Por Andrés Correa
La democracia queda seriamente debilitada cuando los que mandan son los mercados y estos son oligopolios con fuerte presencia del capital transnacional y el gobierno se ve limitado en sus decisiones soberanas presionado por el poder económico.
Si los grupos económicos concentrados cuentan con la capacidad y decisión artera para desestabilizar las finanzas, el régimen cambiario, el sistema de precios y el dispositivo distributivo de los ingresos vía paritarias a la baja e inflación, entre otras, Argentina encara el desafío de vivir en democracia o ser sometida al paradigma que imponen las corporaciones.
Si hacemos un recorrido de artículos de economistas variopintos, incluso al repasar portales de Clarín e Infobae o los zócalos de TN o LN+, desde mayo 2022 hasta la salida del ministro de Economía, Martín Guzmán, no hay material para anticipar la brutal crisis cambiaria que sacude a la Argentina, no hubo en los medios esa generación de sentido común que el país “necesita” un proceso devaluatorio, sin embargo, la brecha cambiaria superó el 150 %, sin dudas, la situación tiene mucho de producto de laboratorio, crisis que aprovecha la oposición política para decir que está “preparada para gobernar” y buscar hacerse cargo de un país con un potencial enorme, cuya economía no es un vergel pero tampoco una ruina.
Una de las grandes capacidades de la derecha argentina es la gestación de climas sociales favorables a sus intereses. Estamos transitando uno de esos momentos, la incertidumbre, el desasosiego logran colocar a la población en un infierno, en el cual también caen militantes y dirigentes del campo nacional y popular, hasta que los grandes grupos económicos generadores de la crisis obtienen los resultados políticos y económicos que persiguen.
Vale destacar que el Estado argentino tiene un déficit controlable, y aún más si se mejora la recaudación tributaria que necesita un combate eficaz y decidido contra la evasión impositiva. Si bien los mercados occidentales le han cortado el crédito al país, es bueno tener presente que el mundo de hoy es mucho más extenso que los países del Atlántico Norte.
Es para destacar el informe de la Secretaría de Energía que anunció que en mayo el nivel de extracción en Vaca Muerta alcanzó un nuevo récord histórico que hizo que la producción de gas de la formación no convencional supere el volúmen que generan todos los yacimientos de Bolivia. Una buena noticia, cuyo contrapeso es que aún se espera por la demorada construcción del gasoducto Nestor Kirchner que estaría pronto para mediados o fines del año que viene.
Es parte de la discusión parlamentaria un proyecto de ley que dispone una alícuota a la “renta inesperada” sólo para las empresas más favorecidas por el salto de los precios internacionales de los commodities y busca evitar una redistribución regresiva de los ingresos.
Una de las grandes capacidades de la derecha argentina es la gestación de climas sociales favorables a sus intereses. Estamos viviendo exactamente uno de esos momentos, en que logran colocar a la población en un infierno, inaguantable, hasta que los grandes protagonistas y generadores de la crisis obtienen los resultados políticos y económicos esperados.
El tiempo apremia
Desde la asunción de la ministra de Economía, Silvina Batakis, el pasado 4 de junio no hubo anuncio sustanciales que atiendan a los más perjudicados de la sociedad que intenta recuperarse de la recesión macrista y la pandemia. Tampoco medidas concretas para frenar la desbocada inflación.
Batakis tras su primera gira internacional y con reuniones con el FMI necesita acertar con un plan que logre un impacto concreto en la sociedad.
La ministra Batakis fue categórica al afirmar que no existe razón comercial para devaluar.
Pero el comportamiento del sector agro exportador que no liquida sus productos, demuestra que no hay una actitud pasiva sino activa. Y es preciso aclarar que no es por incertidumbre que no liquidan la cosecha, sino que es una actitud proactiva, de retaceo de divisas, para forzar una devaluación que mejore sus altísimas ganancias.
La misma acción también la desplegaron en 2018 cuando gobernaba, Juntos por el Cambio, todavía resuenan las palabras de Elisa Carrió como legisladora, que les exigía a los productores agropecuarios “No retengan la soja, empiecen a liquidar para que ingresen dólares”.
El bajo nivel de reservas con que cuenta el país es un flanco débil con el que cuenta la nueva ministra para hacer frente a las maniobras especulativas de los grupos económicos locales.
A ver, a ver… quien dirige la batuta
Sabemos que cuando los gobiernos le hablan a los mercados y dependen de las editoriales de los grandes medios de comunicación y quedan atentos a sus reacciones terminan tomando decisiones que sólo se entienden por el pavor que le tiene a las reacciones de los poderes fácticos.
Es en esos momentos que se hace necesario la convocatoria a la movilización popular, de unidad decidida de todos los sectores perjudicados por los gobiernos neoliberales y con intereses foráneos que evite la caída en un precipicio en el que el pueblo argentino quedaría sometidos a supra-poderes oligárquicos de carácter permanente.
Mientras que las organizaciones sociales son esenciales para recomponer el tejido social deteriorado por las políticas económicas con distribución inequitativa a favor de un grupo de élite, deciden visibilizar la situación movilizados, para exigir cubrir las necesidades de los más humildes.
La semana pasada también la Confederación General del Trabajo (CGT) ratificó el pasado jueves la movilización para el próximo 17 de agosto que comenzará en la Plaza de la República sobre la Avenida 9 de Julio y que se trasladará hasta la Plaza de los Dos Congresos con la consigna de “primero la patria” La convocatoria ya tiene la adhesión de la CTA de los Trabajadores y esperan por sumar a los movimientos sociales.
El nuevo equipo en Economía liderado por Batakis y el de Producción por Daniel Scioli no la tienen fácil, deben lidiar con sectores muy poderosos e internacionalizados, que van a tratar de limitar su accionar y sus decisiones. También con la crisis política interna del Frente de Todos. Que además cuentan hasta con funcionarios que no funcionan (parafraseando a la vicepresidenta Cristina Fernandez) pero todos saben que, si el equipo logra sentar bases de un modelo económico integrador, generador de trabajo genuino y logran frenar el alza de precios al consumidor pueden tener expectativas concretas para las elecciones presidenciales del año que viene, pero 2023 en Argentina está lejos… como de aquí a Pando diría un amigo.