Por Mazú Giménez (*)
Ser mujer, concejal electa, y del interior fueron las razones por las cuales, a pocos días de la proclamación por la Junta Electoral de Canelones, – junto a otros concejales de diferentes partes del país- asumí una responsabilidad que no esperaba y me llena de orgullo.
Y la experiencia empieza desde el momento en que recibo el itinerario: cuatro aeropuertos latinoamericanos, veinticuatro horas de viaje para un destino que se podría hacer en la tercera parte de tiempo, me dimensiona el significado de lo que es un bloqueo.

Caracas me recibe con la calidez húmeda propia del Caribe.
Aquí, esa falta de apego a los horarios -típica de la idiosincrasia latina- se hace más evidente. A favor de nuestros anfitriones cabe decir que no es tarea fácil recibir ochenta delegaciones, más de 600 personas: hoteles, transporte, agenda.
El mundo estuvo en Caracas la última semana de julio. Un mundo que late con el corazón a la izquierda. Un mundo que busca alternativas a este mundo en guerra. El foro POR UNA HUMANA HUMANIDAD – desarrollado por la Red de Intelectuales y Artistas en defensa de la humanidad – fue un claro ejemplo de ello. Los discursos trajeron las voces de otras lenguas, otras culturas, cercanas o lejanas, atravesados todos por la defensa de la autodeterminación de los pueblos, contra el fascismo. Y ahí estuvo la bandera del paisito. Y ahí estuvo Artigas y Simón Bolívar, en el natalicio de este último. Y fueron convocados ambos en las palabras de la compañera G. Cultelli en los conceptos de la pública felicidad y de la Patria Grande.
En otro ámbito como fue la Cumbre de los Pueblos- bajo la consigna Por la Paz y en Contra de la Guerra- en el complejo del Teatro Teresa Carreño en la capital venezolana, se instó a los pueblos y a otras organizaciones sociales a construir un ámbito de paz y se hizo un especial llamado a la solidaridad con el pueblo palestino.
En el discurso que cerró la Cumbre, Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, invitó a quienes estábamos allí presentes a seguir luchando para acabar con el fascismo y: “…que todo lo que hagamos sea por nuestra intención indoblegable para mantener viva la llama del amor.» Este mismo Jorge Rodríguez, estrechó nuestras manos a la salida de su circuito de votación cuando la compañera Adriana le gritó: “¡Somos de Uruguay!” y él agradeció nuestra presencia allí.
Y también en ese circuito, vivimos con Adriana y Víctor una de las experiencias más emotivas: la presidenta de mesa nos pregunta de dónde somos. Llevaba yo puesta una remera del MPP con el rostro de Mújica. “Somos del partido político del Pepe” dijimos. Y aquella desconocida, aquella mujer venezolana, conmovida hasta las lágrimas nos dice que ella tiene una profunda admiración, cariño y respeto por el viejo. Y de eso se trata cuando hablamos de la trascendencia de Pepe Mújica.
Por otra parte, en el marco del Encuentro Internacional de Madres víctimas del fascismo, las Madres de Plaza de Mayo, recibidas de pie con un aplauso sostenido de admiración y respeto, fueron parte del panel junto a Aleida Guevara, la viceministra Camila Fabri, y Carlín Fuentes – madre de uno de los 252 venezolanos cuya libertad fue negociada por el gobierno venezolano con los EEUU– y cuyo relato sobre las condiciones de vida a las que fueron sometidos fue particularmente conmovedor.
En el día previo a las elecciones, visitamos la comuna “El Panal”. La consigna que estaba presente en los medios era: “Comuna o nada». Y en esa visita logré apreciar el valor de la frase. Porque es a ese nivel que se ejerce la democracia directa. Es a ese nivel que la sociedad, en cercanía con quienes elige, teje (nunca mejor utilizado el termino) un entramado que contempla fuentes de trabajo genuinas, salud, educación. Es esa matriz comunal la que utiliza los recursos de todos para beneficio de todos.
Fueron días intensos en Caracas. Toda experiencia es un aprendizaje. Quién escribe sabe que cuando Venezuela, Chávez, Maduro o Caracas sean nombrados, mi memoria tendrá recuerdos. Recuerdos de un país que está construyendo su destino socialista, con su gente convencida de que son parte activa del proceso.
(*) Mazú Giménez, Concejal del Municipio de Atlántida