Griselda Leal Rovira
Tal vez suene muy simple, pero estamos en una encrucijada entre las fuerzas del bien y del mal, el problema (y no es menor) es que es muy difícil saber de qué lado está el bien y de qué lado está el mal.
El enemigo es difuso, está oculto, prácticamente invisible, es falso, es traidor y engañoso, nos vende espejitos de colores y no sabemos a quién creerle y a quién no.
No hay duda que utiliza estrategias muy inteligentes.
Estamos en la tercera guerra mundial pero nos cuesta percibirla porque es muy diferente de las anteriores.
Es la guerra del miedo, de las bacterias, de las mentiras, de las manipulaciones y también de las armas de alta tecnología sumamente letales y masivas.
Hay que estar alerta porque de eso depende el mantenimiento de la vida tal como la hemos conocido.
La historia nos enseña, y no es necesario remontarnos demasiado, desde el fin de la segunda guerra tras las explosiones de las dos bombas en Japón se han dado las peores masacres perpetradas por Estados Unidos (en un clima de aparente calma), sin embargo no hubo momento en que en alguna parte del planeta no hubiera algún conflicto armado (incluidos los de características locales), paralelamente la mayoría de los países han venido aumentando su armamento bélico, empleando recursos que le son robados a los pueblos, incluso a los sectores más carenciados, la industria de la muerte es de las más lucrativas.
En América Latina conocemos muy bien la historia, desde México hasta la Patagonia la explotación y muerte se pueden contar por miles o millones por parte del imperialismo yankee y si vemos lo que ha pasado en el resto del mundo pensemos en Corea, Vietnam, Irak, Afganistán, Siria, Libia, Yemen (indirectamente ya que vendieron armas a Arabia Saudita para atacar este país) , Palestina (apoyando a Israel), ahora Ucrania con la OTAN, provocación en Taiwán, etc.
Pero no olvidemos a nuestro continente, el apoyo a las dictaduras, sobre todo de Centroamérica (hipócritamente diciendo defender la democracia) y lo que nos tocó de cerca, el Plan Cóndor.
Pero siempre lejos de sus fronteras y vendiendo su falsa imagen de defensores de la paz y la justicia, pero no están solos, lamentablemente tienen sus cómplices, tal como estamos viendo con el grupo de la OTAN.
Todo se reduce a mantener la egemonía del poder a costa de lo que sea, inluso perjudicando a sus aliados sin ningún remordimiento.
No podemos confiar en que repeten a nuestro continente si siempre nos han considerado “su patio trasero”, no debemos bajar la guardia y confiar en ellos, en el gobierno de los Estados Unidos y en la élite apátrida que los manipula por detrás.
La chispa se está prendiendo en Perú, lamentablemente, tras una elección muy ajustada, un gobierno progresista le gana a la ultraderecha mas recalcitrante, pero se trata de un triunfo con poco sustento, al presidente Pedro Castillo le queda grande el cargo, no está suficientemente preparado y no tiene un buen respaldo de su partido, que por otra parte al que ya no pertenece. No tardaron en surgir conflictos, primero con la renuncia de su primer ministro, Guido Bellido, actual líder del partido Perú Libre, sector al que perteneció el presidente, el órgano legislativo, con mayoría de oposición censuró a cuatro congresistas e interpeló a 25 altos funcionarios. Pero ahora han recurrido a una estrategia ya conocida en otros países de la región, se trata de utilizar a la justicia, con miembros bien entrenados por la derecha, para acusar falsamente o con escasos indicios, con gran difusión en los medios, a importantes figuras políticas con el fin de lograr destituírlas o desprestigiarlas ante la opinión pública para que no tengan acceso al poder, eso pasó con Lula y Dilma en Brasil, con Correa en Ecuador, con Zelaya en Honduras, con Evo en Bolivia, con Lugo en Paraguay y con los Kistchner en Argentina.
América Latina tiene un sólo camino, la unión de los gobiernos progresistas y socialistas y poner freno a los imperialismos, vengan de donde vengan, hoy de los Estados Unidos y sus aliados, pero en un futuro debemos tener cautela con respecto a Rusia y China, aunque los consideremos socios comerciales.
De momento lo importante es que el mundo sea multipolar para lograr un mayor equilibrio planetario.