Por Lucía Sigales (*) y Carlos Pereira das Neves(**)
Cada vez que queremos hablar de África o de alguno de sus procesos en particular, recurrimos al latiguillo de “tenemos que investigar más” o “hay poca cosa escrita”. Elementos que no dejan de ser, parcialmente, ciertos, porque históricamente se le ha dado poca importancia al estudio del continente más explotado de todos los tiempos.
La diferencia radica en que hoy las noticias sobre Burkina Faso bajo la conducción de Ibrahim Traoré no dejan de aparecer. Aun así, perdura esa sensación de que sabemos poco, que va más allá de la búsqueda de rigor científico y es más bien un síntoma de que en alguna parte de nuestra cabeza todavía persisten los vestigios de la colonización occidental, destino que compartimos continentalmente con los africanos. Como si nos costara creer las buenas noticias que llegan de cierta parte de África, como si fuéramos tan rigurosos con toda la porquería noticiosa -y de valores- occidental que pulula por todo el espectro de la comunicación pública.
Todavía tenemos una descolonización pendiente. La tenemos con los procesos soberanos de nuestras hermanas naciones americanas, cuando sacamos a relucir toda la bibliografía de como criticar un proceso de izquierda a la vez que miramos para otro lado cuando se trata de los estados casi fallidos o actuales narco gobiernos, ¿cómo no habríamos de tenerla en relación al continente negro y toda la carga simbólica que ello conlleva?
Pero bueno, acá estamos, cuestionándonos en la práctica, despojándonos de la carga simbólica occidentalizante que nos rodea para hablar de un creciente renacer panafricanista en el marco de las tensiones y conflictos que el viraje a un mundo multipolar está generando.
En política no existe la generación espontánea
Hablemos, entonces, brevemente de la expansión colonial en África de los siglos XIX y XX, denominada por el historiador alemán Winfried Baumgart como “imperialismo moderno o clásico”. El revolucionario soviético Lenin le atribuyó el papel de motor de dicha conquista al desarrollo capitalista de Occidente, determinado por el empleo de distintos modos de dominación de acuerdo a las razones económicas subyacentes de las naciones imperialistas modernas.(1) Es esa diferencia en las razones económicas que impulsaron las distintas formas de expansión colonial las que también explican las diferencias en los procesos de descolonización o independencia que se gestaron mayoritariamente en la década del 60’: Marruecos, Sudán Túnez (1956); Ghana (1957); Guinea (1958); Senegal, Mauritania, Mali, Alto Volta, Níger, Nigeria, Camerún, Chad, República Centroafricana, Gabón, Congo, Zaire, Somalía, Madagascar, Costa de Marfil, Togo, Benin (1960); Sierra Leona y Tanganica (1961); Argelia, Ruanda, Burundi, Uganda (1962); Kenia (1963); Tanzania, Zambia y Malawi (1964); Lesotho y Botswana (1966)
Y las respuestas de las potencias europeas frente a esos procesos independentistas también fueron distintas: Gran Bretaña apostó a la cooperación internacional política y económica, creando la Mancomunidad de Naciones o “Commonwealth of nations”; Francia, que venía de ser derrotada militarmente por el Viet Minh en la guerra de independencia de la Indochina Francesa, experimentó los 2 tipos de independencia: la “pacífica” en el caso de Túnez y Marruecos en 1956 y la sangrienta en el caso de Argelia desde 1954 a 1962(2); Portugal optó por combatir los movimientos de liberación en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau, pero fue derrotada en 1974 y 1975; la “marcha verde” de 300.000 civiles marroquíes desarmados reivindicando la soberanía del Sahara español llevó a España a los Acuerdos de Madrid de 1975, en los que España cedió la soberanía de sus territorios a Marruecos y Mauritania; y Bélgica, por su parte, abandonó sus posesiones coloniales en un repliegue poco ordenado que terminó por dejar el Congo y los territorios de Ruanda y Burundi sumidos en el caos.
¿Y el panafricanismo?
En un artículo que publicamos en 2021 hablábamos de que “Ya desde 1900, la I Conferencia Panafricana planteó la necesidad de una solidaridad con los Oprimidos Negros en África, América, el Imperio Británico y otras partes del mundo. En África, pero sobre todo en América, fue germinando la idea de la solidaridad entre los pueblos negros de ambos lados del océano, y ya para 1945 el protagonismo pasó a ser claramente africano.
El panafricanismo, en pleno auge de las independencias, encontró en el socialismo su inspiración esencial. En el socialismo real encontró un aliado para intentar resolver los problemas materiales resultantes de buscar un camino independiente de las potencias y sus multinacionales extractoras de minerales, pero su inspiración se atrevió a la búsqueda de un socialismo ‘autóctono’, al decir de Nyerere: ‘In a socialist society it is the socialist attitude of mind, and not the rigid adherence to a standard political pattern, which is needed to ensure that the people care for each other’s welfare’(3). Palabras más, palabras menos, más que buscar el socialismo en patrones de una política estándar, buscarlo en la actitud de siempre asegurar el cuidado de los demás: UJAMAA.”(4)
La necesidad de unir a los africanos, como vemos, viene de larga data. Así también la búsqueda de soberanía, de ver las cosas de manera distinta a las de Oriente y -sobre todo- Occidente. Y eso es lo que estamos viendo en la actual alianza de Estados del Sahel (septiembre de 2023 a la fecha): Burkina Faso con Ibrahim Traoré, Níger con Abdourahamane Tchiani y Mali con Assimi Goïta; que se trata de un pacto de defensa mutua frente a las agresiones yihadistas de Boko Haram y el Estado Islámico, financiado por Estados Unidos, Inglaterra y el Sionismo. A su vez, podemos visualizar la construcción de una visión política distinta a la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) influida por los intereses neocolonialistas franceses. Además, Burkina Faso, junto con Malí y Níger, se retiraron de la «Organización Internacional de la Francofonía» en marzo de 2025, acusando a la institución de «manipulación política» y de no cumplir con su misión original de promover la cooperación cultural y técnica.
También podemos ver el desvelo soberanista de Traoré cuando se manifiesta sobre posibles acuerdos económicos con el Fondo Monetario Internacional (FMI): “África no necesita al Banco Mundial, al FMI, a Europa ni a Estados Unidos. Los africanos tenemos todo lo necesario para desarrollar nuestra economía y nuestros países sin deudas ni préstamos externos que nos sustenten. No podemos seguir esclavizados por deudas y préstamos”. Un guiño histórico a Thomas Sankara, quien el 4 de agosto de 1984 renombró su país, antes República de Alto Volta y a partir de ese entonces Burkina Faso: “El país de los hombres íntegros”.

Todo en clave de Soberanía
El gobierno que encabeza Ibrahim Traoré ha promovido una política económica centrada en la soberanía, autosuficiencia y control nacional de los bienes y recursos del territorio burkinés, lo cual ha dado considerables frutos en los 2 años y medio desde su inicio.
Para Traoré y sus partidarios, controlar las reservas de oro de Burkina Faso que produce 50 toneladas al año (el cuarto mayor productor de oro en África) y cuyo sector representa el 12 % de su PIB, es un paso crucial hacia la soberanía económica y la corrección de décadas de saqueo por parte de corporaciones extranjeras. La nacionalización de minas explotadas por empresas australianas, canadienses y francesas mediante la expulsión de las tropas francesas, son audaces declaraciones de independencia. Traoré suspendió, además, los permisos de exportación para la producción privada de oro en pequeña escala, para combatir el contrabando y para regular el sector artesanal del oro. De esta forma, en noviembre de 2023, Traoré aprobó la construcción de la primera refinería de Burkina Faso para procesar oro en el país, deteniendo la exportación de oro sin refinar a Europa e impulsando la industrialización y el desarrollo de habilidades necesarios para crear una economía nacional próspera y sacar al pueblo burkinés de la trampa de la economía extractiva imperialista. Bajo este proceso de industrialización, diversificación económica, el PIB del país aumentó aproximadamente de unos 18.800 a 22.100 millones de dólares.
En Burkina Faso, alrededor del 80% de la población se dedica a la agricultura de subsistencia y el algodón es el principal cultivo. Con Traoré se estableció una segunda planta de procesamiento de algodón y dos plantas de procesamiento de tomates, junto con el Centro Nacional de Apoyo al Procesamiento Artesanal del Algodón, para mejorar el valor agregado local y reducir aún más la dependencia de la exportación de materias primas. Brindó acceso a semillas mejoradas y otros insumos agrícolas para maximizar la producción agrícola. Desde 2022 la producción de tomates en Burkina Faso aumentó de 315.000 a 360.000 toneladas, la producción de arroz aumentó de 280.000 a 326.000 toneladas y la producción de mijo aumentó de 907.000 a 1,1 millones de toneladas en 2024. También distribuyó en los productores locales más de 400 tractores, 239 cultivadores, 710 motobombas y 714 motocicletas para impulsar la producción y apoyar a los actores rurales. De esta manera se está impulsando una mayor autonomía económica invirtiendo en la agricultura para lograr la autosuficiencia alimentaria, proporcionando a los agricultores maquinaria moderna y semillas mejoradas, lo que condujo a una cosecha de casi seis millones de toneladas de cereales en 2024. Se ha creado un amplio plan de formación de jóvenes, capacitando a unos 100 mil de ellos en agricultura y ganadería para 2027, buscando reducir el desempleo juvenil y modernizar el sector.
Se está construyendo un nuevo aeropuerto: Uagadugú-Donsin, con capacidad para atender a un millón de pasajeros al año. El proyecto refuerza su importancia como activo estratégico para la región con instalaciones modernizadas, Burkina Faso puede consolidar su posición como actor clave en la aviación de África Occidental, proporcionando una puerta de entrada crucial para el comercio y el potencial turismo.
En marzo de 2024, se lanzó un proyecto de construcción de infraestructura hídrica de 145 millones de dólares destinado a mejorar el acceso al agua potable y a los servicios de saneamiento en todo el país, proporcionando agua limpia y segura a numerosas comunidades o zonas hasta ahora desprovistas. En recientes declaraciones Traoré centra sus discursos en la nacionalización de la provisión del agua y la electricidad, refiriendo que ambos servicios deben se garantidos por el Estado de forma gratuita para su población porque representa derechos básicos de vida. El gobierno ha hecho una apuesta masiva de instalación de centrales de paneles solares y energía eólica. Acorde a lo planificado, se espera para el 2028 cubrir el 50% de la población en áreas rurales, y cubrir la totalidad de las ciudades.
Paralelamente, la industria nacional automovilística Itaoua, crea el primer vehículo eléctrico burkinés obteniendo avances significativos con el objetivo de lograr un transporte sostenible. Se espera que la introducción de vehículos eléctricos tenga un impacto multifacético en la economía y el panorama tecnológico al generar empleo, avances tecnológicos y reducir el impacto ambiental.
También se viene implementando un plan de salud mediante numerosas inversiones en infraestructura, en los que se destacan dos grandes proyectos de hospitales ya en marcha, «clínicas móviles», y la adquisición de equipamiento médico. El principal proyecto de infraestructura que se está llevando a cabo es el Hospital de Bobo-Dioulasso, en cooperación con la República Popular China, nutriéndose así de atención médica avanzada y con la capacidad de transformarse en un centro de formación para profesionales de la salud.
En 2024 se estableció la Agencia Nacional de Energía Atómica de Burkina Faso para supervisar el desarrollo de la energía nuclear en el país. Se firmó una hoja de ruta con Rosatom, la corporación nuclear rusa, para la construcción de la primera planta nuclear de Burkina Faso, prevista para iniciar su construcción antes de 2030. La iniciativa responde a un esfuerzo para abordar la grave escasez de electricidad y lograr la independencia energética. El acuerdo firmado entre 2023 y 2024 incluye un plan de desarrollo de infraestructura, un marco regulatorio, educación y formación.(5)
Su gobierno está construyendo nuevas carreteras, ampliando las existentes y mejorando los caminos para convertirlos en superficies pavimentadas bajo la incorporación de la técnica japonesa “Donou” en cooperación con la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), de una forma económica y sostenible, y empoderando a las comunidades locales. «Donou» es un término japonés que significa “envolver la tierra en una bolsa fuerte”. La técnica consiste en rellenar bolsas de materiales resistentes como el polipropileno, con materiales locales, que pueden ser arena, tierra, grava o tierra sólida.
Burkina Faso no tiene salida al mar, por lo que la salida hacia los océanos es un tema crítico para las estrategias de desarrollo del país. En ese contexto, el gobierno compró el depósito de hidrocarburos y parte de la terminal multiusos en el puerto de Tema en Ghana. Un importante proyecto destinado a mejorar las capacidades de almacenamiento y distribución de energía del país.
Al África y al mundo
El gobierno de Ibrahim Traoré, con un amplio apoyo popular -sobre todo de jóvenes-, trasciende fronteras y se instala con fuerza en el escenario internacional con una clara posición de apoyo al movimiento de países que buscan un mundo multipolar. Y es una de las referencias actuales más importantes del panafricanismo.
Ha sorteado un par de intentos de asesinato y desbaratado complots, con la mano oculta de Francia y Estados Unidos, a través de AFRICOM. De la misma manera, viene combatiendo una nueva ola de acciones de los grupos del yihadismo que operan tanto en su territorio como en Mali y Níger.
Traoré ha logrado gran exposición pública internacional con su significativo viaje a Rusia en el marco de la conmemoración del «Día de la Victoria» soviética del 9 de mayo de 1945 contra el régimen nazi fascista. Se reunió largamente con Vladimir Putin y la instancia sirvió para avanzar en nuevos planes de cooperación, y consolidar los muchos que ya tienen la Federación Rusa y Burkina Faso. Traoré además dio entrevistas a RT en español y otros medios internacionales, cuyos contenidos han sido ampliamente difundidos. Para agregar otros elementos a las noticias sobre su visita, también se supo que Traoré fue escoltado por aviones militares rusos en todo el trayecto tanto de ida como vuelta, cuestión nada secundaria habida cuenta del historial de líderes africanos asesinados de diversas formas por las potencias occidentales.
Las recientes acciones de Burkina Faso significan grandes avances hacia la recuperación de su identidad cultural y la afirmación de su soberanía. A la vez que también se erige como ejemplo a seguir para todas aquellas naciones africanas que se entusiasman con el renacer de un sentimiento africano, de un camino africano propio, en el marco de las tensiones pero también de las posibilidades que se abren con la decadencia norteamericana como regente único mundial. Con los BRICS que no paran de crecer en cantidad de socios e iniciativas y una cooperación ruso-africana que se consolida con eventos como El Foro de Asociación Rusia-África en noviembre de 2024 y el hecho de que varias naciones africanas hayan dicho presente en la conmemoración del “Día de la victoria”: Burkina Faso, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Egipto, Zimbabwe, Congo, Etiopía y Sudáfrica.
Es una historia que todavía se sigue escribiendo y a la que le vamos a seguir el hilo, para que el continente africano sea parte cotidiana de nuestros análisis políticos y porque en la decisión de los países que buscan salirse del círculo imperial decadente hay mucha de nuestra esperanza depositada a la que deberemos acompañar con audacia pero sobre todo con valentía, y porque además ya vemos que se puede.
(*) Lucía Sigales Noguera es Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de la República y miembro del Capítulo Uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)
(**) Carlos Pereira das Neves es escritor, columnista y co-Director de Mate Amargo. Coordinador del Colectivo Histórico “Las Chirusas” y miembro del Capítulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)
NOTAS
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López Heredia, Goretti. El poscolonialismo de expresión francesa y portuguesa: la ideología de la diferencia en la creación y la traducción literarias. Departamento de Humanidades, Universidad Pompeu Fabra; Barcelona; 2004; Pág. 39
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Huguet, Montserrat. El proceso de descolonización y los nuevos protagonistas; en Aróstegui, Julio (et alter). El mundo contemporáneo: historia y problemas. Barcelona; Crítica; 2001; Pág. 731
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Nyerere, Julius. UJAMAA. Essays on Socialism. Oxford University Press; New York; 1968; Pág. 1
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Pereira das Neves, Carlos. Lumumba: de Patricio nada. https://www.mateamargo.org.uy/2021/01/25/10501/
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La revolución política, económica y social de Burkina Faso con el Gobierno de transición encabezado por Ibrahim Traoré. Revista La Marejada, Chile, 24 de mayo de 2025. https://lamarejada.cl/2025/05/24/la-revolucion-social-economica-y-politica-en-burkina-faso-con-el-gobierno-de-transicion-encabezado-por-ibrahim-traore/