Por Colectivo MateAmargo
“Siento que todo está cambiando a nuestro alrededor
Respiro un aire cada vez mejor
Que exalta el grito de mi corazón
Hacia esta región.” Pablo Milanés
Estos días me hacen acordar aquella canción de Milanés[i], no sé si la recuerdan, pero también decía:
“Buenas, buenos días América,
¿Cómo estás?
Muy buenas….
Buenos días, Brasil, mi gigante.
¿Cuánto tiempo sin ti? Adelante.”
Esos son los días que estamos viviendo. Días de canción y de alertas, desde el domingo último de octubre con la victoria electoral de Ignacio Lula da Silva.
Sin embargo, en la residencia de Suárez y Reyes, y según publica El Observador el día 1 de noviembre, parece que no todos estaban muy contentos. En fin, lo que dice exactamente El observador es que el presidente dijo que el Frente Amplio, festejó los resultados. ¡Bravo! Es cierto, por fin una verdad a secas. Pero dijo algo también que no parece tan cierto, o al menos es opinable. Dijo que no había razones para pensar que eso se repita en Uruguay. En realidad no sabemos cuántos millones de razones hay y habrá de aquí al 2024. Ahí están las personas que han caído en la pobreza nuevamente, una gran razón; la caída de los ingresos y especialmente de los ingresos salariales de la población, otra gran razón y con ello la baja de jubilaciones y pensiones, en momentos que el Producto Bruto Interno está creciendo. Otra gran razón fue la venta de nuestro puerto. Tremenda razón el problema de las ventas de pasaportes. ¡Cuántas razones! Y no sólo hay muchas razones y lamentablemente van a haber muchas razones más de aquí al 2024 en Uruguay, sino también hay muchas razones de cambio en Paraguay, en Ecuador, en Guatemala y los pocos países que aún quedan fuera de esta nueva ola progresista.
El papel que cumple Brasil, en el mundo y sobre todo en América Latina, pone en duda la hegemonía global de Estados Unidos. Ahora Brasil, y está claro en el discurso del mismo domingo triunfante de Lula, quiere andar solo, quiere andar independiente, quiere andar integrado…pero a la América Latina.
Se trata nada más y nada menos que de la 9.ª economía mundial. Esto hace a otros equilibrios.
Para que se tenga una idea, la población en Brasil es de casi 215 millones de personas. Comparemos con la Colombia de 52 millones de habitantes, el otro gigante de América Latina, México, con 127 millones y medio, la Argentina 45,5 millones de personas. Y cuando hablamos en términos de Producto Bruto Interno (PBI) en Brasil hay que hablar de billones. Hay que hablar de 1,6 billones de dólares. En México, que sería el otro país en el cual tenemos que hablar de billones de dólares cuando hablamos de su PBI, estamos hablando de 1,3 billones de dólares y, por ejemplo, Argentina llega a los 500 mil millones. O sea, medio billón. Ya cuando hablamos de Uruguay, y ahí terminamos de hacer esta comparativa, nuestro PBI no llega a los 60 mil millones de dólares. En Brasil, para el 2022, luego de la caída de la pandemia y todo aquel desastre, estima la CEPAL, que su crecimiento sea solamente del 2,5%. Sin embargo, el Brasil progresista aquel de Lula y Dilma Rousseff, en promedio tuvo un crecimiento del 4%.
Brasil también permite otro balance, no solo a nivel mundial, sino frente a la agresión imperialista acá en nuestro continente. Con Cuba Lula supo tener otro relacionamiento. Exportaba para allí alimentos, todo el proyecto portuario del Mariel y Cuba exportaba a Brasil servicios médicos de manera muy importante y satisfactoria para el pueblo más pobre, más vulnerable, más humilde de Brasil, al cual no llegan los otros galenos. Para el caso de Venezuela haciendo frontera, para Colombia también, para el caso de Uruguay, que no solo hace frontera, sino que es nuestro socio comercial mayor, imagínense un Brasil creciendo a paso firme, un Brasil con una demanda creciente, estable. Es importantísimo para toda la América Latina.
Esto marca sin dudas el fin de otra etapa neoliberal en el continente. Era neoliberalismo a pesar de los gastos de última hora de Bolsonaro con la transformación del Bolsa Familia en “Auxilio Brasil”, donde desde diciembre 2021 gastó 7 millones y medio de dólares, porque un gasto electoral no cambia el rumbo de un modelo de política macroeconómica. Ese gasto electoral salió del bolsillo de todos los brasileros y además, si bien fue ciertamente distribuido hacia los más humildes, es cierto que no tuvo el conjunto de medidas que coadyuvaran a que estas personas salieran de la pobreza, medidas que produjeran cambios estructurales.
Con el Bolsonaro aumentó la pobreza en 10 millones de brasileros y brasileras. Tengamos en cuenta que Brasil es un país que tiene el 44% de los niños menores de dos años que viven en hogares pobres. Estamos hablando de más de 3 millones de criaturas de 0 a 2 años.
En el caso del gobierno de Lula. En el mismo 2003 comenzó el proyecto Bolsa Familia. Pero con ese proyecto, hubo una serie de medidas que condujeron a que 30 millones de personas salieran de la pobreza.
El programa Bolsa Familia no sólo fue, sino que será próximamente acompañado de una serie de medidas globales, como las políticas educativas inclusivas. Jóvenes, pobres, negros, mujeres indígenas alcanzando los niveles universitarios con la mejora a todo nivel del sistema educativo.
El problema está en que una política de desarrollo conlleva a una distribución más equitativa e importante de los ingresos y la riqueza. Para impulsar la demanda hay que contar con recursos. Para la distribución a través del gasto social, con más salud, más educación, más vivienda, más programas de inclusión, como bolsa familia, más inversión pública en producción, infraestructura, servicios, hace falta más recursos y por tanto, una mayor distribución de la riqueza. El poder económico brasilero no parece muy convencido o por lo menos gran parte de él.
Vimos en estos días cosas que nos hacen recordar a otros tristes. Tiempo: allá en la década de los 70 en Chile, camioneros cortando las rutas. También vimos al pueblo obrero abriendo las mismas rutas.
Que la desestabilización no sea la palabra de orden. Toda América Latina debe estar atenta al gigante del Sur. Porque no sólo otro Brasil es posible, sino que otra América Latina es posible.
(Tomado de la nota realizada para Radio Claridad de Colonia por Gabriela Cultelli)
[i] Pablo Milanés “Buenos días América”