2023, ¿Hay esperanza?

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Por Juani Casuriaga

Partido Convergencia Popular Socialista

Las elecciones presidenciales del 2023 se generan en un contexto de mucha agitación política en Paraguay. En la definición de las candidaturas se juegan posiciones ideológicas que podrían modificar las correlaciones de fuerza de las clases populares, el progresismo y la izquierda, o continuar con más de lo mismo.

Por un lado, el Partido Colorado juega una sangrienta interna, un feroz enfrentamiento político entre dos figuras importantes: Horacio Cartes, ex presidente de la República y Mario Abdo Benítez, actual presidente del país. Los ataques de ambos lados son de un nivel hollywoodense, con el antecedente histórico de que ellos saben abrazarse en un abrazo republicano cuando las papas queman. Las últimas declaraciones de la Embajada de Estados Unidos en relación a Cartes fueron bien aprovechados por el sector disidente.

Ahora bien, ¿cómo andamos en la oposición?

El año pasado, en el marco de la definición de candidaturas y en trabajar una propuesta electoral opositora al Partido Colorado, se conforma la “Mesa de Oposición”, de la cual participan varios partidos, incluso disidentes del Gobierno del mismo partido. Esta Mesa de Oposición tiene como fuerza principal al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), partido con mayor cantidad de votos después del Partido Colorado. El PLRA es un partido conservador de derecha, pero con quienes, en el 2008, se logró una alianza que llevó a la Presidencia de la República a Fernando Lugo. El partido oportunista por excelencia. Un partido en crisis de liderazgo y fraccionado en las decisiones políticas de sus representantes, especialmente en el poder legislativo.

En la Mesa de Oposición también se encuentran otros partidos: algunos conservadores como Patria Querida; otros sociales demócratas pequeños; una lista de partidos y movimientos con grandes nombres pero sin fuerza popular ni electoral; y el Frente Guasú, conformado por partidos de izquierda y progresistas. La Mesa de oposición es lo que en guaraní podemos llamar un mbaipy ideológico (polenta de maíz).

Cuando a inicios de este año, sin el acuerdo de todos los partidos que forman parte de la misma -y con el objetivo de tratar de resolver la crisis interna de candidaturas del PLRA- la Mesa de Oposición se conformó en una Concertación política, definiendo el formato electoral en el que se definirían las candidaturas. El Frente Guasu, la única fuerza progresista y de izquierda con representación parlamentaria y con una bancada unificada, coherente a sus principios, decide alejarse de la misma y evaluar la situación política electoral para definir su participación electoral, dentro o fuera de la misma.

Una Concertación política/electoral que unifica a partidos y movimientos de derecha, progresistas y de izquierda para combatir al Partido Colorado es un escenario oportuno y esperanzador para el país, y para la oleada progresista de la región. El Partido Colorado fue, es y puede seguir siendo el principal limitante para el desarrollo de un Estado social de derecho en Paraguay. Bajo la consigna “derrotemos al Partido Colorado”, la Concertación es el camino más claro que se puede sostener electoralmente.

Ahora bien, la única experiencia de gobierno democrático post dictadura que no fue colorado fue el de Fernando Lugo, logrado en alianza electoral y cogobierno con el Partido Liberal, partido que posteriormente apoyó el golpe entregando en bandeja el Poder Ejecutivo a Horacio Cartes (ser nefasto que para llegar al poder compro al Partido Colorado en el 2012, apoyando con fuerza el golpe realizado a Lugo). Hemos aprendido que podemos llegar a la presidencia, pero necesitamos fuerza política propia para sostenernos. El Partido Liberal no es un partido de fiar, aunque podríamos colocarlo en la categoría de “mal necesario”.

Ñemongueta Frente Guasú

El progresismo, por su lado, se conforma en el Ñemongueta Frente Guasú. Un espacio de articulación política- electoral del Frente Guasú con otras fuerzas de izquierda, como hace más de 20 años no se da en nuestro país. Este espacio logra consolidarse en una alianza electoral que define un programa político para el 2023, una candidatura a Presidenta de la República: la Dra. Esperanza Martínez, y una lista unificada para cargos nacionales. Además de trabajar en los diferentes departamentos en la unificación de listas departamentales, tarea que está en proceso.

Una vez unificada la candidatura a Presidenta de la República, el Ñemongueta Frente Guasú vuelve al espacio inicial de la Mesa de Oposición, ya conformado en Concertación. Vuelve con una línea clara de que las internas para definir candidatura presidencial tienen que ser a padrón abierto. Batalla que fue ganada en las instancias pertinentes, permitiendo una incidencia nacional en la definición de candidaturas.

El progresismo y la izquierda logró consolidarse como Frente Guasú, tiene una vida institucional de 12 años, estructura, programa político y representación parlamentaria, la misma reconocida por el sector popular como la caja de resonancia de sus intereses de clase en el parlamento. Esta fuerza logra ampliarse ahora con otros sectores populares y de izquierda que podrían generar sorpresas electorales en el 2023, con listas unificadas en los cargos parlamentarios y departamentales.

¿Crisis? Las tuvimos y tenemos varias, entre ellas la falta de liderazgos nuevos. La izquierda y el progresismo no han logrado construir una figura política que aglutine y dialogue con otros sectores, y que pueda ser electoralmente atractiva, más allá de Fernando Lugo. Tampoco podemos consolidar un proyecto político electoral seductor, sentido y trabajado para que la clase trabajadora lo sienta como propio. Nuestro trabajo se redujo, siendo duros con la autocrítica, a coyunturalismo y pragmatismo. La derecha, por supuesto, usa todas sus herramientas contra nuestras debilidades.

El futuro inmediato

Avanzamos en la construcción de nuestras herramientas políticas, pero no en la medida que la historia lo requiere. La crisis de liderazgos es compartida también con el Partido Liberal, sumado a su incapacidad de unificar líneas políticas en los espacios de poder donde se encuentran, determinando que uno de los sectores con representación parlamentaria liberal responda directamente al Cartismo. Siendo un partido debilitado en sus fuerzas, no tiene las garantías necesarias para liderar una candidatura que unifique a la oposición.

En este escenario deberíamos preguntarnos: ¿Que se juega en la Concertación? ¿La caída del Partido Colorado?, ¿la unificación electoral de la oposición política? o ¿un proyecto de izquierda que trascienda el 2023?

Todas las respuestas son sí:

  • En cuanto a la caída del partido colorado, creemos que es posible con una figura de la Concertación que no solo unifique al Partido Liberal sino que además rescate votos colorados. Pero además, debe representar a todos los sectores que la componen, no hay posibilidades de garantizar votos de otra forma. Hay antecedentes buenos y malos, en el 2008 la chapa ganadora fue Lugo y el Partido Liberal, en las elecciones pasadas se intentó una dupla Efraín Alegre(Liberal)- Frente Guasú pero no logramos ganar. El pronóstico ahora de una chapa liderada por el Partido Liberal con otros sectores de derecha es caer en lo mismo, no lograremos votos, y por encima de eso no aportaremos nada en nuestra disputa ideológica de clase. Como izquierda, terminaremos trabajando para sumar votos a los que históricamente han sido nuestros enemigos.
  • El problema no es la alianza con sectores de derecha, el problema es ¿para qué nos aliamos?, ¿para fortalecer nuestra fuerza o para fortalecer la fuerza electoral de la derecha?. Ya lo dice la historia, la alianza con la derecha se da, venciendo ideológicamente al mismo.
  • En cuanto a la unificación electoral de la oposición, no podemos negar lo que significará para la democracia de nuestro sufrido pueblo vencer electoralmente al Partido Colorado. Pero no basta con derrotarlo, es necesario tener la fuerza política y los votos en el parlamento para sostener ese gobierno, además por supuesto del apoyo popular en las calles. Los sectores de derecha con los que compartimos la Concertación en todos los espacios decisivos: en las luchas populares, en el parlamento, en el Poder Judicial, en los gobiernos departamentales y municipales fueron consecuentes con sus intereses de clase, JAMAS han gobernado para las clases populares. Una unificación electoral liderada por sectores de derecha no es ninguna garantía para las reivindicaciones de nuestro pueblo y necesitamos un acuerdo programático claro que pueda ser ejecutado en todos los espacios de poder, no solo en el poder ejecutivo. La Presidencia de la República no hace primavera sin un programa en todos los poderes.
  • Un proyecto de izquierda que trascienda el 2023, se llama Frente Guasú. Avanzamos con la conformación del Ñemongueta, que debe consolidarse y superar esta coyuntura electoral, para definir su sistema organizativo y político de actuar.

Es necesario superar el coyunturalismo, sin dejar de utilizar los contextos electorales para sumar fuerza política a nuestra lucha, al modelo de sociedad que como izquierda queremos. Esta sea probablemente nuestra mayor limitación y donde necesariamente debemos ahondar como izquierda.

Para transformar la sociedad y este modelo de Estado, es necesario un ejercicio político e ideológico responsable. No nos salvamos del ivytuismo político (donde corre el viento), los personalismos y sectarismos. Nos falta aún la claridad política e ideológica de asumirnos responsables de construir el socialismo, la Concertación es el medio (con algunas condiciones), no el fin.

Si ese medio no va a sumar a nuestras luchas y nos resta fuerzas, deberemos revisar y partir a otros caminos, otras sendas. Aunque eso signifique explícitamente que el 2023 no será nuestro gobierno y que debamos depositar la esperanza para el 2028.

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