Arte paliativo

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Por Lucía Sigales Noguera(*)

Dibujo Prof. Adán Iglesias Toledo(**)

 

“Cómo querría otra suerte para esta pobre reseca, que lleva a todas las artes y los oficios, en cada uno de sus terrones, y ofrece su matriz reveladora, para las semillas que quizás nunca lleguen” M. Benedetti

 

Cuantos cantautores que seguimos escuchando y que nos llevan a imaginarnos un mundo mejor: deseo, belleza y también sufrimiento. Un sufrimiento compartido, para recostarnos en sus melodías, tal vez acurrucarnos y llorar, emocionarnos, para no sentirnos tan solos.

Cantautores y cantautoras como: Zitarrosa, Los Olimareños, Susana Bosch, el Sabalero, Violeta Parra, Viglietti, Mateo, María Bethania, Darnauchans, Mercedes Sosa, Cabrera, Silvio, Gal Costa, Aute, Serrat, Laura Canoura, Jaime Roos, Adriana Varela, Paco Ibañez, Queen, Pink Floyd, Leonard Cohen, Canciones para no dormir la siesta, Marley, Rock Uruguayo y Argentino…todos ellos también escuchados por nuestros viejos. Nos encanta disfrutarlos, sentirlos, pero ¿qué pasa con este siglo?, ¿adónde están esos cantautores y esas cantautoras escribiéndole al proceso actual? Que nos tiren un salvavidas del que nos podamos agarrar para soportar las injusticias del hoy, las contradicciones del hoy, para no tener que seguir recurriendo a los ya mencionados, algunos de ellos -por suerte- con letras aún vigentes.

Si no fuera por todos ellos y ellas, por sus letras que entonamos mirándonos al espejo y buscando alguna respuesta, sus melodías, transitando sus acordes para nuestros adentros, ¿cómo podríamos sostenernos? “Locuras de palomas casi halcones”, las pasiones de Anaclara. Repasar el recital “A dos voces” y escuchar a Benedetti recitando sus poemas junto a Viglietti: “yo nostalgio, tu nostalgias”. Así estamos, reviviendo esas voces dulces y valientes.

Pero, en realidad, estamos como deseando nuevas voces, nuevas trincheras vocales desde donde enfrentar la cruda realidad, que permanece incambiada, aunque me atrevo a decir que ha empeorado. ¿Existen?, ¿será que el sistema las acalla?, ¿será percepción o nostalgia? No lo sabría explicar, pero algo nos falta, nos falta en las calles, en el campo, en los muros, en los poemas y también en algunos reels, ahora de moda.

Pareciera que estamos frente a un arte adormecido, cómodo, quizás tan cómodo como mi comentario pero es que no pienso callármelo, porque quiero entender si soy yo que no busco o si es que el sistema los ha cooptado mucho más allá del “los artistas también tenemos que comer”. ¿Quién canta por nosotros, o por aquellos, ahora? Los horrores del poder y los mensajes del silencio “son tantos, tantos y tantos, por ellos canto”.

Por cierto, traigo algunas ideas de Freud en “El Malestar en la Cultura” que atañe a la religiosidad como la creencia mística en un Dios o en varios Dioses, también hace un pasaje por aquellos que hacen meditación. Tomo esto y lo traigo a la incapacitante religión del sistema económico del que, más que vivir, estamos colgados y atados. Pienso en los cantautores y poetas, actores, escritores, historietistas, escultores y pintores que no los veo o no los siento y vuelvo al concepto del tiempo del que hablaba Benedetti. Por supuesto que soy consciente que para crear se necesita de tiempo, y dinero para sostenerse, sin recursos para fomentar la educación en las artes era inevitable que esta perceptible decadencia nos abrazara tarde o temprano.

Igualmente, un rinconcito de tiempo necesario para escribir, o hacer música y cantar, podría volverse tan gratificante. Yo no soy cantautora, pero entre trabajo y crianza me hago un tiempo para la escritura, para decir antes que explotar y para decir antes de que explotemos. Necesitamos más música que nos acompañe, que nos ayude a todos a seguir combatiendo esta niebla que nos tiene -al decir de Benedetti- con los parpados pesados y sin dejarnos que pensemos con sangre.

Al ser humano contemporáneo le cuesta, cada vez más, imaginarse estando relajado o dedicando tiempo a la creación de arte. Tampoco están sus potenciales espectadores, demandando, generando consciencia para la imaginación de un nuevo producido artístico que los represente. ¿Quién ayuda a los artistas a salir adelante? Por supuesto que un gobierno que apele a un desarrollo de la sociedad en todos los planos, debería ser el más interesado en las y los artistas. La academia y el show parecen haberse comido la totalidad del espacio, todo es naif y snobbish, y el artista que no se presta a la representación hegemónica, poca difusión tiene. ¿Servirá esta comodidad al gobierno?, ¿a todos los gobiernos? Yo creo que sí, a esta altura no importa quien gobierne si de emancipación cultural se trata.

El vacío cultural es muerte de lo nuevo. Menos plata para repartir. El arte no es productivo para los religiosos economistas que se dedican a repetir la doctrina sistémica, explicando con envidiable exhaustividad los enigmas de este mundo mientras nos aseguran que una providencia cuidadosa velará por nuestra vida, compensando con una existencia ultraterrena cualquier eventual privación mundana sufrida.

El conjunto de la moral económica sistémica es tan manifiestamente infantil, está tan alejado de la realidad, que a una mentalidad humanista le resulta doloroso pensar que la mayoría de los mortales nunca logrará elevarse por encima de esa forma de vida, esa forma de vivir. El sistema económico, la moral económica, se contrapone con las creaciones más elevadas del ser humano, las sustituye por el fetichismo de la mercancía.

Necesitamos la creación del poeta, del artista, del pintor, del cantante, del artesano, del actor y los bailarines. La vida, tal como se nos impone, nos resulta demasiado ardua, desilusiones, trabajos sin fin. El arte se transforma en una medida paliativa frente al dolor de esta forma de existencia. Tan sencillo y tan profundo como la alegría de un artista por su creación, por la materialización de las imágenes de su fantasía y la del universo.

En la parte superior de todas esas satisfacciones imaginarias se encuentra el disfrute del arte, que se vuelve accesible incluso a las naturalezas no creativas gracias a la mediación del artista. Solo aquellos y aquellas que sean sensibles a la influencia del arte sabrán ensalzarlo lo suficiente como fuente de placer y consuelo. Sin embargo, la suave anestesia que el arte nos proporciona no nos brindará más que un rapto fugaz de las necesidades de la vida, no es lo bastante fuerte como para hacernos olvidar la miseria real. Porque estamos embebidos de tanta miseria, deshumanización y barbarie: “los que se quejan, vayan a laburar” contestó un ex diputado suplente del Partido Colorado, frente a las denuncias de niños y adolescentes en Guichón que fueron intoxicados por la exposición al glifosato que este mismo señor terrateniente usó con sus grandes máquinas por el verde campo.

“Vayan a laburar” también lo escuchan repetidamente los artistas, esos juicios moralistas con los que se llenan la boca tanto los terratenientes envenenadores como los otros pobres que aspiran a ser parte del jet set. Mientras, los de clase media consumen no sé que arte, tampoco tengo idea ¿qué clase de arte consumen los ricos?, como siempre no sabemos nada de los ricos.

¡Cómo no imaginarnos recitales en defensa de la soberanía Palestina o por lo menos un encuentro con artistas comprometidos por las causas más humanas para que podamos rendir homenaje a las almas del infanticidio que ya no están!, o pinturas Guernica-Palestina que se estén creando. ¡Qué monstruoso es el lobby sionista, capaz de callar a los artistas!, ¡qué monstruoso es el capital que hace que los hombres seamos tan cómodos, que laburemos, comamos y caguemos, mientras scrolleamos el celular! ¡Cuánta vulgaridad que mata la imaginación!, ¡qué barata es la vulgaridad, al alcance de todas y todos!

Como en la música, la felicidad de la vida en la que se busca el disfrute de la belleza, donde sea que se presente ante nuestros sentidos y ante nuestro juicio, la belleza de las formas y los gestos humanos, de los objetos naturales y los paisajes, de las creaciones artísticas e incluso científicas. Para investigar ¿por qué estamos tristes?, y para estar presentes día y noche, nos hace falta -al decir de Benedetti- un “tiempo sin tiempo”, un tiempo que no esté determinado por la productividad.

El miedo tal vez sea miedo a la creatividad, porque a los seres humanos, cuando no tenemos más esperanzas, se nos presenta el miedo, como pulsión, como defensa y eso bloquea a cualquiera. Escribo estas líneas y se me vienen todos los poemas de Benedetti, también la música clásica que supe de jovencita bailar en el ballet, las maravillosas letras y voz de Cohen, Zitarrosa y su canción dialogada entre un pensante versus un pobre trabajador que votó a Pacheco. ¡Cómo les corría sangre por sus venas!, ¡cómo podían ser tan creativos!, ¡cómo los demás los ayudaban a crear!, excelentes músicos acompañando las letras. Una mixtura de inteligencia matemática musical, de acordes medidos y asombros, de tramas, pausa y oxímoron.

¡Qué necesario es ayudar al artista!, a las infancias a que disfruten de la música bella y combatiente o solo bella y apasionada, que es también combatiente. Escaparle al miedo para llegar a nuevas utopías con artistas sin miedo, con entusiasmo a pesar de la miseria, habemos un montón de espectadores deseosos. Veo en un futuro cercano, ojalá mis pequeñas hijas lleguen a disfrutar nuevas formas de arte que las acompañen toda la vida, a ellas y a sus amigos, a todas la infancias de la humanidad.

Freud, en “El malestar en la cultura”, pensaba que cuando existe neurosis individual también se puede hablar de neurosis colectiva, entonces ¿cuál sería el tratamiento para curar esta patología? Él mismo responde que no encuentra una forma específica de solucionarlo, pero en todo el desarrollo de su libro nos da lugar a pensar que el arte paliativo podría ser la solución a esta patología colectiva, fruto del cansancio miserable del sistema capitalista en el que vivimos. A la belleza tampoco la puede describir dice, el psicoanálisis aún no puede describirla o conceptualizarla porque -por ejemplo- diríamos que los genitales no son bellos y sin embargo se percibe belleza y deseo en ellos.

La belleza de los paisajes y la falta de dominio sobre la naturaleza algo que el ser humano todavía no puede concretar a pesar de avances científicos exorbitantes. Nos sentimos frágiles frente a la naturaleza, agravado si a esa fragilidad le sumamos la desigualdad económica y de oportunidades, la falta de amor a lo desconocido. Bueno, la creatividad artística sería un gran empuje, un gran sostén, un tratamiento paliativo frente a la neurótica vida que nos han impuesto los señores del capital, aunque el hornero aun construya su nido sin pedirle nada a nadie ni robarle nada a nadie. No podrán dominar al hornero y su vivienda, tampoco podrán dominar su cantar.

(*) Lucía Sigales Noguera es Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de la República y miembro del Capítulo Uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH).

(**) Prof. Adán Iglesias Toledo, dibujante grafico cubano, director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC. Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero, posee más de 40 premios otorgados por su país y el extranjero

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