a los pueblos de Bolivia. Sin embargo, l@s bolivian@s son grandes maestros y saben levantarse para recuperar su dignidad. Supieron enfrentar la Dictadura de Jeanine Añez con el 55% de los votos en tan solo un año, además de demostrar que el movimiento indígena estaba más vivo que nunca. Evo Morales sigue siendo uno de los principales referentes políticos del país y sigue teniendo una capacidad de movilización impresionante. Andrónico sacó una buena votación para ser su primera experiencia como candidato. Gran parte del movimiento indígena está preparado para resistir el ajuste neoliberal, el saqueo territorial y reconstruir la izquierda. Así que no nos sorprendamos si dentro de no muy poco, vuelva el PODER INDIO a Bolivia y al continente. Los hijos e hijas de Tupac Katari y Bartolina Sisa no se someterán fácilmente. Todos los pueblos del continente estaremos atentos a como se den estas luchas. Kawsachun Bolivia!!!

(*) Martín G. Delgado Cultelli, militante charrúa y del movimiento Indígena latinoamericano. Experto en Pueblos Indígenas, Derechos Humanos y Cooperación Internacional, Universidad Carlos III de Madrid.